«Sin deporte los árbitros también sufrimos»

Iván Díaz Rolle
I. DÍAZ ROLLE VIVEIRO / LA VOZ

A MARIÑA

CEDIDA

El ribadense Menéndez Nistal tenía preparado el viaje para pitar el Alzira-ElPozo Ciudad de Murcia cuando estalló la crisis del covid-19 y se suspendieron las competiciones

04 may 2020 . Actualizado a las 20:31 h.

Aunque a menudo muchos lo olviden por algo tan volátil como el resultado de un partido, los árbitros también son personas y deportistas. Así lo reivindica Javier Menéndez Nistal, el ribadense que ejerce como juez en la Segunda División de fútbol sala. Al menos lo hacía hasta que el coronavirus lo paró casi todo: «Es una situación difícil. A veces lo paso mal, como cualquier persona, y más un deportista porque estamos acostumbrados a estar activos siempre, a cuidarnos. Sin deporte los árbitros también sufrimos».

Cuando todo esto estalló, el colegiado mariñano se preparaba para ir a pitar en tierras valencianas un Alzira-ElPozo Ciudad de Murcia, de la segunda categoría del fútbol sala español. «Ya teníamos contratado el viaje, el coche de alquiler para andar por allí... Por suerte fueron comprensivos y pudimos recuperarlo todo», relata.

El arbitraje no es su principal sustento: «Lo que gano arbitrando me da para algún capricho, pero yo trabajo de informático en Astilleros Gondán y ahora sigo teletrabajando». Esta crisis, no obstante, es un «buen palo», tanto para él como para muchos de sus compañeros trencillas: «La colegiación la pagamos íntegra para toda la temporada, pero ahora llevamos dos meses sin pitar, y por lo tanto sin ingresar».

A sus 35 años mantiene intacta su ilusión por impartir justicia en una cancha de 40x20, pero reconoce que su propósito de llegar algún día a la máxima categoría ya es «casi imposible»: «Con mi edad cada vez es más difícil, porque con 39 años ya no puedes ascender, y tratan de buscar árbitros más jóvenes».

Lleva cinco temporadas consecutivas en la categoría de plata, pero también ha arbitrado en la Primera División femenina y partidos internacionales: «Mi mejor recuerdo es cuando pité el España-Finlandia en A Malata, en Ferrol. La selección hacía una gira por Galicia y nos dieron ese premio», explica un hombre que llegó al arbitraje de forma más bien casual.

«Esto es algo muy vocacional, solo hay que ver que muchos árbitros tienen tradición familiar. Yo no. Yo probé con 21 años, cuando estaba estudiando la carrera, y me fue enganchando. Como soy una persona constante, fui evolucionando. Quedarme fue un efecto colateral de eso», dice.

Antes de aquel año 2006, ese mundillo nunca había llamado su atención, confiesa: «El fútbol sala sí. Mi padre jugaba e iba a verlo a veces. Lo pitaba Piñeiroá, que luego fuimos compañeros. Quién iba a pensarlo entonces».

Los inicios deportivos de Menéndez Nistal estuvieron en el fútbol campo, y además como jugador: «Estuve en el Ribadeo bastante tiempo, incluso jugué en Preferente».

Dejó el fútbol

«Al principio era jugador de fútbol campo y árbitro de fútbol sala. Lo compaginaba. Pero conforme iba avanzando en el arbitraje, cada vez era más difícil. Al final Aparicio Carrasco [el Delegado de A Mariña] me pidió que me decantase por una cosa u otra, y me quedé con esto. Visto lo visto, creo que acerté, no me arrepiento», resume el juez mariñano.

Dejar el fútbol, además, le permitió descubrir su gran hobby, el triatlón: «Empecé a hacer mucha bicicleta y poco a poco fui cogiéndole el gusto. Probé a hacer un triatlón en A Coruña y me encantó. Es un deporte que se ha convertido en una pasión para mí».

El árbitro ribadense es un apasionado del triatlón
El árbitro ribadense es un apasionado del triatlón
 

Un «hobby» que le da ventaja

Javier Menéndez Nistal, así, trabaja a fondo en las tres disciplinas que incluye un deporte tan exigente: natación, ciclismo y carrera a pie. «Al hacer un deporte tan completo, no tengo que preparar las pruebas físicas de árbitros», reconoce.

Tampoco durante el confinamiento ha descuidado su estado físico: «Estoy en casa de mis padres, y no tiene nada que ver estar confinado aquí con estar en un piso. Tengo una sala habilitada para entrenar donde tengo pesas y también un rodillo, y también hay algo de prado. Además, desde hace tiempo tengo un preparador físico, que en una situación así es muy útil para aprovechar bien los recursos».

El colegiado ribadense ya disfrutó el inicio de la fase cero de la desescalada. Montó en su bicicleta y pedaleó hasta el Montico, cuenta deseoso de recuperar una cierta normalidad cuando sea posible.