El centro de recuperación de la fauna salvaje de Cotorredondo, en la parroquia marinense de San Xulián, recibió ya las primeras aves tiroteadas desde que se abrió la temporada de caza el pasado fin de semana en la provincia. Este centro, ubicado en el lago de Castiñeiras, está gestionado por la Consellería de Medio Ambiente y atiende los casos de animales salvajes no cinegéticos heridos o encontrados muertos en el monte.
El pasado domingo ingresaron en el centro marinense dos aves heridas y ayer se esperaba que lo hiciese una tercera. Se trata de un azor y dos águilas ratoneras, heridas de diversa consideración por perdigones. Dos de los animales proceden del entorno del monte Xiabre, entre Vilagarcía y Caldas; mientras que el tercero viene de Lourido (Poio).
El veterinario responsable del centro de fauna salvaje, Antón Acuña, explicó ayer que este nivel de ingresos es el habitual durante la temporada de caza, aunque sí es llamativo que a tan pocos días se registren ya tres.
Desde garzas a un alcatraz
Una vez que las aves llegan a las dependencias de Cotorredondo, el veterinario hace una primera evaluación de su estado de salud, un diagnóstico que sirve para saber qué tratamiento seguir. Estas dependencias cuentan con espacios separados para poder atender a un buen número de ejemplares de forma individual durante el tiempo de su confinamiento. También hay un espacio habilitado como quirófano, para la realización de operaciones como la extracción de los cartuchos, y el centro dispone asimismo de medios para poder obtener placas de rayos X.
Las estadísticas de ingresos y atenciones de Cotorredondo revelan extrañas prácticas realizadas por algunos cazadores y difícilmente justificables con la actividad cinegética. Por ejemplo, en la pasada temporada de caza ingresaron en las dependencias del lago de Castiñeiras 32 aves heridas por tiroteo. Las especies más habituales en el listado son los azores y las águilas ratoneras, aves rapaces que gozan de muy mala prensa entre los cazadores.
Las aves de presa, que están protegidas por Ley y excluidas por lo tanto de la relación de especies cazables, por lo que desde la Administración se entiende que la persona que tirotea a uno de estos animales no tiene excusa.
Sin embargo, hay casos aún más raros. El año pasado, por ejemplo, ingresó en Cotorredondo un alcatraz, que es un ave puramente marina y que presentaba una herida por tiroteo. El perdigón se puede ver claramente en la radiografía del cuerpo del animal.
Otros casos extraños de animales tiroteados son las garzas, que también están protegidas por la legislación vigente. «Algúns cazadores din que lle disparan ao azor e ao ratonero porque comen coellos, pero o que non entendo é que dano lles pode facer unha garza, que só come peixe», sentenció Antón Acuña.