Esta capoeira arrasa en Viveiro

YES

XAIME F. RAMALLAL

¿Deporte, arte, danza, juego? Para Paulo Sergio Dasilva, que nació en la favela de Bati Facho y de tatarabuelo esclavo, la capoeira angola lo es todo. A Viveiro nos la trae de Brasil, donde aún practica su abuelo con 108 años

05 feb 2020 . Actualizado a las 23:56 h.

Mi primer contacto con la capoeira angola. Sobre todo para aquellos que no la conozcan, con su permiso, una introducción de teoría e historia. Es uno de los estilos principales de la capoeira, además de las conocidas como regional y contemporánea. Estamos ante 500 años de tradición de una técnica con la que los esclavos brasileños buscaban una forma de liberarse y expresarse entre sí ante la vigilancia constante de los capataces. Hoy, en un mundo moderno que persigue también desatarse de otro tipo de «cadenas», la capoeira angola puede ajustarse como anillo al dedo a nuestras necesidades. Mi experiencia personal se reduce a una hora intensísima de expresión corporal, juego y baile, en ocasiones en pareja, con la que mantienes contacto visual, intentando seguir como puedo al experto, en su primera jornada de puertas abiertas celebrada en RegalXunqueira, en Viveiro. El profe es Paulo Sérgio Dasilva Lima (Salvador de Bahia-Brasil, 1977). Practica capoeira desde hace más de 20 años y ha impartido clases en Guatemala, Nicaragua, Panamá, Holanda y Bélgica. A Europa llegó hace tres años y a España en el 2017, trasladándose desde la primavera del año pasado a la ciudad de Santiago de Compostela, donde actualmente imparte clases a varios grupos.

«FOI A MIÑA SALVACIÓN»

Dasilva tiene una historia vital detrás que me hace entender a la perfección su propia filosofía: «A capoeira angola é un medio de comunicación bo para a vida». «Nacín -relata- nunha familia moi unida pero moi humilde na favela de Bati Facho, en Bahía, no Brasil. Comecei a practicar capoeira na adolescencia e foi a miña táboa de salvación a moitos niveis». Recuerda que allí «hai moito risco porque sofres moita discriminación e estás exposto a moitos perigos». Pero también quiso ayudar a jóvenes que solo tenían de meta sobrevivir en un mundo hostil. Y cita una palabra: mandinga. «É sabiduría para saír dos problemas». En su tierra aún, se formó con los maestros Bartelo y Boca do Rio y comenzó a enseñar desde hace 15 años, comprobando con orgullo la mejoría en las vidas de sus alumnos. Le dio alas suficientes para iniciar un proyecto solidario «que cos cartos que faciamos reciclando materiais de refugallo desembocaría na construción, ladrillo a ladrillo, dunha academia para rescatar a nenos que vivían na rúa». La Academia Bati Facho. «Hoxe eses nenos son adultos de proveito», dice satisfecho. El centro ha llegado a ser tema de tesis doctoral. Tal experiencia le sirvió a Paulo Sérgio, añade, para aprender a «aplicar a capoeira angola en todas as idades, e tamén para rescatar a persoas en risco de exclusión social». En Holanda trabajó con casos de adicciones a sustancias, por ejemplo. «Entendín que a capoeira angola xurdiu para cubrir necesidades graves e que podía ser a ferramenta ideal para enfrontar as carencias dun xeito mellor», resalta. «Ademais de adestrar o corpo, hai toda unha filosofía de resistencia, colaboración, resiliencia, capacidade de improvisación, adaptabilidade, axuda, diálogo...», añade, recomendándola a todos. A niños, adolescentes, jóvenes y mayores.

MÚLTIPLES BENEFICIOS

Es arte, deporte, juego, danza... pero a diferencia de la llamada regional, la angola no está tan enfocada a la lucha: «É máis centrada no diálogo corporal». En el caso de los más jóvenes, apunta como beneficios: «Teñen contacto con outras persoas fóra do seu medio habitual nunha convivencia pacífica, recreativa, disciplinada». Por ello, su enseñanza se está implantando en centros educativos en Brasil y otros rincones del mundo. «Con bos resultados», afirma. En general, facilita «dialogar» con el cuerpo, mejora el lenguaje no verbal, cultiva la autoestima, previene el bullying y se adapta a las limitaciones físicas. En los mayores, mejora su calidad de vida física y mental. Como Paulo ha comprobado en la piel de su abuelo Aurinho... ¡Practica con 108 años! «Él está feliz -confiesa su nieto-, aliméntase ben e educa o corpo».

A clase van también Renata Otero y sus dos hijos, desde hace cuatro meses. «Na capoeira angola -dice ella- hai moito traballo físico, de forza e coordinación, pero non se busca o impacto. É un xogo, improvisación, e hai moito humor. A música tamén é a parte da enerxía que se move. É integradora». Esa pieza musical puede proceder del canto, composiciones de letras «empoderadoras» e instrumentos como el birimbao, el pandeiro, el reco-reco, el agogó o el atabaque.

Conclusión de mi primera clase: siento cómo mi cuerpo y mi mente están «molidos»... pero afinados a la perfección.