Un millón de vidas en medio siglo

SOCIEDAD

El cinturón de seguridad de tres puntos de apoyo, diseñado por un ingeniero sueco de Volvo y utilizado aún hoy, cumple 50 años desde su instalación en un automóvil

14 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Los coches no pasaban de 30 por hora, pero los castañazos de los pioneros del automovilismo allá por los años diez y veinte del siglo pasado eran tan gordos que los médicos de la época, asustados por los efectos que salir despedido por el cristal delantero tenía en el cuerpo humano, fueron los primeros en instalar cinturones de seguridad caseros en sus propios vehículos. Eran simples correas abdominales de dos puntos de apoyo, pero cumplían su misión. Después se hartaron de pedir a los fabricantes los incorporasen a los automóviles, pero nadie les hizo caso.

También fracasaron las tentativas de Nash en 1949, y Ford y Chrysler en 1955, que ofrecían a sus clientes una cinta abdominal para no salir despedidos y que nadie quiso comprar, así que hubo que esperar hasta 1959 para asistir a la primera instalación seriada de un cinturón de seguridad en un automóvil.

Un año antes, la firma sueca Volvo había fichado como ingeniero de seguridad a Nils Bohlin, un cerebrito que venía de diseñar aviones para Saab y que conocía bien el cinturón con tres puntos de apoyo que se usaba en la aviación desde 1952, pero que causaba molestias abdominales a los pilotos.

Llega la patente

Bohlin le dio una vuelta, lo rediseñó para hacerlo más ergonómico y lo patentó en 1959, cuando Volvo decidió instalarlo de serie en su modelo Amazon el día 13 de agosto. La empresa liberó la patente años después para que se generalizase su uso, así que, con pequeñas modificaciones, es el estándar que se sigue utilizando hoy en día y que ha salvado un millón de vidas en 50 años, según los datos ofrecidos ayer por el Consejo Europeo para la Seguridad en el Transporte (ETSC, en inglés).

Pero si la fama se la llevó el ingeniero Bohlin, el verdadero héroe de esta historia es mucho menos conocido. Al principio, los clientes no querían usar el cinturón, que consideraban aparatoso e incómodo, y esa realidad puso contra las cuerdas a Volvo, que intuía el fracaso de la patente.

Fue contratado entonces un conejillo de indias, el piloto Orvar Aspholm, un apasionado de la velocidad que había hecho sus pinitos en la fórmula 3 con más pena que gloria, y probaron con él los efectos de cientos de impactos con baja aceleración.

Aquellos castañazos fueron su loable aportación a la historia de la humanidad, muy por delante de sus logros en la tercera división del automovilismo, ya que dieron pie a un estudio que el propio Nils Bohlin y el médico Bertil Aldman, contratado también por Volvo para atender a Aspholm, presentaron con notable éxito en Estados Unidos en 1967.

Era el llamado Informe de los 28.000 accidentes , que demostraba que el cinturón salvaba vidas y reducía las lesiones en un 60%. Tuvo tal impacto que generalizó por fin el uso del sistema.

Hoy, medio siglo más tarde, el 40% de las muertes en carretera se producen por no usar el cinturón de seguridad, que, según la ETSC, salvó 13.000 vidas en la Unión Europea el año pasado, mientras que su empleo habría salvado otras 4.300.