Teresa Pan: «Con este número ya me ha tocado dos veces la lotería»

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ANGEL MANSO

Hay personas, y números que atraen a la suerte. Y Teresa y el 16177 son el ejemplo. Con este número, heredado de su tía, y al que juega desde hace casi treinta años, ya ha escuchado dos veces eso de «te ha tocado». Han sido premios grandes, un primero y un segundo, aunque nunca en Navidad

19 dic 2021 . Actualizado a las 10:14 h.

La suerte, a veces, llama dos veces. Y si no, que se lo digan a Teresa. Esta coruñesa ya ha visto en dos ocasiones cómo su número salía del bombo acompañado de un premio de los importantes. «Hay quien dice que cuando te toca una vez hay que deshacerse de él, porque ya no toca más. Me dicen que soy un poco masoquista, pero yo sigo con él», explica Teresa, que va camino de hacer suyo eso de «no hay dos sin tres».

 Hay que remontarse 22 años para hablar de su gran golpe de suerte. Fue en 1999. Ella estaba en Barrañán tomando los callos y no eran capaces de localizarla. Ana, la de La Favorita, se cansó de llamarla. También su primo. Hasta que en una de estas contestó al teléfono: «Baja corriendo, —le dijo su primo—. Baja que Ana está intentando localizarte que te tocó la lotería». «¡Estás de coña! —le dije—. Y al bajar ya me encontré con todo el show». El 16177, su número, (que era el mismo al que jugaba Vituco Leirachá, un histórico periodista de La Voz, que también resultó agraciado en el sorteo), ese que lleva jugando cerca de 30 años, era el primer premio de la lotería nacional.

Aunque le da apuro decirlo, no fue un premio para tapar agujeros, porque no había necesidades económicas, pero algo así «siempre te da alegrías». Y cuando aún no se habían recuperado del sobresalto, apenas dos meses después, saltó de nuevo el gordo. No el de Navidad. En estas fechas nunca ha tenido mucha suerte con los premios más generosos, pero el 6 de noviembre de ese mismo año el segundo premio de la lotería nacional recayó en el 16177. Esta vez tampoco fue fácil localizarla, pero obviamente se acabó enterando. «No suelo estar atenta el sábado, cuando voy a la administración ya me dicen si me ha tocado o no», cuenta.

A las puertas del sorteo más grande del año, «aunque toca más en Reyes», Teresa no pierde la esperanza, confía en que todavía le pueda traer más sorpresas. «Espero que me toque algo, aunque solo me devuelva los cuartos...», dice. Ella lo tiene muy claro: «No juego por el dinero, sino porque me gusta», y además, está muy mentalizada: «Si me toca, qué maravilla; que no, pues no estaba para mí. Ojalá que le toque a gente que lo necesite más que yo». Eso sí, mientras lo sigue intentando. Podemos decir que el espíritu lotero lo lleva en la sangre. En general, en su casa son muy loteros, aunque no a todos les gusta jugar. De su tía heredó la pasión y el número. No se lo pensó dos veces cuando se le presentó la oportunidad de continuar la tradición del 16177. «Yo vivía con mi tía, que era la que estaba abonada de toda la vida, y cuando se murió, seguí con él», relata Teresa. De esto hace ya casi 28 años y desde entonces no le ha dado tregua a diario. No lo comparte con nadie y juega todos los sorteos que hay. Esto implica jueves y sábados, y sorteos extraordinarios como Navidad o Reyes. «Los jueves no me toca nada, solo me da disgustos, alguna devolución, pero poco más. La empecé a coger porque me había convencido Ramiro, el padre de Ana, bueno también porque yo quería, y alguna vez digo: ‘Me voy a dar de baja', pero ahí sigo», señala.

Aunque es el más querido, porque confiesa que «hasta que me muera o no pueda ir a comprarlo, seguiré jugando», no es el único número al que le es fiel. También apuesta semanalmente por el 24451, que llegó a su vida de casualidad. «Estaba yo un día con Ana en La Favorita y llegó una señora que tenía pendiente de pago varios números no premiados. Le dijo que si no se iba a comprometer ella, no se los podía guardar, así que los cogí yo», cuenta Teresa, que la primera vez se llevó cuatro, pero finalmente se ha quedado solo con uno.

SI TÚ COMPRAS, COMPRO

Si durante el año el sonido de las bolas en el bombo le hace ilusión, imagínense el 22 de diciembre. El ritual es siempre el mismo. Como un clavo se sienta delante de la televisión cuando da comienzo el sorteo, y no se levanta hasta que toda la suerte está repartida. No pierde detalle. Tiene muchos números que verificar. Es una fecha especial en la que juega algo más que a diario: sus abonados, otros números que compra, otros que le traen, por ejemplo, este año tiene décimos de Lanzarote o de Avilés, otros que le caen de rebote a partir de encargos que le hacen... «Donde voy, cojo. Cuando iba a ver a mi madre a Barcelona, cogía, ahora está aquí conmigo, y no voy, pero si va alguien ya me dice: ‘¿Quieres lotería?'. A veces te da rabia decirles que te cojan un décimo, porque les haces coger otros a ellos porque sí. A mí me pasa. Si me encargan, me da mucha rabia, que la cojo igual, ojo, pero sé que tengo que coger también para mí», explica Teresa. Que conste que con el tiempo, algunos números o tradiciones las fue dejando por el camino, como la de La Bruja de Oro de Sort. También la de la ONCE. Después de años abonada a la terminación 69, una de sus preferidas, un día decidió poner fin. «Me cansé», apunta. Con la lotería hay pasión para rato. Y tanta fidelidad solo puede terminar en algo bueno.