Asturias sale del infierno

Manuel Blanco

GALICIA

La depresión social y económica generada por la reconversión industrial es ya casi historia en una región que hoy camina, con altibajos, al mismo paso que España

09 dic 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

Durante décadas, Asturias fue una isla en España. Daba igual cómo fueran las cosas en el país, porque el Principado vivía a su ritmo. Con el paso cambiado. La dependencia del sector público era tan grande que un tercio del empleo y más de la mitad del producto interior bruto de la región (PIB) dependían directamente de empresas públicas o de las distintas Administraciones. El resto (firmas auxiliares, hostelería, servicios...) vivían de alimentar a las primeras, de modo que el balón apenas tenía fugas. Daba igual que la economía española navegase entre aguas turbulentas, porque la asturiana tenía ese punto artificial que permitía, en los malos tiempos, recibir fuertes inyecciones de dinero público para evitar que el barco se hundiese. Era, pues, una comunidad de corte industrial, rica, con un elevado nivel de vida derivado de los altos sueldos.

Pero a finales de los ochenta llegó la reconversión. Y el barco se hundió. Se hundió tanto que llegó a los infiernos. En catorce años, Asturias perdió entre 80.000 y 90.000 empleos, un cuarto del total, y los sectores clave de la región (minería, siderurgia, naval, fertilizantes, agricultura...) se fueron uno tras otro al tacho. Alberto González, secretario general de la Federación Asturiana de Empresarios (FADE), es gráfico al explicar lo ocurrido: «No hay ni una sola región en Europa, y probablemente muy pocas en el mundo, que hayan visto cómo en tan corto espacio de tiempo reconvertían todos los sectores que sostenían su economía. Es muy duro explicar lo que nos pasó».

En el llamado trienio negro (de 1991 a 1993), Asturias tocó fondo, pero en aquel terremoto social y económico se fueron poniendo las bases para salir del pozo. Se jubilaron y prejubilaron miles y miles de personas y en los años siguientes se privatizaron o cerraron las 23 firmas públicas que operaban en la región, salvo Hunosa (minería).

Reconversión superada

Asturias dejó la isla en la que había habitado durante décadas y entró en el mercado a competir. Por fin jugaba en España. Hoy en día, tanto el Gobierno del Principado como los agentes sociales y los estudiosos de la economía regional sostienen que la reconversión está superada y que la comunidad camina en una senda similar a la que puedan recorrer Galicia, Cantabria o Andalucía.

Con una peculiaridad: el nivel de vida en la región sigue siendo muy elevado. Y ello tiene que ver con cómo se hicieron las cosas durante la reconversión. La autoridad del lobby minero, y de forma singular de SOMA-UGT (la federación minera del sindicato, todo un poder en la sombra en Asturias), propició que el grado de proteccionismo aplicado durante la reconversión fuese muy acusado, lo que alivió en parte el impacto social de una reestructuración traumática.

Los miles de prejubilados del naval, las minas o las acerías conservan aún hoy un poder adquisitivo vital para mantener ese lado hedonista que uno percibe en el Principado, una sociedad en la que se palpa el gusto por la buena gastronomía, por disfrutar de una sidra con los amigos en el bar, por charlar -seguramente también por discutir- animadamente...

Asturias mira el futuro con optimismo, aunque con un ojo puesto en el pasado. La receta que Gobierno y agentes sociales han diseñado para el mañana es similar a la de Galicia: infraestructuras, economía de mercado, urbanismo sostenible, educación, inversión en I+D... Al Principado le espera, eso sí, un corto plazo más delicado, pues en breve dejará de ser región objetivo 1 para la Unión Europea -Galicia lo seguirá siendo, al menos, hasta el 2013-, con lo que se acabará la lluvia de millones procedentes de Bruselas que regaron la región de carreteras y depuradoras durante los últimos lustros.

El cambio, sin embargo, no ha generado una sensación traumática en la región. Más bien, al contrario. El Gobierno del Principado confía en un futuro halagüeño. Espera que el final del aislamiento secular que ha sufrido el noroeste peninsular con la llegada del AVE de la Meseta y el final de la transcantábrica abran nuevas puertas al desarrollo para el turismo, para las empresas...

Calidad de vida

Asturias quiere jugar, como Galicia o Cantabria, la baza de la calidad de vida. Manuel Hernández, director del departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo, juega casi a realizar un presagio al hablar de este asunto: «Es que en tres años puede que nadie conozca la cornisa cantábrica. Aquí hay agua, paisajes, es un lugar maravilloso, agradable para vivir. Si aquí operasen los mismos mecanismos que en Estados Unidos, la gente aceptaría salarios más bajos para vivir en los sitios con calidad de vida y las empresas vendrían detrás».