Mateo Fuentes, voluntario en la India: «Los que recogen basura te enseñan mucho de la vida»

ALEJANDRA CEBALLOS / S. F.

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Mateo pidió una excedencia para irse de voluntario a la India, pero más que ayudar, fueron los niños los que terminaron enseñándole a él. «Al final quien tiene poco es quien más comparte», dice

22 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Mateo Fuentes (A Coruña, 1987) tenía claras sus intenciones de conocer mundo y ayudar. Cuando acabó la carrera de Administración de Empresas en el 2010 esperaba irse para Estados Unidos a un proyecto ambiental en el que ayudaría con la conservación de los parques naturales. Pero la vida tenía un plan diferente para él. «Ese año se estaba estrenando el .com de Zara y me cogieron. Así que tuve que dejar en pausa el voluntariado», cuenta. En el 2017, sin embargo, un viaje a la India volvió a recordarle sus intenciones de ayudar.

 «La India no estaba entre los países que quería visitar. Me daba un poco de miedo por las opiniones que había escuchado de otras personas. Pero la madre de mi novia se había ido de voluntaria a enseñar alemán con la fundación Vicente Ferrer, así que nosotros fuimos a visitarla y quedé encantado. La música, los trajes tradicionales, el cine... El país te atrapa. Es ver el mundo diferente», menciona.

Inmediatamente, al volver a España se puso manos a la obra. Su pareja lo animó a que se sacara esa espinita y en el trabajo le dijeron que no había problema. «Yo tenía miedo porque nunca había escuchado de alguien que se pidiera una excedencia, así que temía que al volver ya no tuviera trabajo, pero todo se desarrolló sin problema», recuerda.

En el 2018 se entrevistó con la directora de Semilla para el Cambio, la ONG de una coruñesa en Varanasi (la India), y fue aceptado. Establecieron que sus tareas estarían relacionadas con la página web, así que terminó los preparativos y se marchó en septiembre de ese año.

«La primera vez que fui a Varanasi era de noche y me impactó un poco, pero al otro día todo fue diferente. Es una ciudad muy interesante porque se encuentra a orillas del Ganges, uno de los ríos más importante para el hinduismo. Así que hay mucha cultura alrededor del lugar», relata. De hecho, estando allí organizó un viaje para que sus hermanos fueran a visitarlo.

La fundación en la que fue voluntario está enfocada, sobre todo, a la educación de niños de los slums, o barrios más pobres, donde es común que las familias se dediquen a recoger basura, separarla y vender las cosas reciclables por muy poco precio.

«La oenegé no es un colegio, sino una entidad que se encarga de apoyar a los niños y darles una subvención a las familias, porque los niños son mano de obra. Para ellos, pensar en que la educación da oportunidades es algo que suena muy teórico. Las familias necesitan a los niños trabajando», explica Mateo. Así que los apadrinan para que puedan estudiar y los apoyan en las actividades extraescolares.

También tiene programas de salud y nutrición, seguimiento prenatal y un programa contra la brecha de género en el que las mujeres tienen un taller artesanal de regalos que venden para financiar la fundación. «La mayoría de los trabajos los suplen personas locales. Si no, no sería rentable. Los voluntarios solo vienen a labores muy específicas, que no puede suplir gente de allí», acota Mateo.

Su voluntariado fue mucho más que las tareas de la página web. «Lo más chulo es el tiempo con los niños. En mi tiempo libre me dediqué a jugar con ellos. Es muy bonito, cada vez que vas a sus casas alguno sale corriendo a comprar algo para atenderte. Al final quien tiene poco es quien más comparte. Ellos son superhospitalarios», dice. El vínculo que creó con los chicos fue tal que ahora regresa cada año a visitarlos, al menos durante dos semanas.

Cuando se le pregunta, Mateo no duda en recomendar la experiencia. «Igual estoy siendo un poco egoísta, porque lo hago también para sentirme bien yo. Siendo voluntario te entregas a los otros, pero es más lo que recibes. Lo recomiendo a todos porque consigues cambiar pequeñas cosas de la vida de alguien y encuentras un sentido, eres útil. Eso te hace mejor persona», concluye.