Iván y Adolfo, 22 años juntos: «Lo nuestro es una fiesta, con momentos de resaca»

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Iván y Adolfo, este otoño en A Coruña
Iván y Adolfo, este otoño en A Coruña MARCOS MÍGUEZ

ORGULLO DE PAREJA. Iván y Adolfo son el yin y el yang. Son recién casados, pero llevan juntos dos décadas en las que han vivido mil cosas, y ni un solo episodio homófobo. Con ellos un Milagro se obró en A Coruña. Su historia tiene un humor especial

31 oct 2021 . Actualizado a las 21:36 h.

Con Flashback llegaron el escándalo y la fiesta, la fantástica-fantástica fiesta de Raffaella Carrà. Un Milagro se apoderó de las noches de A Coruña haciéndonos volver atrás. Flashback es Iván. Muchos conoceréis a esta enciclopedia musical que inauguró el «petardeo» en un local coruñés. Iván es la noche de una pareja recién casada en la que Adolfo es el día. Su relación nació hace ya dos décadas prodigiosas, un viernes por la noche, el 16 de abril de 1999, y 22 años después se ha formalizado en matrimonio sin gran ceremonia, con humor y sentido de la realidad. «En algún momento haremos una fiesta para celebrarlo con la poca gente que conocemos», ironiza Iván. «Sí, ¡con sus mil mejores amigos!», añade su marido. Desde ese viernes noche en que se conocieron viven juntos. De broma entre las cosas serias, como dice la canción. 

Lo de Adolfo con Iván tiene su aire a Lady Halcón. «La pareja de la película está maldita. Hay un momento en que se tocan y cada uno se transforma en una cosa», da una pista Adolfo. ¿Os identificáis? «No, jajaja, pero siempre hago la coña. Yo suelo levantarme a las seis y media para ir al trabajo [en Pull & Bear], justo cuando Iván llega de trabajar [al frente del pub Milagro]». Es una rutina madrugona que Adolfo lleva al fin de semana. Coinciden y comentan «la jugada». «Las jugadas de la noche o lo que va a hacer él -dice Iván-. Porque Adolfo en su tiempo libre estudia chino, hace yoga, un máster de política...». Adolfo, un todoterreno leonés también presidente del Polbo Ultimate de Frisbee de A Coruña, al que los amigos llaman «padre Adolfo» (ha hecho voluntariado años), es muy empático, señala Iván. E Iván «no tiene empatía», bromea Adolfo. «¡Poca! Pero me gusta la gente...», matiza Flashback, que advierte que las fiestas que mejor salen son las improvisadas. «Lo mejor es no esperar nada, ni de las Nocheviejas ni de los conciertos ni de nada en la vida. Así las cosas salen mejor», receta el alma del Milagro.

Este templo que se abre en la noche cual máquina del tiempo para conmoverse, gritar y bailar la conga entre la felicidad y la nostalgia, ha cumplido 20 años, y es más que la pareja que lo echó a andar. «Viaje con nosotros si quiere gozar...». La idea fue de Iván, pero el empujón lo dio Adolfo. Y hoy sigue creciendo la afición, se hace grande el clan de generaciones de egeberos que quieren milagrear. El nombre le viene al local de la peli de Berlanga Los jueves, Milagro, que fue además un programa de radio en el que colaboraba Iván. «Le pusimos Milagro no en un sentido religioso, sino esotérico. Porque nos gustaba a nosotros, no pensando en si podía triunfar. Si piensas en gustar a la gente, te equivocas. Tienes que hacer lo que te gusta, ser tú», dice Iván, precoz amante de la música. «En la fila del cole Liceo, ya cantaba el Juntos de Paloma San Basilio, cuando llegué de Viveiro en tercero de EGB», cuenta. Adolfo estudió sin dar el cante en los jesuitas de León. 

«ES EL HOMBRE DE MI VIDA»

Iván lleva en la discoteca de su vida cientos de bodas, comuniones y algún bautizo. Podría hacer un libro memorable de las bodas maravillosas, divertidas, de copete, en las que trabajó. Pinchó en la de Marta Ortega y recuerda varias en el Gran Hotel de La Toja. «¡He hecho cientos de bodas!», dice Iván, que para llevar su música a las bodas de otras partes fuera de Galicia venció la pereza de viajar, aunque tuvo «la gran recompensa del cariño de la gente». Adolfo era su tramoyista en los eventos, el que le ayudaba a montar todo el equipo del espectáculo.

Adolfo adora, confiesa él mismo, la pasión de su marido, el «hijo gallego» de Raffaella Carrà. Iván no puede expresar cómo sintió la muerte de la artista. «El Milagro es un homenaje a Raffaella. Ella me ha dado mucha suerte en la vida, por la noche y en momentos de debilidad. Raffaella es como algo que te tomas y te sube el ánimo», asegura Iván. «Iván es pura pasión -sigue Adolfo-. Él le echa pasión a todo. Si admira a una persona, crea un vínculo fuerte. Me apasiona su pasión». Cuando falleció la Carrà, «todo el mundo se acordó de mí, recibí cientos de mensajes», recuerda Iván.

Los dos hacen una pareja de perfectos complementarios con un ingrediente infalible: el sentido del humor. «Somos irónicos los dos, nos gusta sacarle punta a cualquier defecto o virtud de un amigo o amiga -¡ojito!-. Y lo llevamos al límite, incluidos nosotros mismos. Nos reímos de nosotros y nos encanta la gente con la mente abierta. La gente sin humor y el rollo quedabién a nosotros no nos va».

En más de veinte años, ¿en qué ha cambiado la relación? «¡Habla tú!», insta Iván a Adolfo. «Si me dejas, jajaja... Con el tiempo conoces mucho más a la otra persona, te sueltas más...», dice Adolfo. ¿Fue un flechazo? «No», sigue Adolfo. E Iván: «Bueno, no sé qué es un flechazo...». El que tuvo más interés en principio fue Adolfo. «Yo no es que no tuviera interés. Al poco de conocerle, Adolfo me pareció lo que es, un tío maravilloso como amigo y como pareja. Adolfo es más diplomático que yo. Puede mandarte a la mierda con una sonrisa», previene Iván. «Yo relativizo, la vida te va llevando a sitios que no sabes... Tienes que adaptarte. Vamos a pasarlo bien», sonríe Adolfo.

¿A Coruña es una fiesta? «Yo la adoro», se declara Iván. «A Coruña es muy cosmopolita», añade Adolfo. «Yo creo que no está lo suficientemente aprovechada por los políticos», opina Iván. «Hay que apostar y hacer todo por ella, porque esta ciudad lo tiene todo. Es una suerte vivir aquí. Tiene la comida, el mar, la gente...». En el 2019, Iván fue una de las personas que pusieron en marcha el Atlantic Pride, que luego se interrumpió por la pandemia. «Pero esperamos retomarlo con fuerza en el 2022. A Coruña puede convertirse en un referente para celebrar la diversidad», asegura el artífice del Milagro.

La homofobia, existe, coinciden. «Pero nosotros nunca hemos sufrido un episodio y siempre hemos tenido una relación a la vista de todos», dice Adolfo. «No somos muy efusivos, no somos la típica pareja que se da carantoñas todo el tiempo. Aunque a mí me gusta ir de ganchete con él...», comenta Iván, que siempre ha llevado el espectáculo encima sin incidentes feos. «No me privo de las chaquetas de lentejuelas. Y la gente, más que verte como un maricón que lleva lentejuelas encima, se fija en la prenda que llevas, les hace gracia y te la piden ¡para ponérsela!».

El número de americanas que tiene Flashback da para un segundo reportaje. Iván no da el dato. Sí, en cambio, el de elepés que atesora, de todo tipo de música salvo reguetón, que no le ha calado. «A mí me gusta mucho la música que no dice nada o que es superficial. Como el Juntos, de Paloma San Basilio...», explica. «¡No soporto esa canción, no la puedo ver delante! Jajaja», se parte Adolfo.

Igual a Iván le gustan las canciones que, según él, dicen poco, pero las que pone en su bar hacen que la gente lo dé todo. Hay algunas que tienen un efecto digno de estudio. «Si has estado en el Milagro sabes lo que ocurre cuando suena, por ejemplo, Como una ola. ¡La gente grita! Canta la letra como si no hubiese un mañana». Y él disfruta el desahogo pasional de la gente desde la altura...

¿Lo vuestro es un Milagro? Uno dice que no, el otro que sí. ¡Adivina quién! «Somos el yin y el yang -cuenta Iván-, pero tenemos algo en común: no nos gusta nada estar enfadados. La paciencia es la base de una relación duradera. Eso y encontrar a la persona... Creo que no podría encontrar a otra persona como Adolfo, tan completa. Es el primero que me da ánimo para que haga las cosas, el que me empuja, el que me da alas. Es el hombre de mi vida. Estaría solo si no estuviera con él». Lo suyo, en eso están de acuerdo, es «una fiesta». «Una fiesta con sus momentos de resaca», se ríen. «A lo mejor nos estamos preparando para bajar a cenar con amigos y está puesta la Carrà, el Caliente caliente, y empezamos a hacer la coreografía los dos... Lo hemos pasado muy bien». Han vivido miles de noches y días, y ni un solo episodio homófobo. Hay que recalcarlo y celebrarlo. Qué orgullo de pareja y lo que les queda por bailar. Que siga sonando Raffaella. Ciao!