Gabriel Peso: «Me impone mucho más tocar con el público a un metro que en un estadio»

CARLOS CRESPO VILAGARCÍA

AROUSA

Cedida

El pianista que acompaña a Bisbal presenta en El Náutico su trío de jazz

01 dic 2022 . Actualizado a las 20:01 h.

A pesar de su larga trayectoria musical y de la solvencia de su proyecto jazzístico personal, a Gabriel Peso (Pontevedra, 1987) no le resultará sencillo librarse de la coletilla de «el pianista de Bisbal». Peso es uno de los músicos de confianza del cantante almeriense, al que acompaña por todo el mundo y con el que ya ha realizado media docena de giras. Pero su visita de este viernes 2 al Náutico de San Vicente nada tiene que ver con esa vertiente de su actividad profesional. Gabriel Peso se acerca hoy hasta la playa de A Barrosa para presentar, en formato de trío de jazz -junto a David Ruiz al contrabajo y Miquel Asensio en la batería-, su tercer disco, Ataraxia. «Es un álbum de composiciones originales, gestado durante esta etapa inusual y atípica que nos ha tocado vivir», explica.

—¿En qué se nota?

—Compuse estas canciones en el momento en el que estábamos todos encerrados. Pero yo lo que quería transmitir era la sensación totalmente contraria. Todos los mensajes que recibíamos entonces eran de incertidumbre y de miedo. Así que lo que hice fue meterme en mi burbuja y aislarme. La sensación que yo tuve fue de paz, sin ningún tipo de temor. Así que las melodías que me salían eran como muy románticas y con mucho lirismo.

—¿Cómo definiría el sonido de su trío y de este disco en concreto?

—Es una fusión entre el jazz y el folklore gallego, mezclando ritmos y elementos característicos de ambos. De ese concepto nacieron temas como Muiñeira de Peso o Blanca Alborada.

—¿Funciona bien la conexión entre nuestra música tradicional y el jazz?

—Sí, funciona y empastan muy bien. Es cierto que yo pongo siempre mucho cuidado en ser respetuoso tanto con el jazz como con el folklore gallego. Pero como yo bebí de esas dos fuentes desde pequeño, digamos que para mí es como recuperar mi esencia.

—¿Cómo convive el trío con su otra realidad como músico de gira y de estudio para grandes artistas?

—Lo más difícil es compaginar las agendas para poder hacer las dos cosas. También es complicado estar siempre con el chip preparado para poder hacer una u otra, porque son dos roles muy distintos. No tiene nada que ver estar acompañando a un artista, que lo que tienes que hacer es poner el cien por cien de tu trabajo a su servicio para que el artistas se luzca, que es por lo que te pagan, que crear e interpretar tu propia música, donde eres el dueño de todas tus decisiones y donde, de alguna manera, sientes el peso de la libertad. Pero es totalmente compatible.

—¿Y cuál es la sensación que tiene un músico como usted, acostumbrado a grandes recintos con miles de personas delante, cuando se enfrenta a aforos tan pequeños como puede ser el de hoy?

—Sinceramente, a mí me impone más cuando tienes el público a un metro, sin amplificación. Cuando escucha el mismo sonido acústico y real que escuchas tú. Eso impone mucho más porque ahí está toda la verdad. Cuando estás tocando en una plaza de toros o en un estadio, al final, estás ahí con tus auriculares, te escuchas muy bien pero estás aislado de lo que está pasando fuera. Es ahí, con el público justo al lado, cuando te la juegas de verdad.