El municipio de Cambados se prepara para vivir los siete intensos días que durarán los festejos en honor al vino En tiempos la Festa do Albariño duraba tres días. Se empezaba con una copilla el viernes noche y se remataba el fin de semana con los fuegos artificiales del domingo. Hoy se podría decir que las personas que logran llegar al espectáculo de artificio son unos verdaderos boinas verdes, kamikazes de Baco. Y es que ahora los festejos en honor al dios dorado de los vinos se extienden durante siete días. Ojeras increíbles, tráfico de Almax por doquier y afonías temporales provocadas por ese afán de la gente de prácticar el «karaoking» a pelo. El juerguista disfrutó del albariño y al séptimo día descansó. Visto así parece bastante fácil pero...
28 jul 2001 . Actualizado a las 07:00 h.C. UZAL CAMBADOS Esto es como correr en los san fermines. Un novato puede sufrir el riesgo de llevarse una cornada. Y en este caso acabar con una acidez de estómago y un dolor de huesos increíbles. Por ello existen unas normas básicas para sobrevivir a siete días de albariño. VESTIMENTA. Imprescindible para autóctonos y una ayuda para los foráneos. Las camisetas con lemas se han convertido en una seña de identidad del albariño. Lo primero que debe hacer uno para integrarse en el jolgorio es lucir tras una colorida espalda de algodón alguna frase propia de la filosofía del buen bebedor. No es que la diversión esté así asegurada pero se trata de cumplir con una especie de rito tribal. Tanto es así que hasta se ha creado el uniforme oficial del albariño, que este año se dispensa en establecimientos hosteleros. Una camiseta y un short, con un diseño bastante alejado de Gaultier pero eso sí muy cómodo. Y es que para bailar una pandeirada sobre el suelo terroso de A Calzada mientras sujetas una botella de vino, una trompeta de feria y dos copas llenas es necesario un atuendo adecuado. Sobre todo si entre tu alarde de bailarín y el tío de al lado distan apenas unos centímetros. Esencial también llevar una copa atada al cuello. CONCIERTOS. Praza de Fefiñáns. Elija una noche de alguno de los cinco días que duran los conciertos del albariño. Las normas que a continuación se relatan pueden aplicarse a cualquier actuación, exceptuando por supuesto La Oreja de Van Gogh. Esta es harina de otro costal. Se llamen Los Kukas, Sergio Dalma o King África algo está muy claro siempre habrá un «mogollón» de gente. Así es que primera lección importante, no caer en la desesperación cuando tus compañeros de tribu se pierdan entre la muchedumbre. No se preocupe el color de la camiseta le advertirá de su presencia, siempre y cuando su suéter no sea naranja y entonces se dirija raudo y veloz hacia los miembros de Protección Civil. En segundo lugar, no trate de acercarse al escenario si no quiere ser pisoteado por una jauría de quinceañeras. Tampoco importune a señoras de pelo cardado pues recibirá un grito atronador. No está recomendado dar codazos para adentrarse entre el público. Recuerde que el público es más fuerte que usted. Cuarta norma: disfrute del concierto aunque no comulgue con el estilo. No se preocupe de eso se encargarán esas copillas que ya lleva encima. SOUVENIRS. Las atracciones de feria y los souvenirs, otros de los puntos claves de la Festa do Albariño. Dar vueltas en el aire a ritmo de La bomba no tiene por qué revestir ninguna complicación pero siempre hay que ser consciente, en la medida de lo posible, de que esas piruetas bajo los efectos del caldo dorado pueden conllevar mareos inoportunos. No se alarme cuando al cruzar una calle de lado a lado se encuentre con un buen número de personas con una cinta fluorescente en la cabeza. Primero, dudamos que sea cancerígeno. Y segundo, no se trata de una invasión de entes extraños. Es el fenómeno del «albariño-souvenir». Gorros, globos, perritos que saltan y ladran, calcomanías, pins con la foto del clan...Cada año alguno de estos artículos causa furor y !venga todos a comprar! El incondicional, como antes hemos dicho, es la cinta rellena de ese extraño líquido amarillo. BOTIQUÍN. Todos conocemos esas atracciones de feria en las que uno acaba tatuado de cardenales y rasguños. Por ello, nunca está de más llevar tiritas y pañuelos para improvisar torniquetes. Además, en el botiquín del boina verde del albariño no debe faltar nunca el Almax, o algún sucedáneo, por eso de la acidez de estómago. A no ser que uno se sume a la onda del «cubata», pero ésto no es de recibo. «SENTIDIÑO». Cuando tu madre te dice esto, no habla por hablar. Siete días son muchos días y el estomágo y el hígado no se regeneran. Es necesario que el participante en este maratón del «bebercio» tenga en cuenta que la moderación es una virtud en estos casos. Primero porque visto el precio de la botella los bolsillos pueden sufrir un impacto irrecuperable y segundo, porque lo que hay que evitar a toda costa es quedarse dormido encima de un coche o en un banco del parque. Es lo que en Cambados denominan «doblar», algo que es considerado como una falta grave en el carné de buen albariñense. Albariño o la muerte. Nunca traten de emular a los profesionales, podrían salir mal parados. En fin, que la fiesta no decaiga y bienvenidos a la diversión sin tregua.