Los malos olores de las plantas papeleras, el problema que está siempre en el centro del debate
ECONOMÍA
Vertidos y emisiones a la atmósfera son los dos mayores problemas ecológicos a los que se enfrentan las papeleras en los entornos donde están asentadas. En el caso de Pontevedra, los emisarios submarinos en la ría y los malos olores se han llegado a convertir en todo un símbolo de la lucha ecologista.
Tanto, que el Instituto Nacional de Estadística calificó a Pontevedra como la ciudad con peor olor de Galicia y la cuarta española, por detrás de provincias como Huelva, en donde Ence tiene otra de sus fábricas. Un 34,2% de las viviendas del municipio admitían problemas de mal olor antes de que la firma realizase una millonaria inversión para aminorar el impacto de sus emisiones.
Las industrias punteras en este sector, asentadas fundamentalmente en Canadá, Suecia, Noruega o Finlandia, aseguran que la tecnología actual es capaz de reducir hasta un 95% los malos olores, provocados por los gases resultantes de la combustión del azufre y los compuestos sulfhídricos.
Recientemente, las firmas Saica, Tate & Lyle y La Montañanesa, todas ellas radicadas en Zaragoza, comprometieron una inversión superior a los 50 millones de euros para minimizar el impacto de los malos olores de cara a la Expo zaragozana.
Opciones ya ensayadas
La papelera Saica está incorporando reactores anaeróbicos o tanques de aireación para aminorar sus emisiones. Tate & Lyle (antigua Amylum) optó por construir nuevos secaderos y un lavador de gases. La Montañanesa diseñó una planta de olores, basada en la recogida e incineración de gases olorosos procedentes de focos dispersos.