Inma Cuesta: «Tengo un don para atraer las cosas que quiero»

YES

Jaime Olmedo

Ha pasado seis meses en Galicia, en el rodaje que más tiempo la ha tenido fuera de su casa, y aunque se queja de que «siempre llueve», esta valenciana-jienense ha podido disfrutar de nuestra tierra. Aquí transcurre «El desorden que dejas», la serie basada en la novela homónima de Carlos Montero, que se estrenó ayer en Netflix, y que ella quiso comprar hace años

12 dic 2020 . Actualizado a las 17:42 h.

Hace cuatro años que Inma Cuesta tuvo un flechazo con Raquel, la protagonista de El desorden que dejas y, quizás de desearlo tanto, le acabó viniendo de vuelta el personaje. Dice que a los que la conocen no les extraña que le pasen estas cosas. Ella cree que la fuerza del querer es muy grande, y advierte: «¡Cuidado con lo que se desea!». En su caso, poder viajar y volver a coger el timón de la vida. No es muy de exhibirse en redes, de hecho lo más íntimo que publica es alguna foto junto a Rumba, su «hija». La perrita la ha acompañado durante su estancia en Galicia, aunque parece que no quedó muy contenta con el tiempo.

-¡Qué alegría ver A Coruña en la primera escena!

-Sí, la verdad es que luce bien bonita, tiene unos planos preciosos.

-¿Qué tal te fue por aquí? Os pilló justo antes de todo esto, así que algo aún la pudisteis disfrutar.

-Claro, empezamos en octubre los ensayos, fueron seis meses de rodaje, y tuvimos la gran suerte de que pudimos terminar la serie. El último día de rodaje fue el día que se decretó el estado de alarma. De milagro terminamos. Yo, personalmente, disfruté mucho de A Coruña, además vivía cerca de María Pita, así que muy bien, y también de Ourense.

-Le dices a Rumba (su perra) en Instagram que con este tiempo no se puede salir a la calle. No es cierto.

-¿Que no es cierto? Eso es lo que decís los gallegos: «No llueve casi», pero cómo no va a llover, ¿estáis locos o qué? El otro día me escribió una compañera de rodaje, y me dijo: «Este año no ha llovido casi». Y yo: «Bueno, que ahora solo llueve cuando estoy yo».

-¿Siempre viaja contigo Rumba?

-Si son rodajes puntuales, pues puedo dejarla, pero si es trasladarme a vivir literalmente a otro sitio, porque fueron seis meses, evidentemente va conmigo. ¡Es mi hija! De hecho, muchas veces viene al rodaje, se porta muy bien. Es una perra que está muy acostumbrada, ha venido conmigo a casi todos los rodajes, y a veces le dejan una escena o salir en un plano. Sale en figuración.

-«El desorden que dejas». Esta historia es tuya desde hace mucho tiempo.

-Yo me encontré con la novela como hace cuatro años, me llamó la atención el título, me gusta mucho la novela negra, el thriller... Me la leí, la devoré, y me gustó tanto que quise comprar los derechos.

Hablé con mi representante y le dije: «He leído esta novela, me ha encantado, quiero comprar los derechos, ¿esto cómo se hace, ¿vale mucho dinero?». Pero me dijo que ya estaban reservados. Y tres años después, durante la gala de unos Premios Feroz, Carlos Montero me comentó que iban a hacer la serie y que quería que yo fuera la protagonista. Imagínate. Fue como algo mágico.

-El karma, ¿no?

-Bueno, me han pasado cosas parecidas. En realidad, tengo un don para atraer las cosas que quiero que ocurran, es algo psicomágico.

-¡Qué gran suerte!

-La gente que me conoce sabe que no es algo raro que me pueda ocurrir.

-¿Porque lo deseas mucho y acaba pasando?

-Me imagino, el deseo es algo muy importante, el poder desear y creer en las cosas tiene mucha fuerza, en mi caso, la verdad es que es sorprendente. Me han pasado cosas fuertes, tengo que tener cuidado con lo que deseo. ¿No dicen: «Hay que tener cuidado con lo que uno desea»? Pues es verdad.

-¿Cómo ha sido meterte en la piel de Raquel?

-Siempre que te metes en una nueva historia, en un nuevo personaje, es un viaje, y en este caso tenía un arco muy interesante a la hora de construirlo. Empieza siendo una mujer inocente, frágil, viene de una situación un poco oscura, y ver cómo se va transformando con todo lo que se va encontrando, y a lo que se enfrenta, es muy interesante. A mí eso es lo que más me divierte, poder mostrar diferentes caras del personaje. Por momentos fue un poco duro, fueron muchos meses fuera de casa, nunca había estado tanto tiempo fuera. El rodaje de una película son dos o tres meses, pero aquí fueron seis, demasiado tiempo.

-Pasas por gallega. Ni rastro de andaluza.

-[Risas]. Me alegra que me digas eso. Yo tengo buen oído, yo como andaluza ya había hecho personajes andaluces, pero de otros sitios, luego hice con Ricardo Darín una película en Argentina, que tenía que tener acento argentino de interior... Lo he hecho en varias ocasiones. Confiaba en mi intuición y en mi oído, pero además hay mucho trabajo. Teníamos un coach, que trabajaba con nosotros el guion. También ayudaba mucho que el equipo fuera gallego, porque se te va pegando un poco la musicalidad, pero hay mucho esfuerzo, mucho respeto y mucho cariño en este trabajo.

-Dices que todos tenemos luces y sombras. Tú pareces campechana, riquiña, como diríamos aquí. ¿Hay otra Inma?

-Evidentemente, pero todos, no es una cosa solo mía. Yo creo que todos tenemos una parte oscura, no en el sentido de mala o siniestra, me refiero a que todos tenemos cosas que no queremos mostrar, porque nos da pudor. En la serie son bastante extremos los casos, hay una parte como muy oscura. Yo no siento que tenga una parte muy oscura, ni grandes secretos, ni nada de eso, pero todos tenemos que convivir con nuestras sombras, con nuestro ego, con nuestra rabia, miedo, inseguridad... No somos perfectos.

 -La serie sugiere la sobreexposición en las redes. ¿Cómo lo llevas? ¿A ti te cuesta darle a publicar?

-Sí, la verdad que sí. Cualquiera que me siga en redes sociales sabe que no soy una persona muy dada a contar todo lo que hago ni a mostrarme todo el tiempo. Empecé con Instagram muchísimo más tarde que el resto de la gente. Empecé compartiendo imágenes, me gusta mucho la fotografía, y ahora hago un poco de todo, desde compartir algo que me parece poético o inspirador hasta un libro que me ha gustado, o ahora con la serie. También un momento más íntimo con mi perra, que me parece bonito, pero no soy muy dada a estar todo el rato poniendo cosas mías, me da pudor y no creo que aporte mucho. Ni me preocupa ni estoy todo el rato conectada a Instagram, de hecho, me parece un poco peligrosa la sobreexposición.

-Hay una cierta tendencia a compartir solo lo bueno. Un escaparate poco real, ¿no crees?

-Y una tendencia a alimentar el ego, de que la gente te diga... La gente todo el rato publica que si viajes maravillosos o salen perfectamente maquilladas y preciosas, eso no es real... A mí me gusta en la medida que me pueda divertir, pero hay que tener cuidado de no obsesionarse. No es algo que me guste en exceso.

 -Sin embargo, en el confinamiento han acompañado.

-Yo no estoy diciendo que sea malo, creo que en su justa medida me parece interesante. En el confinamiento hay muchas cosas que nos han ayudado más allá de las redes sociales, una película, un libro... Yo tampoco he hecho tanta videollamada, fíjate. Estar en exceso en redes me parece no estar contigo, me parece que era un momento para conectar con nosotros mismos y saber cuáles son nuestras carencias y dónde están nuestras grietas. Si te tiras seis horas al día viendo las redes sociales no estás conectando con lo que te pasa a ti, es una manera de huir.

 -Me refería más bien a lo que han supuesto las nuevas tecnologías para la gente que está sola.

-Ah, bueno, en ese sentido, por supuesto. ¡Menudo invento de ver a la gente que tienes lejos! Y ahora con el teletrabajo, que ha ayudado muchísimo.

-Hablando de confinamiento, tú que te defines como un culo inquieto, ¿cómo lo has llevado?

-Llevaba seis meses fuera de mi casa. Yo cogí un avión y me metí en casa. Al principio estaba más asustada por el desconocimiento de lo que estaba ocurriendo, por lo que iba a pasar, pero a mí estar en casa no me molesta en absoluto. A mí ahora, además de la preocupación por la situación de tanta gente que se ha quedado sin trabajo, es la sensación de no poder avanzar. Uno quiero dar un paso, y de repente han cerrado esto o lo otro. No puedes ir a ver a tus padres, parece que te están sujetando con una cuerda todo el rato. Viajar es algo que echo muchísimo de menos, tengo muchísimas ganas de coger un avión.

-¡Qué año para cumplir 40!

-Bueno... no tuve celebración. Además, fue un día complicado por cosas personales, pero yo quiero pensar que todo esto es una oportunidad. ¿Ha sido un año horrible? Sí, ha sido un año muy complejo, pero ha sido una oportunidad para descubrir muchas cosas, en el que hemos aprendido muchas cosas. Yo personalmente quiero sacar el lado positivo: ha sido un año de un gran aprendizaje.

 -¿Ni rastro de la famosa crisis?

-¡Yo qué crisis voy a tener a los 40! Me parece supermachista además, crisis de los 40, seguramente sean las mujeres más que los hombres, ya me imagino, yo para nada. Me siento mejor que nunca, mucho mejor que cuando tenía 30. Creo que empieza la década de oro, de verdad lo digo.

 -Has trabajado mucho para estar en el ahora, para vivir el presente. ¿Disfrutas más que antes?

-Es un esfuerzo, es un trabajo que deberíamos hacer todos, no es nada fácil esa tarea de estar en el ahora. Creo que es la tarea pendiente que tenemos todos, porque vivimos pensando en lo que pasó o en lo que va a pasar. Si ahora te preguntan: «¿Qué planes de futuro tienes?», tú dices ¡qué planes de futuro!, y ahora más, con todo lo que ha pasado, deberíamos descartar el futuro. El ahora es lo único que tenemos. Cuando uno está conectado con el ahora y lo disfrutas, estás viviendo realmente.