INVITACIÓN SORPRESA
A principios de este año, Kai llamó a Alfonso con una noticia: «Me caso». Y una pregunta: «¿Vienes a la boda?». Alfonso le dio a su amigo el sí de invitado, y la propuesta de su intérprete fue a más: «¿Nos vamos al Tíbet de despedida de soltero?». Se regalaron el viaje que siempre había soñado Kai. «Fue fantástico, no solo ir al Tíbet, sino ir a disfrutar en el Tíbet de tiempo con mi amigo», valora Alfonso sobre esta experiencia de altura. Fueron ocho días, pero a él le cundieron como siete años de peli. Y perviven en un álbum de fotos que muestra el encanto y la singularidad zen de una cultura milenaria, entre las que están algunas de las finalistas a los Premios FEPFI a los mejores fotógrafos de España.
La despedida de soltero de Kai dio a Alfonso también la ocasión de volver de nuevo a Taiyuán y la de conocer Qingdao, la ciudad en la que Kai se casó. «Yo hice el reportaje fotográfico de su boda, ¡por supuesto!», comenta sobre un viaje que tuvo su suspense. «El permiso para ir al Tíbet no llegaba y se acercaba la fecha de salida. Tenían que enviarme desde allí el documento del Gobierno chino. Como no llegaba, a Kai se le ocurrió una idea particular. Me dijo: ‘¡Ya está!, cuando llegues a Beijing [Pekín, que tiene el aeropuerto más grande del mundo] habrá alguien esperándote. Yo te mando foto del tío’. ¿Cómo? Yo no iba a tener tiempo en Beijing ¡y no me iban a dejar ir al Tíbet sin los papeles!», cuenta Alfonso, que siguiendo la sobria instrucción de Kai dio, curiosamente, con el hombre que debía entregarle, en el aeropuerto más grande del mundo, la «llave» para entrar en el mágico Tíbet.