El líder norteamericano se va de Sochi sin lograr un acercamiento de posturas sobre la ampliación de la OTAN
07 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.La buena atmósfera del encuentro mantenido durante el fin de semana en el balneario ruso de Sochi por los presidentes de Rusia y EE.?UU., Vladímir Putin y George W. Bush, no ha influido, sin embargo, en los resultados. No ha habido avances ostensibles en esta última cumbre que ambos celebran en calidad de jefes de Estado. Todas las cuestiones conflictivas y problemas acumulados en las relaciones entre Moscú y Washington van a tener que resolverlos los nuevos presidentes ruso y estadounidense.
Pese a los elogios y palmadas en la espalda que ambos mandatarios se intercambiaron, parece a todas luces evidente que la crisis de confianza entre Rusia y EE.?UU. continúa sin superarse. El jefe de la Casa Blanca insistió en que el escudo antimisiles que su país se propone instalar en Polonia y la República Checa «no está dirigido contra Rusia». «La guerra fría ha terminado», repitió Bush.
El aspecto más positivo de la reunión fue la firma de una declaración estratégica marco que pretende sentar las bases para un futuro entendimiento y para seguir avanzando hacia una total sintonía. El documento recoge el anhelo conjunto de crear un «sistema de defensa antimisiles global» con participación de EE.?UU., Rusia y la Unión Europea y de «intensificar» las negociaciones para conseguirlo. Bush prometió que, si el mecanismo se pone en marcha, «habrá un intercambio de tecnología e información».
Putin ve la idea con buenos ojos y ello ayudaría a eliminar los recelos a propósito de la base de misiles en Polonia y la estación de radar en la República Checa, instalaciones a las que EE.?UU. no va a renunciar. Ante el hecho consumado, el jefe del Kremlin expresó el deseo de que «se lleve a cabo un trabajo conjunto hacia la creación de un escudo antimisiles regional y después global, con intercambio de tecnología y acceso al sistema de control y dirección, pero de forma permanente». Putin subrayó la palabra permanente y afirmó tener «un cauto optimismo» al respecto.
Apertura auténtica
Según su opinión, «con el escudo antimisiles lo importante son las medidas de confianza y cómo van a realizarse en la práctica. El diablo, como siempre, está en los pequeños detalles». «Transparencia supone auténtica apertura», añadió.
Ambos presidentes admitieron que aún queda un buen trecho hasta lograr que las cosas funcionen a ese nivel.
En cuanto a la Alianza Atlántica, dejaron claro también que persisten las diferencias en la ampliación de la OTAN hacia el Este, en particular hacia las repúblicas ex soviéticas de Ucrania y Georgia. Para mejorar las relaciones con la Alianza, afirmó Putin, «lo que hace falta no es atraer a las repúblicas a bloques militares, sino dialogar con la propia Rusia».
Uno de los objetivos que Bush tenía en Sochi era tomarle la medida al futuro presidente escogido por Putin para ser su heredero. Bush dijo que su impresión de Medvédev ha sido «muy favorable». Este expresó su intención de continuar con la relación trazada por Putin y Bush, «un factor clave en la estabilidad internacional».