La presión acabó con el negocio

J.M. Jamardo

AROUSA

Las quejas ejercidas por los mariscadores remataron con la extracción de áridos en los lechos de los ríos Ulla y Tambre a finales de la década de los años 80

21 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

En la década de los años sesenta y setenta, e incluso en los ochenta, era habitual ver surcar el lecho del río Ulla por grandes barcazas cargadas de arena. Era una actividad emergente que nació bajo el paraguas de la construcción, pues las obras, tanto públicas como privadas, comenzaban a aflorar por todos los municipios de la comarca y Galicia. Fue una actividad muy importante y que dio de comer a muchas personas. Eso sí, arrancó casi sin hacer ruido pero acabó en una gran polémica y rodeada de amenazas y grandes cantidades de dinero en pérdidas. En el Tambre también hubo areneras que tuvieron que plegar ante la presión popular y, especialmente, de los mariscadores noieses.

La arena era el material más utilizado y también el más barato. Estaba al alcance de casi todos en los ríos. Solo había que poner los medios necesarios para sacarla y ponerla a la venta.

Marineros y vecinos de Isorna, en Rianxo, fueron los pioneros en explotar este recurso. Reconvirtieron barcazas e incluso se las ingeniaron para mejorar los sistemas de extracción y hacer más fácil esta actividad.

En esta parroquia rianxeira bañada por el río Ulla todavía se pueden apreciar restos de una actividad que dio de comer a más de quinientas personas de la zona. Barcos abandonados y grúas oxidadas son testigos mudos de una economía que tenía como principal nexo de unión el cauce del río.

Pioneros

Los vecinos del lugar todavía recuerdan los inicios de esta actividad. «Facía falla area, e no río había moita». En la década de los años 50, la construcción despuntaba con fuerza. «En Isorna démonos conta que vender o material era un bo negocio».

Dicho y hecho. Los pioneros de una actividad nueva fueron precisamente los vecinos de esta parroquia rianxeira. Los primeros en extraer el material tenían un pequeño barco y lo colocaban encima de un «lombo de area e esperabamos a que quedara en seco. Despois e cunhas palas, enchiamos a nave e esperabamos a que subira a marea para poder volver a navegar e levar o material para a beira». Los comienzos fueron duros pero «moi positivos».

Con el paso de los años, la situación fue cambiando y mejorando. Los empresarios pusieron cucharas a bordo y comenzaron a instalar las conocidas chuponas, unos aparatos que succionaban los áridos y en quince minutos cargaban la cubierta. Los puntos de venta se fueron instalando a lo largo del río en la parte de Rianxo y llegó a haber hasta cuatro lugares distintos. Otro puerto de referencia fue el de Pontecesures, donde los empresarios de Isorna también fueron pioneros.

Hubo épocas en las que hasta unos veinte barcos surcaban el Ulla cada día con el preciado material, y daba trabajo a cerca de cien personas, entre las que iban a bordo y las que estaban en tierra, sin contar a los transportistas que recorrían toda Galicia con el material procedente del río.

El negocio iba viento en popa hasta que llegó la época de los años 80. La actividad marisquera no era todo lo buena que los marineros querían. La producción iba a menos y entonces las miradas se dirigían hacia las naves que se dedicaban a remover los fondos de los ríos y extraer áridos.

Las movilizaciones de los mariscadores comenzaron en Carril. Poco a poco sus quejas fueron a más y las movilizaciones llegaron hasta los políticos que con la presión ejercida, apostaron por eliminar una actividad muy importante para la parroquia de Isorna y de la que vivían decenas de familias.

Pero no solo fue la parroquia de Isorna la que se vio envuelta en el conflicto de las areneras. Mucho más fuerte y espectacular fue lo ocurrido en Noia.

Dos empresas que se dedicaban a la extracción de áridos y que estaban radicadas en Pontenafonso también fueron presionadas para que dejasen la actividad. Los dirigentes del pósito noiés se marcaron un objetivo que no era otro que el cese de la actividad. Insistían en que era muy perjudicial para el marisco y la principal causa del descenso de las capturas.

Las luchas del pósito fueron constantes e incluso, además de encierros, los marineros protagonizaron huelgas de hambre y también manifestaciones. Pero también hubo alguna que otra incursión de algunos políticos que enrarecieron aún más el ambiente y provocaron que los ánimos se caldeasen más.

Acontecimientos

Los mariscadores insistían en que no podían consentir que las únicas areneras de Galicia estuviesen funcionando en el río Tambre.

Pero los acontecimientos se dispararon en el mes de agosto de 1987. En plenas fiestas de verano de Noia. La cofradía convocó una manifestación que recorrió diversas calles del centro urbano. Remató en la alameda. Los ánimos estaban muy calientes y los asistentes acordaron trasladar la protesta a los lugares de descarga, en Pontenafonso. Al final, la movilización acabó como el rosario de la aurora.

Los barcos que estaban atracados en el lugar y las instalaciones fueron pasto de las llamas. La actividad extractiva remató ese mismo instante.