Decenas de coches desfilaron en honra del patrón de los conductores
11 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Ni las amenazantes nubes ni el hecho de coincidir en martes lograron apagar ayer las ganas de los vecinos de Baio de celebrar por todo lo grande el arranque de sus grandes fiestas. Como capital del motor de la Costa da Morte, la localidad se convirtió en una gran fiesta sobre ruedas en honor a san Cristovo.
Mientras la Policía Local y Protección Civil se encargaban de calmar los ánimos entre el resto de los usuarios de la AC-552 que se tuvieron que sumar de forma involuntaria a la procesión -y al consiguiente atasco-, el párroco iba recibiendo a los participantes en el cruce situado junto al puente sobre el río Grande para bendecirlos.
En cabeza, llevando al san Cristovo y a santa Bárbara -cuya fiesta es hoy-, desfilaron un Renault 8 del año 74 conducido por Ignacio Mourelle y un Renault 4.4 del 55 pilotado por Celestino Martínez. Y tras ellos, otros vehículos clásicos, turismos modernos generosamente ornamentados, una enorme limusina y hasta una bicicleta adornada con un arco de flores que le valió a su joven propietario, Xandro Calvo Rojo, el precio especial al vehículo de dos ruedas mejor acondicionado.
En el campo de la fiesta les aguardaba la siguiente fase de la celebración. Misa, esta vez desde el palco de la orquesta, y una actuación sorpresa, la de un grupo de jóvenes Escoltas y Guías de Cataluña que incluyeron Baio en su periplo vacacional para poder disfrutar así de sus fiestas -«y de la gastronomía»-. La Banda de Música Eduardo Pondal amenizó la sesión vermú a la espera de que los integrantes del grupo de teatro Badius diesen el pistoletazo oficial de salida a los festejos con un pregón que derivó hacia desenfadado golpe de estado. «Queda declarado o Estado de Festa», decretaron los golpistas «da Fronte Festeira de Baio», antes de dictar unas estrictas leyes por las que los presentes quedaron obligados a permanecer en el recinto hasta las seis de la madrugada, a bailar «seis pezas agarrados» y a pasar por la cantina de la comisión. Tampoco aquí faltaron los recortes -«aos soldos dos políticos, ás cocacolas dos cubatas, aos pantalóns dos homes e ás saias das mulleres»- antes de dar paso a la orquesta Palladium.