Europa mima a sus tiburones

Juan Oliver?Corresponsal

INTERNACIONAL

La banca europea renueva su imagen de especie depredadora negándose a prestar a las familias el dinero de los planes de rescate

08 feb 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Probablemente no existe en el mundo otro animal tan temido, investigado y filmado como el tiburón. Pero, por extraño que parezca, los escualos siguen siendo los grandes desconocidos del mar. Al margen de la fama de asesinos que les ha atribuido la producción literaria y cinematográfica creada a su alrededor, y de la precisa contabilidad anual sobre sus ataques al hombre, su modo de vida es un misterio. Nadie sabe con exactitud dónde se reúnen para aparearse, ni cuáles son sus rutas, ni cuántas poblaciones existen. Los científicos sospechan que están en peligro de extinción, pero idear medidas para preservarlos es un trabajo que, en esas condiciones, hay que desarrollar casi a ciegas.

En tierra, y a pesar de la falta de datos, siempre ha sido un recurso muy manido identificar a los escualos con los banqueros. Pero en el caso de la UE la metáfora empieza a cobrar un sentido renovado, y no solo porque la imagen de la banca como especie económica dominante se aproxima bastante a la realidad. También porque la biología del sistema financiero sigue siendo una incógnita incluso para los expertos encargados de gestionarla.

Marrajo

«No sabemos cómo cambiarían los ecosistemas marinos si desaparecieran los tiburones», confesó la semana pasada el comisario de Pesca, Joe Borg. Podría estar hablando de los bancos, pero en realidad presentaba una propuesta para proteger a los escualos. Su plan incide en la necesidad de destinar más dinero a investigar sus hábitats, sus costumbres y sus características biológicas. Y a Galicia el tema le interesa, porque parte de su flota se dedica al marrajo, una especie que se pesca como captura accesoria del pez espada y que los pescadores describen como agresiva y brava, pero de la que desconoce casi todo lo demás.

Huevas

Para los científicos, uno de los mayores problemas para estudiar al marrajo, y en general a la mayoría de los tiburones, es que se trata de un animal ovovíparo. Las hembras no sueltan los huevos en el mar, sino que los mantienen en el interior de su cuerpo hasta que eclosionan, lo que impide localizar sus lugares de cría. El único modo de descubrir dónde y cuándo se aparean es medir la concentración de huevas en el agua, pero el marrajo no deja pistas. Así que el sistema no funciona con él.

¿Cuánta crisis guardan aún en la panza los bancos europeos? ¿Han eclosionado ya todas las pérdidas a las que se expusieron por operaciones de riesgo como las hipotecas basura? ¿Por qué las entidades no vuelven a dar préstamos si los gobiernos las han rescatado de la quiebra y han avalado su supervivencia con billones de euros de dinero público?

Alerta temprana

«Lo que nos dicen los expertos es que están en una situación crítica, y tenemos que responder a esa advertencia», dice Richard Lockhead, miembro del gobierno regional escocés. No lleva los asuntos económicos, sino los pesqueros y, como Borg, no habla de bancos, sino de tiburones.

Precisamente, Escocia ha sido pionera al idear un sistema de alerta temprana que permite decretar de inmediato la veda en aquellas pesquerías donde se sospecha que el tiburón está en peligro. Una fórmula curiosamente similar a la empleada en materia económica por el Gobierno de Gordon Brown, que anunció una inversión de 620.000 millones de euros en el sistema británico en cuanto supo que algunos de sus escualos financieros estaban a punto extinguirse.

Desde entonces, casi todos los países de la UE han intervenido sus caladeros bancarios, y para no obstaculizar esas actuaciones Bruselas se ha prestado a flexibilizar sus rígidas leyes sobre competencia, consciente de que el ecosistema económico depende de que firmas como el Royal Bank of Scotland, ABN, ING, Fortis o Dexia sigan nadando en sus aguas. Aunque sea a contracorriente de las normas de libre mercado.

El problema es que todo eso se ha hecho sin asegurar que la riada de billones empleados en rescatar a la banca europea revertirá en la economía real: «Les culpamos de la crisis por prestar ingentes cantidades de dinero sin garantías de devolución, y no podemos pretender ahora que recuperen ese nivel de crédito en plena recesión, cuando el riesgo de insolvencia es mucho mayor», afirma un alto cargo de la Comisión. Él tampoco resiste la tentación de acudir a la comparación fácil: «Los bancos no son pezqueñines».