Aquella loca idea de los composteros

Rosa Estévez
rosa estévez A ILLA / LA VOZ

A ILLA DE AROUSA

MARTINA MISER

Recién nacido, el Concello de A Illa se embarcó en un inaudito plan para convertir los residuos orgánicos en abono; veinte años han sido suficientes para darles la razón

30 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

A Illa de Arousa acababa de nacer como municipio independiente. La localidad conquistaba, por fin, el derecho a desarrollar su propio carácter. Y a ello se puso. El pequeño municipio retomó su fama de pueblo irreductible, capaz de plantarle cara a los planes medioambientales de la Xunta, que en aquel momento hacía apología de una gestión de residuos basada en la incineración. El recién nacido concello arousano quiso buscar alternativas. Y sorprendió a propios y a extraños consiguiendo el respaldo de la Unión Europea para desarrollar un modelo de gestión de residuos orgánicos que ya funcionaba en Alemania. En Galicia, aquello del compostaje era una rareza. Y la apuesta isleña, cimentada sobre los trabajos y los convencimientos de la asociación ecologista Gaia, se le antojaba a muchos una muestra de buenismo condenada a fracasar. Han pasado veinte años desde que en A Illa se elaboró el primer compost. Dicen que ese tiempo no es nada, pero en este caso ha sido suficiente para demostrar que aquella loca idea de aquellos locos isleños era la respuesta correcta a cómo debemos gestionar los residuos orgánicos.

A estas alturas, el compostaje comienza a generalizarse. No queda otro remedio que aplicarse a ello si se pretende cumplir con las normativas europeas y, lo que es más importante, darle un respiro al planeta. A través del plan Revitaliza, de la Diputación de Pontevedra, localidades de todos los tamaños se han asomado a un plan que en A Illa ya está más que consolidado. En esta pequeña isla, que orbita alrededor de los 5.000 habitantes, hay composteros en 440 casas. «E nalgunhas desas casas hai varios, ata tres, porque moita xente fai compostaxe en familia, ou con veciños... Un fillo que marcha da casa e vai vivir a un piso e leva os seus residuos á casa dos pais, por exemplo», explica la concejala de Medio Ambiente, Gabriele von Hundelshausen. Ella es la responsable de un departamento que ha vuelto a hacer historia, ya que A Illa forma parte de un plan pionero sobre transición energética.

En el marco de ese plan, ayer se celebró una jornada sobre compostaje en la que se habló del futuro a corto plazo. Y es que el 2020 servirá para dar un nuevo impulso al compostaje, ampliando el número de composteros comunitarios -en la actualidad funciona uno en O Naval- y buscando alternativa para «productores de residuos singulares», una categoría en la que entran desde restaurantes, a todo tipo de empresas. «Temos moitas ideas para a reciclaxe de residuos orgánicos xenerados en hostalaría, as cunchas de mariscos que xeran algunhas empresas... Pero de momento non temos elixido o camiño. Niso estamos», dice la edila responsable. En ocasiones, cuando se está en el medio de un proceso tan largo y complejo como es el cambio de modelo energético, es bueno pararse, echar la vista atrás, y ver todo el camino que se ha recorrido ya. Por eso, en A Illa, ayer hicieron un alto en su viaje y fijaron la mirada en aquellos años finales de la década de los noventa, cuando arrancaron con su extraordinaria idea. Para ello, reunieron a un puñado de los «mestres composteiros» que asumieron, sin dudarlo, el reto de experimentar con el compostaje y de convencer a sus vecinos de que aquel empeño de hacer abono valía la pena.

Un trabajo «serio»

«Cando empezamos, moitos nos dicían que iamos encher o pobo de quinteiros», cuenta Xoán Dopico, uno de aquellos pioneros. En A Illa había alguno de aquellos depósitos domésticos de residuos, pero «non era moi habitual. Este era un pobo rural, pero de mar, e as leiras abonábanse co esterco das praias».

Recuerda Dopico que «o que máis había era medo. Medo a que os composteiros provocasen cheiros, a que criaran as ratas», relata. Aquellos miedos se iban a ir diluyendo poco a poco, a base de demostraciones prácticas y de un trabajo «moi serio, porque se fixo un traballo moi serio». En A Illa, por ejemplo, «probamos todo canto modelo de composteiro había; ata probamos un con gusanos, pero vimos pronto que non servía porque esixía moito traballo». Parece que dieron con el modelo más adecuado para la realidad ambiental de esta localidad.

La importancia de las mujeres para frenar el cambio climático

Hoy, en A Illa, se vuelve a hablar de Medio Ambiente, transición energética y cambio climático. Será en el contexto de una jornada organizada por la Universidade Popular y en la que se va a reflexionar sobre el papel de la mujer en ese ámbito.

El día estará lleno de actividad desde el arranque mismo de la jornada, a las diez de la mañana. El primer bloque de debate se centrará en «o papel das mulleres e das illas na transición enerxética», con una charla de Yolanza Picazo, co-fundadora de la cooperativa Mulleres con Enerxía y otra de la jurista Cecilia Sánchez sobre «o dereito fundamental á enerxía». Acto seguido se desarrollará un segundo bloque temático, con la intervención de Federica Favoriti, de Nosa Enerxia, cooperativa galega de enerxía renovable; y con una videoconferencia con las coordinadoras del plan La Palma Renovables, un proyecto de revolución energética que se desarrolla en las Canarias.

Por la tarde, antes de la despedida, se conocerán los casos de varias «mulleres que promoven comunidades enerxéticas» y se reflexionará sobre la «activación comunitaria para a corresponsabilidade enerxética». La proyección del documental Solar Mamas cerrará esta jornada de trabajo.