Carlos es uno de los pocos «kellys» que hay en Galicia: «Hay clientes que prefieren a una mujer y yo pienso: ¿Pero qué más dará?»

YES

Tiene 25 años y trabaja de camarero de piso en el hotel Nanín de Sanxenxo: «Siempre fui un poco maniático de la limpieza y del orden. Me gusta que todo quede bien hecho y limpio»
07 jun 2025 . Actualizado a las 17:04 h.Encontrar en Galicia un camarero de piso o kelly, que no sea mujer, es prácticamente misión imposible. Pero en el hotel Nanín de Sanxenxo hay uno, y «muy bueno», según reconoce la propiedad de dicho establecimiento. «Estamos encantados con él», insisten. Él es el único hombre de todo el establecimiento que se dedica a tal cometido. Se llama Carlos y tiene 25 años. Y resulta del todo esperanzador que considere que es un trabajo perfecto para sus necesidades. «Yo acababa de estudiar hace tres años el ciclo superior de administrativo y necesitaba un trabajo cuanto antes. Entonces eché el currículo, me llamaron e hice la entrevista», reconoce sin darle, apenas, demasiada importancia al hecho de que no tenga más compañeros que realizan este trabajo. «Durante la entrevista ya me dijeron que les había sorprendido que quisiera optar a este puesto, pero yo no le vi ningún problema, porque tenía dos manos y podía hacerlo. Me hicieron una prueba, la pasé y me quedé», explica con naturalidad.
Tan bien lo hace que esta ya es su cuarta temporada en el hotel. «La verdad es que me gusta el trabajo, pero es cierto que tienes que ser un poco maniático de la limpieza y del orden para que te guste. Yo siempre fui así. Me gusta que quede todo bien hecho, limpio y ordenado. Y eso también les gustó mucho en el hotel», comenta.
Carlos cuenta que todas sus compañeras son mujeres y que tiene muy buena relación con ellas. También explica que, en cierto modo, entendió que al principio despertara cierta desconfianza. Había dudas sobre si sería capaz de desarrollar bien el trabajo: «En el equipo hay unas cinco o seis mujeres y yo. Cuando me vieron entrar por la puerta no daban un duro por mí. Decían que un chico no iba a hacer nada, que me iba a ir, que no me iba a gustar el trabajo o que no iba a ser capaz de hacerlo, pero al final me quedé y vieron que entre todos lográbamos hacerlo bien y sacarlo adelante. Y ahora ya soy uno más».
Trabajo en parejas
Y describe más detalladamente en qué consiste su trabajo: «El hotel se divide en habitaciones y apartamentos. Tardo unos 50 minutos en hacer un apartamento. Y una habitación, una media hora o así. Pero siempre vamos en parejas. Y nos dividimos. Primero hacemos entre los dos las camas. Y luego, ya uno se dedica a hacer la terraza, limpiar el polvo y la cocina, si hay. Y mientras, el otro se mete en el cuarto de baño todo el rato. Porque el baño es la zona más importante cuando vas a un hotel», explica.
«Hay clientes que no se sorprenden de verme, pero también hay los que prefieren a una mujer. Y yo pienso: ‘¿Peroqué más dará?’»
No es de extrañar que de tanto limpiar habitaciones ya haya desarrollado un defecto profesional cuando él acude a un alojamiento como cliente. «Cuando voy a un hotel intento no pensar en el trabajo, pero si voy con alguien, siempre hago el típico comentario sobre si veo que algo está mal hecho o si hay algo sucio, o cómo debería hacerse tal cosa», reconoce.
Carlos ha encontrado en esta salida profesional una buena opción para opositar. «No me veo en un futuro haciendo siempre esto, porque es un trabajo de temporada. Si fuera todo el año, no me importaría. Aunque yo ahora estoy estudiando oposiciones y, claro, me gustaría aprobarlas. Pero mientras estudio, me permite tener unos ingresos y ser independiente. Además, me lo paso muy bien con mis compañeras», explica. El sueño de Carlos es lograr una plaza de funcionario en la Administración del Estado. Y viendo lo meticuloso que es haciendo su trabajo, seguro que no tendrá mucho problema para conseguirlo.
En cuanto a si hay clientes que desconfían de su buena mano con la limpieza, comenta que es como las meigas. Haberlas haylas: «Hay de todo. Están los clientes que no se sorprenden, pero también hay los que prefieren que vaya una mujer. Y yo ahí pienso: ‘¿Pero qué más dará que sea hombre o mujer? Si voy a hacer la cama, que no voy a hacer otra cosa’... No lo expresan, pero las caras dicen mucho. Sobre todo, las de la gente mayor. Y, sobre todo, mujeres, aunque también hombres. Pero ya te digo que hay de todo». A pesar de ello, Carlos opta siempre por derribar este tipo de prejuicios: «Yo intento decirles que un hombre también sabe hacerlo igualmente y que si estoy aquí trabajando es, precisamente, por eso».
Pero vayamos ahora a la pregunta del millón. ¿Cuál es el truco que tienen los hoteles para conseguir que las camas queden perfectas? Carlos responde que el secreto comienza en el lavado y el planchado: «Nosotros tenemos una lavandería en el hotel y nos las traen ya planchadas. Aun así, intentamos darles nuestro toque. Al final, es mucha práctica. Porque ya llevo cuatro años. Y luego, hay que estirar mucho las sábanas. Pero mucho, mucho, mucho».
También reconoce que está contento con el horario y las condiciones que tiene, porque le permite tener tiempo libre para estudiar, y un día de descanso entre semana. «Mi horario es de 10 de la mañana a 3 de la tarde y luego libro un día a la semana. Y trabajo los fines de semana. La verdad es que no hay queja, el trabajo está bien». Además, cuenta que el sector en Galicia no funciona de la misma manera que en otras comunidades, como puede ser en Baleares, donde hubo denuncias por salarios muy bajos y un tiempo muy reducido para poder limpiar cada habitación: «Aquí no va así. Yo creo que tanto en Baleares como en Canarias funcionan de manera totalmente distinta. Porque alguna vez ha venido alguna chica que había trabajado en Mallorca y nos contaba que era totalmente diferente a cómo se trabaja aquí, y que aquí es mucho mejor».
Únete a nuestro canal de WhatsApp
No conoce a nadie más
Carlos también indica que no conoce a ningún hombre que sea camarero de piso: «Por la zona, solo sé que soy yo. Yo no conozco a nadie más». Y explica que también ha intentado trabajar de empleado de hogar, pero que, en ese caso, le dieron portazo. «Me intenté meter un par de veces. En internet hay ofertas de gente que necesita que alguien le vaya a limpiar a su casa. Yo envío la oferta y al ver mi nombre siempre me dicen: ‘Pero eres un hombre’. Les respondo que para limpiar da igual, pero entonces ya me dicen que prefieren a una mujer. Y ya está. Hasta ahí llega la conversación», comenta. «Otra vez llamé porque vi que estaban buscando a alguien para limpiar y al hablar me preguntaron que en quién estaba pensando. Al decirle que en mí, ya me respondió: ‘Ah, no, no. Estoy buscando una mujer... ’ Todavía hay mucho sexismo en el sector. Sobre todo, en el tema del asistente de hogar».
En cuanto a si a su familia le sorprende que trabaje de camarero de piso, Carlos responde que no, porque su madre también es empleada de limpieza. «Nadie se sorprendió y es lo que tendría que ser, ¿no? No tiene nada que ver el sexo con que una persona sea limpia. Si le gusta la limpieza, le gustará igualmente tanto si es hombre como mujer», dice mientras reconoce que es una cuestión de educación y de si te han enseñado a hacerlo en casa. «Cuando era un adolescente ya tuve que empezar a cocinar y a limpiar en casa. Y luego, me fui a vivir solo y ya me volví un poquito más maniático de la limpieza y más ordenado. Empecé a ayudar en casa porque mi madre no tenía mucho tiempo para hacerlo. Y eso me ha permitido ahora poder ser independiente económicamente, mientras me saco unas oposiciones». Claro que sí.