Casi doscientos mariñanos recibieron tratamiento el pasado año en la unidad asistencial de Burela

LUGO

28 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

La Unidad Asistencial de Drogodependencias de Burela atendió en el 2007 a 187 mariñanos con una patología relacionada con el abuso o la dependencia del alcohol. En lo que va de año, 69 pacientes reciben asistencia en esta unidad que gestiona el Concello mediante un convenio con la Consellería de Sanidade. Una cifra alta, si se tiene en cuenta que el centro atendió en total 448 pacientes relacionados con adicción a sustancias legales, ilegales y ludopatías.

La directora de la unidad, Concepción Abad, explicó que de la cifra global, 147 pacientes incluyeron en el tratamiento de deshabituación medicamentos, lo que se conoce como interdictor, mientras que el resto utilizaron un programa libre de fármacos, «bien por rechazo al consumo de este tipo de específicos por posibles efectos secundarios o simplemente por opción personal».

Abad explicó que el paciente llega al centro asistencial no solo por derivación de los servicios médicos de atención primaria o salud mental, «sino a iniciativa del propio enfermo», que si realiza el programa completo requerirá al menos dos años de tratamiento.

El primer reto es contener las ganas de consumir alcohol. Así, la mayoría dedica el primer año al programa con interdictores, la utilización de un fármaco específico que ayuda a inhibir el deseo. «Al paciente se le explica cómo funciona, sabe y acepta, porque debe firmar un consentimiento ante un familiar responsable, que si toma el medicamento no podrá consumir ni una gota de alcohol porque afrontaría una intoxicación etílica», señala Abad.

Y cuando dice ni una gota de alcohol, es en el estricto sentido de la palabra: «No pueden tomar ningún alimento cocinado con alcohol o aderezado con vinagre, ni usar ningún tipo de cosmética que lo incluya». El interdictor se usa durante lo que se considera el período crítico de abstinencia, y la media de aplicación es un año.

Después llegará la etapa «libre de drogas, sin el escudo del medicamento, en la que el paciente es consciente de que ahora podría beber sin las consecuencias generadas por el interdictor, pero debe abstenerse de forma consciente y voluntaria», señala Abad. Entre seis y doce meses después de esta fase del programa llegaría el alta terapéutica.

Disfrutar sin consumir alcohol es posible, como lo demuestra el magosto que cada año celebra en Cervo la Asociación de Rehabilitados Alcohólicos de A Mariña, que lleva más de una década funcionando.