Leonor Watling: «Nunca pienso en lo que haré dentro de un mes»

YES

© Audible Inc.

Natural y cariñosa. Así nos recibe Leonor Watling en una mañana muy ajetreada. Sin perder la sonrisa, confiesa que decidió «ser actriz por descarte» y que aunque se ve «supercampechana», siempre le dicen que tiene «un punto muy frío, británico». Así es esta gran actriz que reconoce «haber nacido de pie»

05 dic 2020 . Actualizado a las 10:42 h.

Leonor Watling aparece en la pantalla del ordenador. Es una mañana de locos. Después de la presentación de Audible, la plataforma de Amazon para audiolibros y pódcast, tiene que seguir atendiendo a los medios y concediendo entrevistas porque ella es la narradora de toda la saga de Harry Potter (J. K. Rowling). Su cara, lo dice todo. Suspira con la mirada y un nubarrón parece planear sobre su cabeza. Los problemas informáticos para establecer conexión la tienen un pelín agobiada. A mí también. Entonces suelta una frase liberadora: «¿Lo hacemos mejor por teléfono?». Las dos vimos el cielo abierto. Ahora solo quedaba un último escollo: el tiempo. «Hablamos un poquito más y yo me hago la loca». Así de fácil. Supe, en ese momento, que todo iría sobre ruedas.

—Narras toda la saga de Harry Potter, casi nada...

—Sí. Es un ochomil, como subir el Everest. Es maravilloso, pero muy duro, mucho más duro de lo que nunca pensé. Ya me lo decía Gloria Tarridas, que es la maravillosa directora con la que he estado trabajando, y Adrián Velasco que es el técnico, porque esto yo sola no lo hubiera podido hacer, sin este equipo. Cuando empezamos ellos me decían: «Bueno, tranquila, si no te encuentras bien vete a casa, no tengas prisa». Y no era consciente. Piensas: «¡Jo qué bonito leer!», pero la verdad es que es muy cansado y muy exigente, aunque también muy bonito.

—Incluso has tenido que pasar un duro cásting para que te eligieran.

—Sí, me hicieron pruebas y además tienes que ser muy consciente de a qué te estas comprometiendo porque son muchos meses. Y los libros de Harry Potter, a partir del cuarto, son de 600, 700 o 900 páginas. Son cinco meses de trabajo si no pasa nada. Yo he tenido unas anginas dos semanas y hemos tenido una pandemia mundial, así que han sido muchos más. Y eso requiere también una gran fortaleza, porque yo nunca he estado tan concentrada tanto tiempo seguido. Durante el tiempo que estás ahí metido, el nivel de concentración es alucinante. La verdad es que es un trabajo precioso, pero muy duro.

—¿Es más difícil que hacer un papel en una película?

—No se parece mucho, la verdad. Una película es un equipo, es un engranaje completamente distinto. Lo que pasa que físicamente, sí. Un rodaje son doce horas, pero de acción e interpretación son muchas menos, que las cuatro horas concentradas o las cinco que estés leyendo.

—Son cerca de 350 personajes, cada uno con sus particularidades y su voz, ¿cómo lo hacías?

—Lo que hicimos fue buscar bien los siete u ocho personajes importantes y los demás... pues tampoco tengo yo tanto registro. Audible es de una perfección técnica muy impresionante y no se usan efectos, no hay música... es tu voz limpia. Entonces definimos a los importantes: Harry Potter, Hermione, Ron, Dumbledor, Voldemort, Mcgonagall.... están muy agarrados y muy claros y los demás pues te vas aproximando, pero soy yo la que lo estoy leyendo, es mi voz.

—Te has hecho un máster acelerado en Harry Potter.

—Sí, señora [se ríe]. Lo que más me asusta es que hay gente que sabe muchísimo más y yo espero que les guste. Es un proyecto que da mucho miedo por ese lado. Es un mundo donde hay mucha gente que es muy apasionada y quieres tener el respeto y que te acepten.

© Audible Inc.

—A tus hijos les habrá fascinado el proyecto...

—Sí, les hizo mucha ilusión. Están encantados, lo que pasa es que me han visto yendo a trabajar, volviendo en silencio, leyendo lo que tenía que leer al día siguiente, superconcentrada, y entonces ya no les hizo tanta gracia verme trabajar tanto. [Se ríe].

—¿Te consideras más actriz que cantante o ahora contadora de libros?

—Yo creo que soy una cuentista [Se ríe]. No, la verdad es que son trabajos preciosos que sí que tienen puntos en común, pero no se parecen en nada. Tienen semejanzas muy obvias, pero las diferencias son muchas más que las semejanzas.

—¿Has tenidos muchos obstáculos para llegar a donde estás por el hecho de ser mujer?

—En mi caso personal, no. Para nada. Creo que se nota más en otros campos. Por ejemplo, ahora veo a la gente joven y no lo veo. Cuando le digo a mis hijos vamos al médico, en su cabeza no hay hombre. Y cuando les digo que me han dirigido en una película, en su cabeza tampoco hay un hombre. Creo que es una cosa que tenemos nosotros y que ahora mismo las palabras son más amplias. No restringen al género. Lo que sí es cierto que hay oficios donde es mucho más difícil que entren a las mujeres.

—¿Por ejemplo?

—Pues, por ejemplo, directores de fotografía. Ahí se nota más porque hay menos mujeres y, sobre todo, en los puestos técnicos que, desgraciadamente, no tienen apoyo. Para una actriz es duro parar si te quedas embarazada porque trabajas con tu cuerpo, pero tienes unos sueldos que si te va bien, tienes un poco de suerte y tienes la cabeza fría, puedes hacerlo. Pero si eres técnico de monitores o asistente de producción que vives con un sueldo, eres un trabajador intermitente y te vas enganchando a trabajos, la sociedad te deja a tu suerte. En ese sentido, es mucho más complicado.

© Audible Inc.

—¿Tu edad te ha pasado factura profesionalmente?

—Yo he tenido mucha suerte. El período que he estado trabajando menos en cine, he estado trabajando mucho con Marlango y con 

mis hijos, y ahora he vuelto en un momento en el que hay muchos personajes para mujeres de mi edad. Es que he nacido de pie, no lo sé, tengo mucha suerte. Gracias a quién esté por ahí organizando esto.

—También tu profesionalidad habrá pesado lo suyo.

—Y también mucha suerte. Creo que nos gustaría mucho que esto fuera causa y efecto, pero desgraciadamente no siempre es así.

—¿Cómo llevas ser madre, actriz, cantante... todo al mismo tiempo? ¿Te sientes del colectivo Malasmadres?

—Me hace mucha gracia ese colectivo. Pues mira yo creo que dentro de lo caótico e imprevisible que es mi oficio, en mi caso he tenido mucha suerte porque no he tenido una baja de maternidad de tres meses, he podido estar más tiempo con ellos. De repente sí que trabajo muchas horas, pero luego me paso muchos meses pudiendo llevarlos al parque, lo que pierdes por un lado lo ganas por otro. Me parece mucho más duro los cuatro meses de baja por maternidad y luego los horarios hasta las seis o siete de la tarde y cero desconexión digital. Eso me parece más duro.

—¿Te consideras una mujer de carácter?

—No creo que sea una mujer con carácter, creo que sé las cosas que no me gustan. La verdad es que nunca me he visto así.

—Entonces, ¿el camino del medio siempre es el mejor?

—Sí, aunque en algunas cosas hay líneas rojas que nunca se deberían cruzar. Y creo que ese es el problema con lo digital y con las redes sociales. No somos unos tuiteros, no somos un «me gusta» o un «no me gusta», somos muchísimo más complejos.

—¿Te sientes bien tratada por la prensa del corazón?

—Sí, estoy muy agradecida porque se me ha respetado mucho. Es verdad que yo tampoco he entrado nunca en ese terreno, y ellos me han respetado mucho a mí también.

—Siempre has sido una gran defensora de la ciencia y de las vacunas, entiendo que ahora más que nunca.

—Por supuesto.

—¿Serías de las primeras en vacunarte junto con tus hijos?

—[Se ríe a carcajadas]

—Pasando todos los controles estipulados, me refiero.

—Lo mejor que le pudo haber pasado a la vacuna inglesa es que tuviera ese caso (que le hizo interrumpir los ensayos). La ciencia es ensayo y error. Es fundamental. Y también es ensayo y error la mascarilla sí, la mascarilla no. Así es como funciona la ciencia.

—Pero si cumple con todas las garantías de seguridad no tendrías ninguna duda...

—No, no. A mí siempre que alguien me dice que es antivacunas le digo: «Entonces no te subes a un avión, porque tampoco sabes cómo funciona».

—¿Sigues con Marlango?

—Sí, hemos estado girando en verano, tuvimos todavía algunos conciertos en octubre. Tenemos la suerte de ser una banda muy pequeña, entonces podemos seguir manteniéndonos.

—Es curioso que hayas podido compaginar tus dos facetas de actriz y cantante sin problema, casi es un milagro.

—Sí, sí, totalmente, y sin contaminar una con la otra. La verdad es que sí.

—Has hecho más de 40 películas, has trabajado con los mejores directores de cine, ¿alguna vez se te pasó por la cabeza que llegarías tan lejos?

—No, es que además depende del día. Hay días que pienso eso mismo que me has dicho y digo: «¡Jo, es que es la hostia!» Yo... que nunca pienso en lo que haré mucho más allá de dentro de un mes, nunca me ha funcionado así la cabeza, y además en este oficio no sirve de nada. Eso de: ¿dónde te ves dentro de cinco años? Pues ni idea. Y luego hay días que piensas que con todo lo que he trabajado, que podía haber hecho más, porque somos así los humanos. De repente, depende de hacia dónde mires, te sientes muy bien y muy satisfecho o sientes que te quedaste a medio camino.

—¿Siempre tuviste claro que querías ser actriz?

—No, para nada.

—¿Fue circunstancial entonces?

—Siempre me ha gustado mucho. También por la manera que tengo de ser, nunca he declarado abiertamente que quiero hacer esto o lo otro, por si no me sale que no pase nada [se ríe]. Fue más por descarte. Me gustaba tanto interpretar... iba a clases de teatro, me propusieron una película mientras yo seguía estudiando, y de repente mirando las carreras, decía: «Bueno, yo quiero estudiar Historia del Arte», pero si me veo trabajando, me veo siendo tantas cosas que eso solo puede ser si soy actriz porque quiero ser arquitecta, asesina, monja, prostituta y policía. Y eso solo te lo ofrece un oficio. Y fue más por descarte, por tesón, por paciencia y por suerte que por otra cosa.

—¿Hay algo de británico en tu carácter?

—Tengo mucho de británico. Cosas que yo no me doy cuenta, pero que la gente me dice, que tengo un punto como muy frío, un poco distante. Y claro, esa es mi educación materna, de mucho respeto. Hay algo ahí que en España parece distancia, pero que yo siento que soy superfácil y supercampechana y superaccesible, y desde fuera no es así. Y uno se da cuenta mucho tiempo después.

—¿Y qué parte es más española?

—Pues yo creo que la necesidad de contacto físico y de socializar, y esa cosa de extremos también. Ese ¡a la mierda! que todos tenemos.

—Y los tacos...

—Sí, también. Y mover mucho las manos. Gesticular.

—¿Cómo ves al sector en esta situación de covid y con las políticas que se están adoptando?

—Hay un movimiento que se llama Alerta Roja, que me parece muy importante. El ecosistema cultural es muy complejo y muy delicado. Y cuando hablamos de teatro, de conciertos, de espectáculos en directo, a lo mejor estamos pensando en los cinco músicos que están en el escenario o en los dos actores que están en el escenario, pero es que para poder estar ahí, hay todo un ecosistema de gente muy preparada, muy especializada, y que son trabajadores intermitentes. No pueden acogerse a un ERTE y necesitamos apoyo y, sobre todo, que se reconozca esta situación. Y estamos en ello.

—¿Y a ti cómo te ha afectado?

—Yo creo que he tenido mucha suerte. Por la edad que tienen mis hijos, por la situación en la que me pilló, que estaba el año anterior trabajando muchísimo, por la casa en la que vivo, que tiene una terracita y (durante el confinamiento) podía ver el cielo y el sol ...O sea, que me voy a callar la boca. [Se ríe].

—¿Eres optimista con el futuro?

—No tiendo a ser muy optimista en general, la verdad. Me parece que vamos para adelante, pero siempre dando pasos para atrás en el medio. Y ahora lo que pasa es que creo que nos han tocado los políticos más neuróticos del planeta. Hace muchos años que no coincidía una clase dirigente tan neurótica a nivel mundial.

—Quizás estábamos acostumbrados a vivir demasiado bien...

—¿Pero que se esté disolviendo todo lo que costó construir después de dos guerras mundiales? En vez de construir lo tercero que faltaba que era el cuidado del planeta... Ya teníamos los derechos humanos, y de repente se retira EE. UU. de la Organización Mundial de la Salud ... son cosas que uno no se puede creer.

—¿Te consideras ecologista?

— No soy muy militante, pero soy pasajera de esto y me afecta igual que a todos.