La tecnología ha venido para quedarse y revolucionar nuestras vidas, hasta tal punto que el smartphone ya se ha convertido en una prolongación de nuestra mano, y olvidárselo en casa o que se acabe la batería supone un drama de dimensiones considerables, por no hablar de si se estropea: la hecatombe. Estos dispositivos nos facilitan muchísimo la vida, pero también acaban por desconectarlos del mundo exterior, centrando toda nuestra atención en una pequeña pantalla de apenas cinco pulgadas.
Lo mismo sucede con los modernos sistemas de navegación GPS, que se publicitan como la mejor alternativa para no perderse, y muchas veces te llevan a la Conchinchina y te dejan atrapado en un callejón sin salida. Eso es lo que, desde hace años, les lleva pasando a las decenas de camioneros que a diario salen de la autovía del Barbanza en dirección a la zona de O Bodión de Boiro, y acaban atascados durante horas en el núcleo de San Martiño.
La voz del dichoso aparatito asegura que «la ruta más corta para llegar a su destino» pasa por allí, pero lo que no especifica es que es imposible girar en varias calles si el tráiler supera los seis metros de largo. La consecuencia final: aunque el camionero no esté muy convencido de si cogerá o no por el medio de aquellas casas, tira para delante hasta que queda cruzado en la calzada y sin posibilidad de moverse.
Los vecinos están hartos de contemplar esta estampa una y otra vez, porque ya saben como va a acabar el episodio cada vez que ven acercarse a un vehículo pesado por la carretera, y aunque la mayor parte de las veces ya intentan avisar al camionero para que elija otro camino, muchas llegan tarde. Por fortuna, nunca hubo que lamentar males mayores más que tener a una mole de diez o doce ruedas atascando una calle durante horas. Pero podría haber pasado. Que volcase y cayera sobre alguien.
Por fin el Ayuntamiento de Boiro ha decidido tomar cartas en el asunto e instalar señales que advierten de que está prohibido circular por el núcleo de San Martiño a los vehículos que sobrepasen los seis metros de largo. Los indicadores, de color verde llamativo y con un gran círculo rojo de prohibición, se han instalado en tres punto claves entre la salida de la autovía y el entorno boirense, porque malo será que no se vea uno, pero sería difícil pasarse los tres.
Los conductores podrán seguir diciendo que la culpa es del GPS, pero si prestan atención a la carretera, las señales están bien claritas. Y, si no, siempre queda la posibilidad de bajar la ventanilla y hacer lo más normal: preguntar por dónde se puede ir a O Bodión.