Recuerdos de César en Ostia

BARBANZA

23 feb 2023 . Actualizado a las 05:05 h.

D ados los tiempos que corren, con todo este rollo de las fake news, más de una vez acude a mi memoria la coña de la supuestas frases de las hazañas de Julio César en la Guerra de las Galias y otras, que los cachondos solían traducir con más gracia que acierto. Una de las frases decía: «Cesar missit naves in porto Ostiae». Y los menos doctos o los más pícaros del grupo, traducían como: «César, de una hostia, mandó las naves al puerto». Desde luego, había que ser aún más fuerte que Julio César para conseguir tal hazaña que, en realidad, consistía en enviar sus naves al puerto de Ostia, próximo a Roma, en la entrada del río Tíber.

La palabra hostia, que tantas veces se escribe sin hache por aquello del debido respeto, se repite verbal y frecuentemente cuando queremos amenazar al semejante con un golpe o cuando nos solazamos con expresiones tales como ¡es la hostia!; que viene a ser una manera de resaltar algo muy notorio. Y que, por ejemplo, nada tiene que ver con la hostia que nos metió Marruecos en el mundial de fútbol.

A veces, cuando escuchamos noticias en las que nos hablan de las insultantes subidas de los sueldos de los presidentes y grandes directivos de empresas, bancos y similares, a nuestra mente acude Julio César; y, cómo no, la expresión más agresiva de la libre e inculta traducción de la famosa frase que mencionan sus biógrafos. O sea, eso de mencionar a Ostia. Estoy seguro de que muchos de quienes escuchamos a representantes empresariales negar la conveniencia de la subida del salario mínimo, mientras se suben los suyos de manera escandalosa, pensamos más de una vez que tales especímenes merecerían que sus lacayos (sus empleados, de los que sin ellos no son nadie), les arrojasen al insalubre río romano con una buena hostia. En el sentido que entendemos cuando nos referimos a esa hostia laica a que se refieren los malos alumnos traductores de la frase de César.

No me diga usted que no. Seamos sinceros. Cada vez que en los medios escuchamos o leemos los ingentes beneficios de los bancos y tenemos que acudir cual borregos a un cajero a la intemperie, o sufrir la escasez de personal de las entidades, con el cabreo y la pérdida de tiempo que todo ello supone, no me diga que a su mente no le viene precisamente la palabra hostia. No en el sentido religioso de la palabra; sino al de la frase mal traducida. Sí, sí, esa que dice que César, de una hostia, mandó las naves al puerto.