Nina Epton, la escritora inglesa que descubrió la Costa da Morte

Santiago Garrido Rial
S. G. RIAL CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

A principios de los 50 viajó de Corme a Fisterra

30 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«Os autobuses das vilas galegas parecen tan malparados como as mulleres. Fanlles traballar sobexamente ata que se fan inservibles». Esta áspera reflexión fue realizada por Nina Consuelo Epton, una escritora de padre inglés y madres española nacida en Hamsptead (noroeste de Londres) en 1913, mientras viajaba en autocar de línea entre Santiago y Carballo, dispuesta a conocer las «rías da Costa da Morte».

Fue en el año 1953, en un largo viaje que la llevó a conocer toda Galicia, empleando sobre todo el autocar, pero también las largas caminatas, que darían contenido al libro Grapes and granite (Uvas e granito) publicado en Inglaterra en 1956 y que llegó a Galicia en 1993 de la mano de la traducción de los hermanos Fernández del Riego. Francisco, en el prólogo, explica que este trabajo se caracteriza por el empleo del «método descriptivo de observación realista, e polo comento interpretativo en forma de observación persoal», destaca.

En efecto, es un libro de viajes, pero escrito desde una perspectiva muy personal, detallista, minucioso, valorativo, realizado por una persona muy culta (mujer extranjera, sola, hablando castellano) y a veces atrevida. Durante varios días, se mueve por las fondas de Corme, Muxía, Camariñas y Fisterra, citando además lo pueblos por los que pasaba: Laxe, A Ponte do Porto, Berdoias, Cee, Corcubión...

Nina, cuando sale de Santiago y avanza hacia Carballo, observa aldeas pobres, mujeres vestidas de negro, casas de labranza apartadas. «Cada un destes vales é un berce de emigrantes, pasados e futuros», reflexiona.

En Carballo le llama la atención que «unha boa estrada conduce á Coruña». De camino a Corme (tenía pensado dirigirse a Malpica, pero un chófer le recomienda la villa pontecesana), pasa por la casa de Pondal. Informada, sabe de quien se trata. «Fomos recibidos por un enxame de nenos descalzos, de cabelo desguedellado e estrañamente loiro. O chofer sinalounos coa man e riu. «Este é un artigo no que Corme é ricaz: nenos. Unha familia de aquí ten dezaseis e gañou o premio especial de familias numerosas. Non xantan a diario?, engadiu máis seriamente. ?O mesmo aquí que en calquera sitio da costa. A sardiña foise e levou con ela o medio de vivir da xente. Hai, desde logo, outros peixes no mar, pero non hai a su?ciente demanda deles, e nunca compensarán a perda da sardiña. Nas rías máis ao sur, onde o chan é máis húmedo, a xente pódese dedicar á agricultura cando os tempos veñen mal, pero aquí, en Corme, depende só da pesca. Por fortuna as langostas son boas e atinxen bos prezos».

Se hospeda en la fonda del matrimonio Garrido, Fernando y María, llegados de Baio. Octogenarios, viven aún en Corme. María recordaba ayer vagamente a la viajera. Su hostal cerró hace unos 40 años.

Nina pasea hasta «Vallares» y habló con algunos de sus vecinos, reflexionando sobre la situación de los gallegos. Asiste a un rito esotérico con una embarazada.

Pasa por Laxe, por A Ponte do Porto. Llega a Camariñas «entre os edificios encalados dunha fábrica de conservas de sardiña e bonito». Observa la iglesia de San Xurxo muy alejada. Fue a la búsqueda «das que facían encaixe de bolillos, que lle deron sona a Camariñas e a Muxía, aínda que esta industria local se viu seriamente afectada polo encaixe máis barato feito a máquina en Cataluña».

A Muxía llega en barca. Una motora se aleja hacia América y un señor pasea con las manos en la espalda: es Abente, el poeta.

Un día después marchará a Fisterra, con parada en Berdoias. Cee y Corcubión le parecerán «feiticeiras», y la costa, muy hermosa. En Fisterra descubre los chinches en una nueva fonda y trata largamente con el doctor Esmorís Recamán, visitando los restos de San Guillermo y el faro.