«Mi mujer creyó que estaba loco cuando le dije que íbamos a subir»

Iván Díaz Rolle
I. DÍAZ ROLLE VIVEIRO / LA VOZ

A MARIÑA

PEPA LOSADA

Darío rememora el play-off ante el Móstoles que llevó al Cefire a División de Honor

04 jul 2017 . Actualizado a las 11:57 h.

«Eres una persona normal que juega en el equipo de su pueblo, se inicia con él y acaba subiendo a División de Honor. Lo piensas y no te lo crees». A Darío Paz (Viveiro, 1974) todavía le cuesta no emocionarse cuando habla del asalto del Cefire Burela a la élite en 1999. Él, como recuerda, fue partícipe del nacimiento de aquel equipo, y también de su crecimiento.

-Usted es uno de los muchos viveirenses que dio sus primeras patadas al balón en la Oje, ¿no?

-Tengo muy buenos recuerdos de entonces, con cinco o seis años, de cuando mi madre me llamaba por la ventana para ir a cenar porque se hacía tarde tras horas jugando al fútbol.

-Entonces aún sería más difícil decantarse por el fútbol sala que por el fútbol...

-De aquella, cuando empecé, en San Francisco, para los niños solo había fútbol sala. En infantiles ya sí que me pasé al fútbol, ahí ya estaba todo organizado por el Viveiro. Jugué hasta juveniles, y entrené con el primer equipo en Tercera. Tampoco me llamaba demasiado el fútbol, me gustaba, pero quería más contacto de balón.

-¿De qué jugaba?

-De interior derecha, normalmente.

-Como su sobrino (Álex Paz, del Viveiro CF)...

-Al fútbol es mucho mejor que yo. Tiene otras cualidades. Juega con la izquierda, desplaza mejor que yo, le pega bien a la pelota. Yo me caracterizaba porque era un jugador tácticamente aceptable.

-Sus mejores recuerdos deportivos estarán en el Cefire...

-Al Cefire se lo debo todo. No solo deportivamente, sino también por todas las amistades que hice.

-¿Cómo se explica ese crecimiento tan rápido?

-Yo nunca pensé que desde Viveiro se pudiese llegar a jugar en División de Honor. Y más con un equipo que se creó para jugar maratones. Entré con 17 años, me llamó mi hermano Fran, y no me entusiasmaba demasiado, pero al final me entró el gusanillo con el fútbol sala. Luego pasamos por la Liga de la Costa, Primera B, Primera A, Plata, y ahí llegó la gran sorpresa, a División de Honor.

-En 1999.

-Teníamos un equipazo, la verdad, que además venía hecho de años atrás y solo sufría un par de cambios al año. Esa fue un poco la clave.

-Lo recordará bien...

-Se me pone la piel de gallina cuando lo pienso. Cuando vi el documental «Honra», que estaban preparando, me emocioné. Eres una persona normal que juega en el equipo de su pueblo, se inicia con él y acaba subiendo a División de Honor. Lo piensas y no te lo crees.

-¿Con qué se queda de aquel año?

-Recuerdo mucho el primer partido del play-off contra Móstoles. Perdíamos 0-3, y en un contragolpe pudieron hacer el 0-4, pero echaron el balón fuera porque teníamos un jugador lesionado. Y a partir de esa jugada, en la segunda parte, salimos a morder, y con la afición empujando. Luego meter ese gol de oro, el 4-3, me marcó, claro. Pero no más que el gol de Javi Alvéndiz.

-Usted participó en ese gol, ¿no?

-Esa jugada es como si fuese ensayada de cómo jugábamos nosotros. Empezamos de cuatro, vamos rotando, luego yo quedaba más bien de pívot, vengo a la banda otra vez, me vuelvo al pívot, y ahí hago la pared con Javi. La aparta, corre, y la clava. Y ahí ya nos volvimos locos.

-¿Cómo afrontan el tercer partido tras perder el día antes 10-3?

-A mí por la noche me llamó mi mujer y me dijo: «Está todo perdido». Le contesté: «Vamos a ascender». Creyó que estaba loco. Pero lo decía de verdad. El 10-3 fue engañoso.

-¿Se le vienen a la cabeza muchas anécdotas?

-En el último partido estaba Amarelo de entrenador porque a Quico Otero lo expulsaran. Cuando íbamos a empezar la segunda parte de la prórroga nos dijo: «Chavales, xogade como sabedes, pero metede un goliño». Salimos todos riéndonos, con lo que nos jugábamos, los del Móstoles flipaban.

-Solo estuvieron un año en División de Honor, ¿qué pasó?

-Creo que, sin criticar a la directiva, los fichajes no fueron los adecuados, y tampoco ayudó el tener que ir a jugar a Lugo. Hasta llevábamos las porterías para allí. No había estructura, no estábamos capacitados económicamente. Fue todo muy rápido.

-¿Qué rescata?

-Recuerdo jugar un miércoles contra O Parrulo con el Pabellón de Viveiro a tope. Nunca lo había visto así. Eso es lo que queda para siempre.

-Nada en su trayectoria posterior se compara a aquello, ¿no?

-Nunca disfruté como en el Cefire, pero en el Xove estuve contento, también en el Burela, y en el Puerto Celeiro muy contento. El Puerto Celeiro para mí fue como seguir en el Cefire.

-¿Pero acabó yéndose al Burela?

-No me arrepiento. Era un proyecto muy fuerte. Hubo que sopesar muchas cosas. El primero en enterarse, aparte de mi mujer, fue Quico. Creo que hice lo correcto, y estuvimos a punto de ascender.

-Los derbis serían complicados para usted...

-El primero que jugué con el Burela fue en Viveiro, y marqué el primer gol. Caí al suelo y no sabía qué hacer. Luché para que ganase el Burela, pero no lo celebré, porque jugaba contra mi equipo.

-¿Por qué paró?

-La edad influye, uno se cansa. Siempre me trataron muy bien, pero los viajes, entrenar después de trabajar... Cansa.

-¿Quién fue el mejor jugador con el que jugó?

-No es fácil. Técnicamente, para mí, está entre Javi Alvéndiz y Renatinho. Serginho también era un gran goleador... Óscar y Julio Delgado tácticamente eran buenísimos. Beto también era una pasada. Mi hermano habría sido mejor que yo si no rompe el peroné. Y el mejor portero con el que estuve, Juanito.

-¿Y un entrenador?

-Sin duda Quico Otero. Yo tenía una comunión especial con él en la pista. Coge un equipo mediocre y lo hace capaz de todo. Aún ahora hablo con excompañeros que me dicen que mucho de lo que saben se lo deben a él. Era muy pesado, hacía entrenamientos enteros repitiendo una sola acción. Pero al final ahí está el resultado.

-¿A usted no lo llaman los banquillos?

-No. Me veo más como segundo que como entrenador. Pero el fútbol sala me cansó, fueron 18 años, y casi siempre en categorías altas.

«La jugada del gol de Javi Alvéndiz parece ensayada, así es como jugábamos nosotros»