Brasil se olvida del fútbol

DEPORTES

16 jun 2009 . Actualizado a las 17:11 h.

El mediocampo no crea, los centrales están a otra cosa y a los laterales les cuesta ayudar atrás, mucho más interesados en pisar el área contraria. A Brasil apenas le sostiene su pegada. Ayer lo demostró en el primer partido con sabor a competición oficial de la Copa Confederaciones. Si el Sudáfrica-Irak fue un tostón y Nueva Zelanda convirtió su encuentro con España en un chiste, los de Dunga ofertaron cuarenta minutos entretenidos ante un Egipto talentoso al que el miedo, primero, y la mala suerte final privaron de un merecidísimo premio.

El técnico de los africanos optó de inicio por una defensa de cinco para frenar al único punta fijo de los brasileños y desarmó su propio frente de ataque. La disposición táctica encajonó a los faraones atrás durante los primeros cinco minutos. Suficientes para que Kaká hiciera su jugada, entre la fantasía y la casualidad, y marcara el primero. El tanto probó a los de Hassan Sheatta la eficacia brasileña en los últimos metros y les impuso un cambio de estrategia: había que alejar del área las camisetas amarillas. Lo consiguieron con el permiso del rival, en el que solo Alves parecía interesado en la presión. El lateral del Barça podría empezar otra temporada sin necesidad de vacaciones a juzgar por el atracón de correr que se metió ayer.

El caso es que Egipto trenzó varias jugadas de mérito que acabaron en disparos lejanos sin oposición o en centros al área como el que, tras una bonita combinación a tres bandas, facilitó el gol de Zidan, a pase de un exquisito Aboutrika.

Seis minutos de locura

Empataban los africanos tres minutos después de que se adelantasen los de Dunga, que invirtieron ese mismo tiempo en ponerse de nuevo al frente en el marcador. Luis Fabiano remató un saque de falta que se coló ayudado por la falta de reflejos del portero. La pentacampeona anunciaba su poderío a balón parado, confirmado pasada la media hora con un cabezazo de Juan en un córner que suponía el tercero. Tocaba Egipto y marcaba Brasil, que por momentos amenazó con la goleada.

Sin embargo, la eficacia frente al marco rival no escondió la flojera brasileña en zonas clave del campo. El fútbol de Gilberto Silva y Felipe Melo es una castaña, un mediocampo totalmente improductivo que ayer ni siquiera sirvió en tareas de contención. Y lo de la banda izquierda es para hacérselo mirar: Robinho no defiende (es Robinho), pero es que Kleber (lateral zurdo del Santos al que quiere fichar el Valencia) debió tener el peor día de su vida. O eso, o un padrino importante en Brasil. Fathy (interior diestro del El Ahly) lo volvió loco hasta que Muhammadi (del Enppi egipcio) le dio el relevo. Entre los dos atormentaron al brasileño con regates, caños y paredes. Dunga terminó por apiadarse y lo sustituyó en el minuto 80.

Dejó el campo con el marcador ya igualado, porque Egipto volvió del vestuario dispuesto a obtener frutos del control de la posesión. Un violento disparo de Shaky, cerrando una triangulación, y una nueva asistencia de Aboutrika a Zidan, treinta segundos después, habían devuelto las tablas en el minuto 56.

Conscientes de la debilidad brasileña, donde apenas Kaká se esforzaba en poner orden, los africanos comenzaron a creer en la victoria y la buscaron sin descanso frente a un rival dimitido por agotamiento. Las camisetas amarillas se dedicaban ahora a intentar frenar el rondo al que les sometían los de rojo. Lucio repartía su tiempo entre achicar balones y desgañitarse para abroncar a sus compañeros (casi siempre a Kleber). Brasil ni siquiera disponía de recursos en el banquillo: la entrada de Pato por Robinho no tuvo incidencia en el juego.

Sí la tuvo la fortuna que propició un penalti por mano de Muhammadi bajo palos tras una incorporación de Lucio, casi en el descuento. Kaká se encargó de convertir en tres puntos la suerte del pentacampeón.