«En cooperación, lo fundamental es el sentido común»

SOCIEDAD

Susana Fernández trabaja en formación de estructuras sociales en unos Balcanes que aún restañan las heridas de la guerra

23 mar 2009 . Actualizado a las 12:11 h.

El camino, con resultados dispares, lo siguieron muchos chavales de su generación: acabar la carrera, desempleo y Londres como salida para aprender inglés. Susana Fernández remató Xornalismo en Santiago y se trasladó a la capital británica. Eran finales de los noventa. «Allí conocí a gente de muy diferentes países, sobre todo africanos, con unas historias detrás que hicieron que me interesara más por otros lugares y otras realidades». Ponía entonces rostro y nombre a algo que hasta el momento, cuenta, solo eran letras de un periódico o imágenes de una pantalla.

Lleva ahora siete años vinculada a diferentes organizaciones, en sus áreas de sensibilización y comunicación, y dos salidas al exterior. Siempre a los Balcanes. Lo primero, Croacia, hace tres años. Desde enero coopera con la organización Iscod en Serbia. Aunque el primer choque con el Sur le llegó antes en Perú: «Las desigualdades te golpean nada más aterrizar».

Tras una guerra, tan larga y tan cruenta como se vivió en el corazón de Europa, hay que reconstruirlo todo. También la organización social. Desde Belgrado, Susana participa en un programa de formación social para Serbia y Bosnia para que las estructuras sindicales de ambos países participen como agentes democratizadores. Es la cara B de la cooperación, en la que nadie piensa, pero indispensable para el desarrollo. «Cuando dices cooperación, lo más probable es que a la gente se le vengan a la cabeza imágenes de América Latina o África, pero se ha olvidado que muy cerca de España hubo en los noventa una guerra con consecuencias terribles, y su recuperación no es algo que ocurra de la noche a la mañana», sentencia.

La guerra es algo que no se olvida y que condiciona parte de su trabajo. Aunque ella aplica una filosofía sencilla que un día le contó un antiguo jefe: «En cooperación, si hay algo que es fundamental, eso es el sentido común». Dice que esa cooperación le ha permitido ver «cómo en lo esencial somos todos iguales, la preocupación de una madre por la alimentación o la salud de sus hijos, el sentimiento de pertenencia a nuestro lugar de origen, la necesidad de una vivienda...». También en la gente que ve a diario y que «tantos años después siguen siendo víctimas, son personas que tienen dos vidas, una antes, normal, como la de cualquiera de nosotros, y otra completamente diferente, después, pero en esa vida de después hay una carga tan grande de dignidad, de fortaleza, de levantarse cada mañana en la pelea por continuar, que te enseña la parte más positiva del ser humano».