Ashton consigue en dos meses que la UE añore a Javier Solana

Juan Oliver

INTERNACIONAL

El bajo perfil de la alta representante empieza a preocupar en Bruselas

07 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

En Bruselas no es raro encontrarse políticos y diplomáticos que echan de menos a Javier Solana, porque el ex ministro socialista hizo muchos amigos durante sus 15 años en Bruselas, primero como secretario general de la OTAN y luego como alto representante para Seguridad y Defensa de los Veintisiete. Pero últimamente hasta sus detractores empiezan a añorarlo. Su sucesora, la británica Catherine Ashton, no ha logrado en sus primeros dos meses de mandato dar ni de lejos la imagen de solvencia y liderazgo que acompañaba siempre al español.

Al contrario que el presidente del Consejo Europeo, el belga Herman Van Rompuy, quien se ha labrado en ese tiempo un perfil de negociador resolutivo participando en primer plano en la solución a la crisis financiera de Grecia, a Ashton todavía no se le conocen méritos, salvo haber anunciado ayer un viaje a Gaza, y sí errores inexplicables.

Francia y España han salido en su defensa, conscientes de que cada vez son más las voces que cuestionan la imagen de la UE que puede llevar al mundo la manera de trabajar de la alta representante. Ashton tardó más de siete semanas en viajar a Haití tras el terremoto, a pesar de que la UE es uno de los principales contribuyentes en ayuda humanitaria al país y de que la Comisión, de la que ella es vicepresidenta, contaba allí con una nutrida representación que sufrió varias bajas, entre ellas la de la funcionaria española Pilar Juárez. Dado que le corresponde poner en marcha el nuevo servicio diplomático de los Veintisiete, desentenderse de lo que pasa en las embajadas europeas no parece la mejor forma de ganarse el favor y el respeto de quienes trabajan en ellas. Y le hará falta, porque la batalla entre el Consejo y la Comisión para repartir los nuevos cargos del servicio exterior ya ha comenzado.

Ashton retrasó su viajó a Haití hasta la semana pasada, y a su vuelta recaló en España para participar en Córdoba en el Consejo informal de Ministros de Asuntos Exteriores. Allí cometió su segundo error, dejando de nuevo boquiabiertos a políticos y diplomáticos cuando anunció que no se quedaría un día más en Andalucía para asistir a la cumbre UE-Marruecos que, bajo presidencia española, se celebrará hoy en Granada.

«Tengo otras cosas que hacer», dijo la baronesa -disfruta de ese título como ex miembro de la Cámara de los Lores-, para justificarse diciendo que la Unión Europea estará bien representada en el cónclave euromarroquí por el propio Van Rompuy, por el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, y por el de la Comisión, el portugués José Manuel Durão Barroso.

Con su gesto, Ashton viene a decir que los reconoce como jefes, lo que supone arrojar la toalla en el combate por hacerse con un espacio político en el entramado de poder de las instituciones europeas. Y quienes se dicen amigos de Solana, recuerdan que el principal legado del español fue precisamente haber dotado de contenido a un cargo que su sucesora parece ahora empeñada en desinflar.