Una vida que da luz desde la cuna

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

AROUSA

Emilio Moldes

José Ferreiro, de 81 años, fue uno de los empleados de la antigua fábrica de la luz de Cuntis

25 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

José tiene que echar mucho la vista atrás para recordar lo que fue iluminar Cuntis. De su trabajo dependía que la luz llegase a cada vecino. Sentado junto a la lareira de su casa, recuerda como ya de niño llevaba la comida a su abuelo a la fábrica de la luz, pero qué es exactamente este lugar, que ahora esconde algo de misticismo en su interior. Junto al río Gallo se conserva entre ramajes la estructura y las turbinas de lo que en el siglo XX se encargaba de abastecer de luz a Cuntis, antes de que Electrocuntis se encargase de este acometido. «Tiñamos que estar alí día e noite por si había algún incidente», recuerda José Ferreiro, que ayer volvía a pisar el suelo en el que vivió para este periódico. Nació el año en que estalló la guerra y, desde entonces, su vida está ligada a la luz. Habla de la fábrica como su casa. Y es que lo fue. Lo fue durante los veinte años que su abuelo trabajó en ella y él, al igual que otros miembros de la familia, carretaban hasta allí la comida. No podían dejar aquello solo. Su abuelo, José Souto, hizo de ese rincón su pequeña vivienda. «Alí plantara tabaco e tamén tiña froitáis, colocara xunto á lareira unha pedra para poder manter a calor nos días máis fríos», explica Ferreiro, que si algo tiene presente es la dureza del tiempo que estuvo trabajando allí. La plaza era de su padre, aunque fue su abuelo el que más años estuvo en la fábrica de la luz. Cierra los ojos y la puede describir sin equivocarse. De hecho trabajó en ella. Recuerda cómo era mientras funcionaba y cómo estaba cuando echó su cierre en la década de los ochenta. «Solo descansaba un domingo si e outro non, pero as catro da tarde veña para arriba, non fora pasar algo», indica José Ferreiro. Mientras el bajaba a su casa para estar con la familia, era Fenosa quien se encargaba de dar luz a Cuntis. «Daquela a fábrica de luz abastecía a Arcos de Furcos, Lourido, Troáns, Cuntis, Lugar de Ermida, Rebordelo e Cardecide, que eu lembre», señala. Aprovechaba los saltos de agua del Gallo para hacer girar las turbinas e iluminar el municipio. Una tarea que no deja espacio para el error. «Estando eu alí recordo que tiven que levantarme de madrugada e ir poñer as comportas porque empezábase a inundar a fábrica», asegura Ferreiro, que casi se despertó con el agua en los pies.

Las turbinas y la zona de trabajo estaban pegadas a la habitación en la que dormía. Era un sitio gélido en el que solo el falso techo puesto por su abuelo daba algo de calidez a un rincón de montaña en el que vivían sin compañía. Poco después de casarse, su mujer y sus hijos residían en el lugar de Cardecide, donde a día de hoy siguen haciéndolo. «Cada día levábanme a comida, o meu avó facía papas os luns e as comía durante toda a semana, a soedade era o máis duro, botas de menos a familia demasiado», recuerda un nostálgico Ferreiro, que trabajó allí en los años sesenta. El puesto de la fábrica de la luz le llegó casi por herencia, pero con el sueldo mensual apenas le daba para vivir. Sabía que su labor era importante para Cuntis, pero por sus instalaciones pasaron un sinfín de vecinos haciendo esa tarea. «O que máis estivo foi o meu avó, meu pai traballou un ano e eu outro máis, logo tiven que emigrar a Suiza na búsqueda dun futuro», comenta. Para evitar cortes en el suministro, cada día comprobaba que no quedaban ramas atascando la canalización del agua.

Una joya industrial

La fábrica de la luz es propiedad de la familia del balneario. Ya entonces, cuando José era un chaval recuerda que su padre, sabiendo la dureza del trabajo, se había puesto en contacto con Marcial Campos: «Pedíulle ao dono se podían facer un turno para que traballara unha persoa de noite e outra de día, pero el díxolle que non. Cando empecei, tiñamos o mesmo horario que cando estaba o meu avó, nos anos trinta».

El domingo, José Ferreira, que ya cumple 81 años, hará de Cicerone de la historia industrial de Cuntis en la ruta que prepara Turismo de Cuntis desde el matadero hasta la fábrica de la luz y que está previsto que parta a las diez de la mañana de la biblioteca municipal. Mientras se prepara para el fin de semana, este hombre recuerda que «daquela os montes estaban ben coidados, baixaban carros de toxo para os animais e agora non hai nada coidado».

José Ferreiro intentará dar este domingo a los senderistas la misma luz con sus historias que la que dio a todo Cuntis desde la fábrica de la luz.