Después de varios años de cierre debido a la contaminación, primero por metales pesados y luego por residuos orgánicos, esta temporada los mariscadores ya pueden extraer navaja en la ría de Corcubión, que ahora tiene consideración de zona B, lo que implica autorización para vender el marisco, tanto en fresco como para conserva, después de su paso por la depuradora.
Esta opción ha sido muy bien acogida por los profesionales, dado que las características de la zona les permiten trabajar en días en los que es imposible sumergirse en otros lugares, e incluso empezó con buenas perspectivas con las ventas a una conservera. Sin embargo, el pequeño tamaño de la navaja -para enlatado las empresas prefieren el producto más grande- ha echo decaer también esta vía.
Además, los mariscadores señalan que tuvieron que ser ellos quienes exigiese a los biólogos y al Intecmar nuevos análisis, porque durante años solo se examinaban los mejillones en las piedras de la desembocadura del río, y los niveles no tenían nada que ver con los de la navaja y el longueirón enterrado en la arena. Aunque desde la primera analítica el resultado ya era bueno, tuvieron que pasar una docena más antes de obtener la autorización para vender, algo que, según dicen, podría haberse producido unos dos años antes, tal como ellos mismos venían reclamando.