A-8, ¿dónde hay que reclamar?

A MARIÑA

29 jul 2014 . Actualizado a las 20:12 h.

Todos los que hemos utilizado el último tramo inaugurado de la autovía del Cantábrico hacia el resto de Galicia, hemos hecho el comentario. «Cualquier día habrá una desgracia». Se veía venir. Una vía rápida construida en cota dónde un día sí y otro también, la temible niebla, es condición atmosférica habitual entre Mondoñedo y Abadín. Así que tarde y mal. Como casi siempre. Como una maldición propia del pueblo Celta, dónde desde tiempos de la oprobiosa, llamaban la esquina verde de España.

Curiosamente, es por ahí, por dónde hay que atravesar A Mariña, desde Ribadeo hacia Lugo, A Coruña o Compostela. es por ahí por dónde justifican menos tiempo para llegar desde la antigua provincia de Mondoñedo a la capital de las murallas, en caso de ser derivados por la sanidad pública que mal gestiona el Sergas, si nos toca ser atendidos en Lugo, en una de las clínicas concertadas que parecen ser la alternativa a la ampliación del Hospital da Costa.

Pero no es la primera vez que me quejo, desde datos epidemiológicos. En este mismo diario de todos los gallegos, en el 2004, publiqué un estudio de revisión de causas de ingreso en el Hospital que dirigía, dónde mostraba que el mayor de los riesgos para la salud de los visitantes y residentes de A Mariña, ni era la hipertensión, ni la hipercolesterinemia, ni el tabaquismo. Era la carretera. Esa maldita red viaria por la que circulaban, ya entonces, más de cinco mil vehículos diarios y que causaba auténticos estragos entre los conductores. Tanto por el mal mantenimiento del asfalto, como por el trazado, como por la señalización.

Y así, a bombo y platillo, en función del calendario electoral, fueron inaugurando trayectos de la A-8, y alguien «muy profesional» no tuvo en cuenta las condiciones meteorológicas habituales cuando se asciende la cota y se alcanzan ciertos metros sobre el nivel del mar, en ese tramo al que llegan las nubes procedentes del mar del norte. Evidentemente, y como en la curva de la alta velocidad de Santiago, la culpa será del conductor.

Una vez más la administración, incompetente, alejada, dedicada a sancionar para recaudar, dirá que el accidente es casual y no causal. Aquí no se puede reclamar contra el Estado, central o autonómico, ni están ni se les espera, cuando hacen una chapuza y la paga el usuario de una infraestructura de comunicación.

Por cierto, cuando publiqué aquel aviso epidemiológico sobre el riesgo para la salud de la red viaria, me pusieron de chúpame domine, los entonces mandarines de la sanidad galega. Era políticamente incorrecto, intolerable, alta traición, que un médico, a pesar de haber sido profesor titular de Salud Pública en la Universidad Pública Vasca, desde el cargo de confianza de Gerente del Hospital de la Costa, avisara del problema que suponen el mal estado de las carreteras del norte de la provincia de Lugo.

Como los continuos incidentes con animales sueltos en la Gañidoira, como los cruces, el aceite de los vehículos pesados cargados de eucaliptos, o como en este caso, un trazado a cota de nieblas perpetuas y por tanto convirtiendo la circulación, con o sin balizas, en una aventura hacia el infinito, tal como se ha evidenciado.