El presidente de EE.?UU., Barack Obama, pidió ayer al Senado de su país que no deje que «diferencias mínimas de opinión» interfieran en la aprobación de su nuevo programa de rescate económico cuyo texto está siendo debatido esta semana en la Cámara alta estadounidense. Obama, quien ya el pasado fin de semana advirtió de los peligros que una demora en la aplicación del plan podría tener para la economía de su país, realizó estas declaraciones horas después de que varios senadores republicanos expresaran sus reticencias a dar el visto bueno a una ley «que debería poner la proa hacia la meta y en vez de eso se pierde en vaguedades», según Mitch McConnell, máximo representante del partido de la oposición en el Senado, y una de las voces más respetadas entre los conservadores. Como McConnell, muchos republicanos han anunciado que votarán en contra del borrador inicial si los demócratas no introducen algunas modificaciones en el texto. Más concretamente, los herederos de Bush reclaman más recortes de impuestos así como una inyección de fondos en el mercado inmobiliario. Unas reivindicaciones que de no cumplirse podrían dar al traste con el deseo de Obama de firmar su rescate económico a mediados de febrero, ya que su partido no cuenta con mayoría en el Senado y necesita al menos dos votos republicanos para aprobar el borrador.
Pero no todos los republicanos están en contra de un plan que sí ha conseguido contar con el apoyo de varios gobernadores conservadores. Precisamente entre los primeros en levantar la voz se encuentra el gobernador de Vermont, Jim Douglas, quien, junto con Obama, se ha convertido en uno de los grandes defensores del programa. «Puede que de haberlo escrito yo lo hubiese hecho de otra manera -declaraba hace poco el político al respecto-, pero lo más importante es que la esencia del plan es reactivar la economía lo antes posible». Una urgencia que el Departamento de Comercio volvía a evidenciar ayer con el anunció de que el gasto real de los consumidores estadounidenses cayó en diciembre un 1%.