Camposantos llenos de nombres ilustres

E. E. / M. V. / A. P. CEE | CARBALLO/LA VOZ.

CARBALLO

Las tumbas de los vecinos más conocidos de la zona siguen recibiendo flores

02 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Poco después de las tres de la tarde de ayer, María José Fraga depositaba flores en la tumba de Man. Su madre cuida el nicho desde que murió, hace ocho años, el alemán de Camelle. Él ha desaparecido, pero no su recuerdo, que sigue vivo.

Vivos siguen muchos otros de los que hicieron crecer la Costa da Morte. Sus nombres no solo están en el metal y el mármol de sus lápidas, sino que suenan en muchas bocas.

En el camposanto de Laxe permanecen los restos de un intelectual y científico de profunda huella, un geólogo cuyos textos se siguen estudiando. Isidro Parga Pondal fue una persona que revolucionó la investigación en su campo. Galleguista convencido, reposa en su Laxe natal desde su muerte en 1986.

En Corcubión descansan los restos de otro intelectual y filántropo, Plácido Castro Rivas, un hombre que con su iniciativa empresarial y con su empuje puso a la localidad en el mapa gracias al negocio del carbón. Fue también un filántropo que pagó de su bolsillo carreteras y realizó otras inversiones.

En el mismo cementerio están los restos de Benigno Lago, quien logró que Corcubión fuera la primera villa de la provincia con traída de agua, y de José Carrera, filántropo e indiano con cuya herencia se creó el colegio que hoy es sede del Ayuntamiento.

En la línea de Carrera, lo hecho por Fernando Blanco de Lema. Su herencia sirvió para crear un centro educativo en Cee que fue una referencia a nivel gallego. Sus restos reposan, traídos desde La Habana, en la capilla del actual instituto Fernando Blanco.

En Cee están, en el viejo cementerio, el gran historiador local, recientemente fallecido, Francisco Mayán, y también el empresario Marcelo Castro, uno de los más importantes de la comarca.

En Baio descansa para siempre el médico Ovidio Vidal Ríos, gran estudioso de la diabetes a nivel nacional.

Entre los escritores a los que no les faltan las flores cada año, el muxián Gonzalo López Abente.

Entre los grandes, dos ausencias importantes. El pontecesán Eduardo Pondal está enterrado en A Coruña y el carballés Alfredo Brañas es el único de la comarca que ocupa un nicho en el Pabellón de Galegos Ilustres, en Santiago. Su corazón, seguro, permanece en Bergantiños.