Carlos Soroa, el primer actor sordo de Netflix: «Aspiro a no hacer siempre de persona sorda»

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El intérprete triunfa en «Bienvenidos a Edén» con un papel que le ha llegado cuando trabajaba como cocinero y sin esperanza alguna durante la pandemia: «He conseguido mi sueño cuando ya no tenía ilusión»

08 jun 2022 . Actualizado a las 09:04 h.

Carlos Soroa (Madrid, 1991) es el primer actor sordo de Netflix España. Es habitual que tenga que aclarar que es ese el orden, actor y sordo, y no al revés. «Quiero que me vean como un actor que resulta ser sordo, no como un sordo que es actor», aclara. Como si fuese uno de los invitados a la macrofiesta paradisíaca con la que arranca la ficción, su oportunidad en la serie Bienvenidos a Edén le llegó a través de un mensaje de Instagram. Carlos siempre quiso ser actor, pero ya había desistido. Trabajaba en las cocinas de un hotel y se encontraba en ERTE, en plena pandemia, cuando abrió ese mensaje que le cambiaría la vida y cumpliría su sueño.

«En el mensaje decían que estaban buscando a una persona sorda para participar en la serie. Y me decidí, les respondí. Pasó un tiempo sin que me contestaran, y un mes después más o menos, recibí una llamada. Cuando me dijeron que estaba seleccionado, yo dije: 'Es mentira, no me lo puedo creer'. Estaba así como en una nube, pensando: 'Netflix España me llama para hacer una serie con ellos'. Eran de repente muchas emociones. El miedo, el reto que eso suponía, el cambio...», indica. Al final, salió todo rodado. Pidió una excedencia en su trabajo y todo resultó más sencillo de lo que creía.

Carlos agradece la iniciativa de Netflix de buscar a un actor sordo y no a uno que interpretase la discapacidad. Pero lo que realmente le gustaría, asegura, es que la sordera pasara a ser simplemente un rasgo más. «Casi deberíamos olvidarnos un poquito de esta etiqueta de sordo. Ojalá se abran los cástings, que uno pueda presentarse a cualquiera y... ¿que eres sordo? Pues una condición más. Se pueden hacer muchos papeles y muchas cosas, no tiene que ser siempre de persona sorda». En Edén se ha sentido en igualdad, tanto dentro como fuera del rodaje. Más de un compañero llegó a aprender expresiones de la lengua de signos, la herramienta con la que se comunica también en la ficción. Especialmente Begoña Vargas, una de las actrices que más escenas comparte con él.

«Fue una sorpresa para todos ver que se podía trabajar así, y que además era más fácil de lo que pensábamos. Y por eso quiero agradecer a Netflix que haya adaptado todo, que hasta utilizaban mascarillas transparentes para que yo pudiera ver, e hicieron todo lo que yo necesitaba para que pudiera trabajar en igualdad de condiciones», señala el joven, que es capaz de leer los labios si está con una, dos o incluso tres personas. No obstante, el mundo que le rodea es oyente, por lo que cuando se forma un grupo, la cosa se complica más.

Su personaje, Eloy, no tiene una gran trama en la serie, pero forma parte de uno de esos tándems que enganchan. Mantiene una relación con Orson, un chico que ocupa un nivel superior al suyo en la estructura social de la serie. Es oyente y no se esfuerza demasiado por entenderle, por lo que a priori su relación parece más sexual que otra cosa. «Pero está claro que hay una química ahí, aunque sea complicado el entorno y la relación que tienen», dice Carlos.

«No me animaban»

Ahora que lo ven a través de la pantalla, codeándose con el resto de actores en una producción accesible desde cualquier rincón del planeta, sus padres le felicitan. Atrás quedan los miedos de la familia a que Carlos se dedicase a algo tan volátil y con tan poca cabida para la comunidad sorda. «Ya veremos a qué lleva esto... Pero yo recuerdo cuando hice el bachillerato artístico que mi familia no me animaba, me decían que no había estabilidad, que no había nadie que lo hiciese, que si realmente iba a conseguir trabajo de esto... Es que aquí en España no había ningún modelo de persona sorda dedicada a este mundo», dice este joven que siempre quiso mirarse en referentes como Marlee Matlin, la primera actriz sorda en ganar un Oscar, y Lauren Ridloff, de The Walking Dead. Entre los oyentes, señala, le encanta Meryl Streep.

Nadie oye en su familia. «Soy la tercera generación de sordos. No sé si habrá una cuarta, pero sí, lo soy», afirma. Está más que acostumbrado a que su condición sea una barrera en un oficio en el que la puerta estaba cerrada... hasta ahora. «En Estados Unidos está más abierta, porque llevan más tiempo, están muy avanzados. Aquí en España estamos mucho más atrasados, también en la mentalidad. Nos cuesta entender lo que creemos que son las personas sordas y cómo relacionarnos con ellas». Entre su comunidad, afirma, hay mucha afición por el teatro y las artes escénicas, pero suele ser un mundo más bien cerrado en el que no existe la integración con las personas oyentes. «Yo ahora con Netflix he abierto una puerta que esperemos que no sea muy lenta, porque me encantaría poder seguir haciendo más cosas y que saliera más trabajo para nosotros», apunta.

Como ser actor era casi un imposible y Carlos es de esa clase de personas que tienen «plan b, c, y así hasta la z», dice, decidió estudiar el ciclo superior de Hostelería. Así fue como se hizo cocinero, actividad que compaginaba con algún trabajo en cortometrajes o anuncios publicitarios —protagonizó una campaña de El Corte Inglés—. También hizo teatro, de hecho actuó en la obra Manual básico de lengua de signos para romper corazones en el Centro Dramático Nacional.

En el hotel en el que trabajaba cuando lo llamaron de Edén hacía cocina española. También para bodas, comuniones y eventos. Lo que tocase. Pero para lo que no se formó nunca fue, precisamente, para la interpretación. «El año pasado después de la serie sí me apunté en algunos talleres para estudiar y formarme más. Antes, como no veía la opción, decía: '¿Para qué?'».

Fue ahora con esta oportunidad cuando se animó a hacer algún curso para cubrir ciertas carencias e inseguridades. Lo que ocurre es que otra barrera que conlleva la auditiva, relata, es la económica. «Muchas veces en este tipo de cursos y talleres que se organizan no hay intérpretes de lengua de signos, y tú los tienes que pagar aparte. Entonces, claro, supone un gasto muy importante; por un lado el curso, por otro el intérprete... Económicamente es complicado». Menos mal que para Carlos, Edén fue como una lotería: «He podido conseguir el sueño que tenía, y no nos lo esperábamos. Pero yo espero que no sea una moda, ni algo anecdótico que pasa una vez y ya está, sino que se sigan planteando este tipo de papeles».

OLVIDADOS EN LA PANDEMIA

Algo está cambiando en el mundo de la ficción, y el triunfo de CODA en los Oscar es prueba de ello. Pero todavía queda mucho para la inclusión en el mundo real. Pocos pensaron en la comunidad sorda durante la pandemia. «La mascarilla para mí era una barrera horrorosa. Bajar a la farmacia y preguntarle algo a alguien, tener que bajarse la mascarilla, escribir... El confinamiento fue una época dura, pero yo saqué una cosa positiva, que fue que me llamó Netflix, fíjate. Todo tiene su parte buena y su parte mala».

De momento no ha recibido todavía esa ansiada segunda oferta, pero es consciente de que tan solo hace un mes del estreno. Lo que sí ha recibido ya es la noticia de que Bienvenidos a Edén tendrá segunda temporada. «Estoy muy contento de que niños sordos que estén en la situación en la que yo estaba me vean y digan: 'Pues se puede hacer'. Ahora falta que los productores lo vean como una realidad. Y, si no, me queda la cocina. Hace poco también me saqué el título de profesor especialista en lengua de signos, y la moda me encanta... Si veo que por aquí no, intentaré tocar otras puertas, pero lo que yo quiero es la interpretación», sostiene. Incluso apunta más alto. «Creo que no hay ningún director sordo, me encantaría moverme por ahí». Seguro que lo hace.