Esta es la mascarilla más segura

María Vidal Míguez
MARÍA VIDAL REDACCIÓN / LA VOZ

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Dejaron sus trabajos y se lanzaron a fabricar máscaras. A base de probar y probar, han dado con un Ferrari. Su modelo ha conseguido la certificación más alta de cuantas se revisan hoy en día

17 feb 2021 . Actualizado a las 17:42 h.

Marzo del 2020. Andrés, Javier, Luis, Patrick, Adrián y Pepe (cuatro de ellos, amigos desde los tres años) tenían sus vidas y sus trabajos encauzados en un mundo ajeno al de las mascarillas. Uno es arquitecto, dos son informáticos, otro cocinero, otro ingeniero industrial y otro director de hoteles. A mediados de marzo estalla la pandemia y sus vidas dan un giro de 180 grados. «Íbamos a comprar mascarillas y resulta que las FFP2 te protegen, pero no te dejan respirar, y las higiénicas te permiten respirar pero no te protegen. Estuvimos buscando alguna que protegiese y dejase respirar, no la encontramos, y dijimos: ‘Seguro que se tiene que poder hacer'. Empezamos a investigar y a probar con diferentes telas», explica Andrés, uno de los seis socios de Airnatech, que actualmente fabrica 120.000 unidades al día.

Invirtieron todos sus ahorros, aun a costa de no llegar a fin de mes muchas veces, y apostaron por una máquina -«la mejor del mundo para fabricar FFP2»-, que tardó dos meses en llegar. Mientras, ellos mismos las confeccionaban a mano. «Fueron meses de mucha incertidumbre, porque el problema es que cuando tú mandas a certificar una mascarilla siempre tienes que poder comprar esa tela en grandes cantidades, porque lo que tú estás certificando es que esa mascarilla tiene esas telas. Cuando no tienes contactos de fábrica, no sabes nada de esto, es complicado. Había una tela que nos encantaba, pero no había suministro, hasta que encontramos la mejor tela del mundo, que es la más cara», explica.

El tejido en concreto se llama meltblown, que importan del norte de Europa y de Asia. La clave de este material radica en que tiene una carga electrostática que «roba» electrones a la membrana de las bacterias (los virus van dentro de las bacterias o pegados a ellas, por lo que también les afecta) y las desactiva. «Compramos dos toneladas con el último dinero que nos quedaba», confiesa Andrés. Si bien la apuesta la hicieron en mayo, no fue hasta septiembre cuando vendieron la primera mascarilla. Y en apenas cinco meses se han convertido en los mayores productores de España de FFP2.

Pero además de la FFP2, con una filtración bacteriana del 95%, también fabrican su propia versión de la higiénica convencional, la Antiviral Plus, la más segura por el momento, ya que es la que mayor rango ha obtenido de cuantas ha certificado Aitex, la Asociación de Investigación de la Industria Textil. «Nos llegó un correo de Aitex, la certificadora oficial de España a nivel europeo, donde nos decían que nunca habían visto una mascarilla con el 99,9 % de filtración bacteriana, que dónde habíamos comprado las telas y cómo lo habíamos conseguido. Nos pusimos a buscar por todo el mundo y efectivamente no encontramos una con ese porcentaje», explica a la vez que nos da más detalles del Ferrari de las mascarillas. «La hacemos con una máquina de FFP2, es decir, va sellada contra la cara, y en vez de cinco capas, le ponemos tres pero de la mejor tela del mundo, que es la que nos ha dado ese porcentaje tan alto de filtración bacteriana, un 99, 9 %, superior incluso al de una FFP3 (99 %), pero respiras como una higiénica», señala Adrián, que apunta que los chinos ya se han interesado por ella.

El negocio del siglo

Ninguno de ellos había pisado una fábrica en su vida. Sin embargo, ahora son propietarios de una que en solo seis meses ha pasado de seis empleados a 120, una cifra que se doblará dentro de pocos días. Además, en vez de una máquina tienen cuatro, y recientemente han comprado seis más, por lo que en las próximas semanas tendrán diez. «Nuestro mayor sueño era comprar una segunda máquina, si todo iba muy bien, porque al final el margen como productor es muy pequeño, tienes a los chinos compitiendo, que siempre venden por debajo de tu precio de coste», apunta.

Esta aventura empresarial no solo les ha obligado a dejar a un lado sus respectivos trabajos, sino que también han tenido que mudarse desde Ibiza hasta Castellón, «porque dos socios eran de allí y es una de las mayores ciudades industriales de España». A pesar de haber multiplicado por cinco sus expectativas, estos jóvenes emprendedores no descansan. Ya trabajan en un modelo de FFP3 y en una FFP2 reutilizable. «Es muy difícil conseguir una FFP2 con dos o tres lavados pero creo que estamos cerca de conseguirlo. Sería un logro muy bueno, porque el precio no se incrementaría mucho, pero al consumidor le va a costar cuatro veces menos porque la puede usar con la garantía del 95 % cuatro veces», indica.

Aunque han dado con el negocio del siglo, esperan que su proyecto tenga un recorrido relativamente corto «para que no se arruine toda la población mundial». Contratos no les faltan.