El milagro de las procesiones

G. Rivera CARBALLO

CARBALLO

CASAL

Cientos de romeros llegan a diario hasta la capilla de Caión Un baiés hará corriendo los 33 kilómetros que separan Baio y el santuario de Muxía

06 sep 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

Desde el principio de los tiempos caminar ha tenido para el hombre un especial atractivo. En prácticamente todas las culturas humanas existe la tradición de peregrinar hacía lugares sagrados. En la Costa da Morte tres son los más importantes destinos de los romeros: la capilla de Os Milagros en Caión, el santuario da Barca en Muxía y Fisterra. El domingo se celebrará una gran romería en el primero y en la segunda localidad, la avalancha de gente será dentro de ocho días. Aunque esas dos jornadas serán la referencia, muchas personas se acercan a ellos los días previos. No es extraño encontrar en las veredas que conducen a ambos templos hileras de personas andando, cada cual por sus razones, unos por motivos esotéricos, otros por religión y otros, por mera diversión. Cada uno según el corte de su personalidad. Los romeros Dolores Pena tiene 63 años y es de San Paio en Coristanco. Desde que regresó de Suiza, hace tres años, ha acudido fielmente a su cita con los Milagros. Tarda cinco horas en llegar desde su hogar. «Na miña casa sempre houbo moita devoción. Eu de pequena xa sentía falar moito desta virxe», asegura esta peregrino. Reconoce estar ofrecida y que eso le da fuerzas para hacer el camino. Algo menos de tiempo fue el que invirtió José en llegar andando desde Carballo: «Veño por un pouco de todo, polo mito e esas cousas, e xa que vimos tamén pedimos algo», comenta con su hija recién nacida en brazos a las puertas de la iglesia. Ella, de momento, ha venido en coche. Habrá tiempo más adelante para caminar. Motivos muchos menos píos son los que impulsan al baiés Pablo Mira. El próximo 15 de septiembre recorrerá corriendo los 33,5 kilómetros que separan su casa de Baio del santuario de Muxía: «A mín gústame correr. Máis que nada o que quero e ver se son capaz de acabar un maratón e isto é un boa pedra de toque». Para que nada le falle ese día todos los fines de semana hace una media de 20 kilómetros. Sin duda, la suya es otra forma de concebir el trayecto hasta la Barca.