Chipperfield desveló el origen de su compromiso con Barbanza y Galicia en la recogida del premio Pritzker en Atenas

Celia Riande García
celia riande RIBEIRA / LA VOZRIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

Abogó por cuidar más la estética y poner el foco en el medio ambiente

06 jun 2023 . Actualizado a las 13:58 h.

Hace cerca de tres décadas que David Chipperfield, quien ya apenas necesita presentación, descubrió la comarca barbanzana, llegando incluso a fijar su residencia de vacaciones en Corrubedo. De hecho, en esta localidad, perteneciente al territorio ribeirense, es donde se sitúan las pocas intervenciones arquitectónicas de la comarca que están firmadas por el inglés, aunque esto no quite que él y su equipo no hayan dejado de sentar las bases para diseñar el futuro del territorio a nivel urbanístico a través de dos iniciativas que dirige, la Fundación Rede Innovación Arousa (RIA) y el Laboratorio Ecosocial do Barbanza.

El pasado 24 de mayo, el arquitecto fue galardonado con el premio Pritzker, el más prestigioso reconocimiento en su sector, alabado por su trayectoria y sus últimos trabajos en la zona de Galicia, especialmente en Barbanza, de los que pudo presumir en el discurso de aceptación del premio, en una ciudad tan icónica para la arquitectura como es Atenas.

En su intervención, una vez aceptado el galardón que reconocía su intachable recorrido como arquitecto, David Chipperfield quiso hacer una reflexión sobre la necesidad de adaptar la práctica de su sector a los retos del cambio climático, realizando un repaso por sus últimos proyectos en la comarca barbanzana, que estaban dirigidos a este objetivo precisamente. 

Estudios en la comarca

«Hace siete años, iniciamos un estudio independiente en el noroeste de España, en Galicia, una zona que mi familia y yo hemos estado visitando en las últimas tres décadas», comenzaba Chipperfield. El arquitecto recordaba a continuación cómo despegaron los proyectos que ahora dirige en la comarca: «El presidente de la región y los de otras muchas expresaron su preocupación sobre el mal entorno urbano, y una arquitectura que ha destrozado la calidad de vida de villas y ciudades en los últimos cuarenta años. Imagino que tenía la esperanza de que proyectara algún tipo de guía de diseño sobre los colores de las paredes, el tipo de ventanas o las cubiertas».

Sin embargo, indicó Chipperfield, lo que decidió hacer junto a su equipo fue aprovechar este reto para dar un paso más allá: «Lo tomamos como una oportunidad para crear una pequeña agencia y empezar a investigar. Como éramos una oficina autogestionada, con fondos propios, éramos libres de presiones comerciales convencionales, solo identificábamos los problemas que eran consecuencia de un sistema de planificación pobre».

Con todo, explicó el inglés, la preocupación no estaba tanto en el presente de los objetos o en los edificios menos estéticos, si no en los huecos que había, bajo la premisa de que «una construcción poco artística es tan solo un síntoma de la enfermedad, no la causa de la dolencia en sí misma».

Esos «huecos» a los que Chipperfield hace referencia son una metáfora de lo que quedaba y queda por hacer en la comarca: «Estaba interesado en los huecos, pero no solo en los físicos propiamente dichos, aunque dan una evidencia, sino en los de responsabilidad y atención. La distancia entre las comunidades en primera línea y el Gobierno central. Entre arquitectos y quienes llevan a cabo los planes, entre los ministerios de transporte y el urbanismo. Entre, al fin y al cabo, los que ignoran el sentido común y los que sí procuran un tratamiento funcional del medio ambiente». 

Óptica optimista

Con todo, Chipperfield se mostró profundamente optimista. Tras «siete años estudiando los problemas del entorno, inevitablemente relacionados con la preocupación sobre el medio natural», el inglés indica que «un nuevo contexto» les da ahora a los arquitectos un mayor poder a la hora de interferir: «La crisis medioambiental y la superposición de problemas sociales ha creado una nueva realidad. Hace unos años, criticar un mal plan de transporte era solo eso, pero ahora se pueden elevar este tipo de problemáticas a una falta de respeto al medio ambiente, al abuso de recursos o a la erosión de la biodiversidad. Por ello hemos decidido centrarnos en repensar este tipo de cuestiones en las villas gallegas».

En este sentido, el arquitecto señala su colaboración con universidades gallegas a la hora de «favorecer un compromiso más fuerte de la comunidad arquitectónica, identificando los problemas de las obras públicas, su calidad y obtención, así como el fracasado sistema de competición y el aislamiento de quienes nos dedicamos a este sector».

Pese a todos los obstáculos que todavía quedan por sortear, el arquitecto vinculado a Galicia mostró en Atenas una actitud positiva de cara al futuro en el mundo del urbanismo: «Estoy convencido de que la situación actual nos proporciona el incentivo necesario para realinear nuestras prioridades y poner el foco en el medio ambiente, desde la sustentabilidad y desigualdad social».

«Debemos ir hacia una arquitectura de compromiso, significado y belleza»

A la hora de dar ejemplos que ilustran las bases, Chipperfield hizo alusión a «la única cosa que hemos construido en los últimos siete años», una pequeña intervención en el puerto de Palmeira: «Es un paseo que se comprometió con la comunidad en el proceso participativo. A través de este proyecto tratamos de demostrar que las obras públicas podrían tener una contribución cohesiva, así como mejorar el entorno desde un punto de vista físico y estético».

Esta actuación, sostiene Chipperfield, es un ejemplo de «una apelación honesta al sentido común y el interés compartido», que materializa la «estructura operativa que llevamos a cabo en Galicia, pero que responde a problemas universales, relevantes más allá de las condiciones territoriales».

El inglés quiso concluir su reflexión con una declaración de intenciones que recogiese las líneas que guiarán sus trabajos: «Debemos ir hacia una arquitectura de compromiso, significado y belleza. Convencernos de que tenemos un propósito y un rol cada vez más grande en el modo en el que planeamos un futuro sostenible».