En los últimos diez meses, la información de Caja Madrid se ha repartido entre las páginas de política y economía. El que es el principal instrumento económico de una comunidad con un PIB similar al de Irlanda se ha convertido en el objeto de deseo de las diferentes familias del PP madrileño, mientras la oposición no está dispuesta a ceder un centímetro en su control.
La política se ha metido en la caja de forma tan notoria que, en privado, el Banco de España tuvo que llamar al orden para evitar males. Porque Caja Madrid es una de las esas firmas consideradas sistémicas por el supervisor; es decir, una financiera de la que echar mano si una tercera precisa auxilio. Su desestabilización pondría en riesgo el sistema financiero español. Por eso precisa su mimo.
La politización es uno de sus problemas, aunque se ha logrado salvar con un reciente pacto entre todos los agentes sociales para dar estabilidad y poder seguir con el proceso electoral en la caja. Es este el auténtico origen de los enfrentamientos entre los que quieren la continuidad de Blesa y los que abogan por su relevo, sugiriendo nombres como José Folgado, Manuel Pizarro o Rodrigo Rato.
Con ese panorama, la situación económica de la caja se ha ido deteriorando en los últimos doce meses y dos agencias le han rebajado su calificación.
Sus cuentas
Presenta así problemas de morosidad por su querencia al ladrillo; está en el 5,55%, casi un punto por encima de la media española y siendo la tercera más alta entre las cajas. Su liquidez, mientras, ha descendido de forma notable: disponía hace un año de 16.000 millones, con buena disposición prestadora, y acabó este semestre con una caída del 40% hasta quedarse en los 9.000. La entrada de un socio mejoraría los números de la madrileña y empeoraría las ratios de la que absorba. Y frente a la tendencia generalizada de cierres de oficinas para contener gastos, Caja Madrid ha optado por mantener su expansión: abrió 23 sucursales en lo que va de ejercicio.
Con todo, ha logrado mejorar su solvencia (el Tier 1 subió casi un punto en seis meses hasta quedar en el 8,57%) y si bien tiene una notable cartera industrial (Iberia, Mapfre, Sos...), no ha logrado que fructifique su salida a bolsa, bajo el nombre de Cibeles. La estatua de la diosa en la capital podría visitarla el Real Madrid si gana algún título. El fichaje de uno de sus galácticos lo financió precisamente la caja: aportó 76 millones para traer a Cristiano Ronaldo.