La falta de trabajo en las islas obliga a los peones gallegos a retornar a la comunidad Alrededor de medio millar de obreros residentes en la comarca emigraron en el ultimo año a Canarias y Baleares para trabajar en un sector, el de la construcción, a cambio de unos sueldos que triplicaban los que cobraban en Galicia. Pero la moratoria de los gobiernos balear y canario, que pretenden poner freno al caos urbanístico de los últimos años les obliga a regresar a su tierra por falta de trabajo. Entre Vilagarcía, Cambados, A Illa y Ribadumia se fueron a Canarias, en el 2000, más de doscientas personas. Algunas ya han regresado; otras se verán obligadas a hacerlo en los próximos meses.
01 sep 2001 . Actualizado a las 07:00 h.SUSANA LUAÑA VILAGARCÍA Sólo en el pequeño municipio isleño se marchó a trabajar a Canarias medio centenar de jóvenes en el año 2000. En Vilagarcía lo hicieron 87; en Cambados, 48 y en Ribadumia 25. La situación en los demás ayuntamientos de la comarca es similar. Y otros muchos emigraron a Baleares. Conocer las estadísticas de la emigración a las islas no es difícil, porque hasta la fecha, los trabajadores que se empadronaban en estos paraísos donde se desconocía el significado de la palabra desempleo -al menos en hostelería y construcción- disfrutaban de descuentos en el viaje y en la vivienda. No sólo las dificultades para encontrar un puesto de trabajo digno en sus localidades natales les empujaban a emprender el viaje. Había otra razón de peso. Un obrero de la construcción en las islas podía cobrar hasta medio millón de pesetas al mes. Casi todos los que partían eran menores de treinta años. Pasaban unos meses trabajando de sol y a sol, pero volvían con la cuenta corriente más abultada. Pero a mediados de agosto, los gobiernos balear y canario hicieron efectiva una moratoria que ponía freno a la construcción indiscriminada, algo que estaba poniendo en peligro el medio ambiente y amenazaba al turismo. La entrada en vigor de la ley afectó a no pocos constructores gallegos que operan en las islas y a unos 18.000 trabajadores que nacieron cerca de Finisterre. Este verano, a A Illa ya retornaron algunos de los que marcharon en el 2000. Y a Cambados volvieron en los últimos meses doce de los 48 que habían emigrado.