Paco León: «En un momento bajo, prefiero que me hagan reír a un abrazo»

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Javier Biosca

Dice que «milagrosamente» sigue con su pareja, Anna Rodríguez Costa, porque se han peleado muchísimo para sacar adelante su ópera prima en común «Arde Madrid», la serie que acaban de estrenar sobre la vida de Ava Gardner en España. Son «bravos y directores», pero afortunadamente se ríen mucho y de lo mismo

12 nov 2018 . Actualizado a las 19:20 h.

Es una fiera delante y detrás de las cámaras, aunque él no tiene duda de en qué lado se sitúa: «Soy un actor que dirige ahora, pero actor». También es el alma de un equipo, la energía que impulsa a desconectar el piloto automático y buscar la diferencia. «Hay que arriesgar -dice-. Si vas por caminos asfaltados, vas más seguro pero son más medianos». Así es Paco León (Sevilla, 1974), o el hombre salvado por una sonrisa.

-La cosa que está que arde con «Arde Madrid». Hay mucha expectación.

-Demasiada, creo. A mí la expectación me parece fantástica y las expectativas no tanto, pero está bien. Yo creo que hay muchas ganas de verla porque la idea es bonita y la estamos promocionando bien.

-¿Por qué os viene a la cabeza esta historia, que creo que lleváis cinco años maquinando?

-Ana y yo queríamos hacer un proyecto juntos, hacer algo de televisión de pago, que hace cinco o seis años que ya se veía que iba a ser un sitio interesante para crear y hacer cosas diferentes. Nos topamos con una anécdota, que era que en 1961, Ava Gardner coincidió de vecina de arriba del general Perón, y cuentan que mientras el general ensayaba los discursos preparando su vuelta a Argentina, por lo visto Ava Gardner le gritaba: ‘¡Perón, cabrón! ¡Perón, maricón!’ Y esta encantadora anécdota fue el punto de partida. Nosotros dijimos: ¿quéeee?, ¿cómo que Perón estuvo aquí? Fue vecino de Ava... ¿Esto nunca se ha contado? Empezamos a investigar y a documentarnos y nos pareció una época fascinante, la dolce vita que se vivió aquí, desconocida porque como no había libertad de prensa, pues muy poca gente vivió esas fiestas locas de esa élite en ese momento...

-Qué disparate la España de aquel entonces, ¿te hubiera gustado vivirla?

-Hombre, si me toca en los guais sí. Si me toca dentro de esa élite claro que sí. Lo que pasa es que solo muy poca gente podía disfrutar de ese privilegio. Los que vivían bien, vivían muy bien.

-Una paradoja, ¿no? Que por la falta de libertad que había por aquel entonces, se gozó de una libertad impensable.

-Exactamente, las dos razones por las que Ava encontró un paraíso es que no había libertad de prensa y ella podía campar a sus anchas, bueno, y que no pagaba impuestos. Aquí los extranjeros no pagaban, y creo que fue Fraga Iribarne el que casi la echó, porque él hizo la primera ley de libertad de prensa, la formuló él como ministro, cambió esto de que los extranjeros no pagaran impuestos. Claro que empezó a tener paparazis encima y tenía que pagar impuestos, y dijo: ‘Me voy a Londres’.

-Ahora que conoces a Ava como si fuera tu hermana, ¿qué fue lo que más te gustó de ella?

-Reconozco que todo el trabajo de documentación, el más duro, lo ha hecho Anna, que es la que firma el guion y la que se ha leído todas las biografías. Pero lo que nos fascina un poco a los dos es la libertad de la que disfrutaba y la honestidad con la que vivía. Era muy complicado, una mujer con 30 años que decidió no ser madre, no tener hijos o casarse, -se casó tres veces pero estuvo cada año un mes casada-, y que usó toda la libertad que tenía para acostarse con quien quiso. Esa honestidad y libertad juntas en un época en la que no era normal que las mujeres disfrutaran de su cuerpo, y de esa libertad que se supone que tienen, es de lo más admirable.

-Gran descubrimiento de la actriz Debi Mazar, que hace de Ava.

-Sí, era complicado encontrar a una actriz para interpretar este papel, ese personaje, que es como dicen los americanos Bigger than life, como inabarcable, por eso necesitábamos a una actriz que tuviese mucha noche, el alma de Ava Gardner más que el parecido. Aunque ella tiene un glamur a prueba de vómitos, pero no queríamos mostrar una Ava Gardner glamurosa haciéndose fotos, sino que queríamos contar la trastienda, la resaca, la parte más íntima, la que no se ha visto.

-Es el primer trabajo que haces codo con codo con tu pareja. ¿Cómo ha sido?

-Sí, bueno, hemos hecho un corto, Con Lengua, que dirigió ella y en el que yo actuaba, una serie infantil, en los cortos que yo he hecho me ha ayudado... Siempre han sido colaboraciones de ayudarnos el uno al otro, pero de hacer un proyecto desde el principio así de grande juntos, era la primera vez.

-¿Seguís juntos?

-Milagrosamente, porque nos hemos peleado muchísimo, pero forma parte del proceso de trabajo, y trabajar en pareja es así, la mayoría de las parejas que trabajan juntas cuentan lo mismo. Es la pasión del trabajo, de no desconectar en ningún momento.

-¿Llegabais a casa y seguíais con lo mismo?

-Por supuesto, nos llevábamos el cabreo «de eso no es así, no estoy de acuerdo, tú siempre igual»...

-¿Quién acaba cediendo?

-Depende, no hay uno que ceda para nada. La verdad es que somos los dos bastante bravos y bastante directores. Pero creo que nos complementamos y que el fruto de los universos, como Arde Madrid, es un orgullo.

-Sois muy directores pero no renuncias a ponerte delante de la cámara...

-Yo soy actor, un actor que dirige ahora, pero actor. A mí me gusta mucho actuar, ha sido complicado estar dentro y fuera pero ya lo había hecho con Kiki, el amor se hace. Para mí es todo lo mismo, lo hago todo a la vez, y producir, y orquestar toda la campaña de márketing, que estoy también ahí detrás...

-¿Te cuesta delegar?

-Delego, porque hay muchísima gente con la que trabajo, pero de orquestarlo sí que me encargo yo, de que tenga el espíritu, de entusiasmar a un equipo para hacer cosas diferentes y abandonar el piloto automático. Y en dejar de hacer lo que todo el mundo normalmente hace, intento que tenga carácter y diferencia.

-En la serie eres Manolo, el chófer, pero a ti el coche como que no te va ¿no?

-Uy, de hecho no sé conducir, tengo el carné porque me lo saqué para un película, pero nunca conduje.

-¿Esta serie no se hubiera entendido en color?

-Se hubiera parecido a otras cosas que ya hemos visto de televisión y para hablar de una España en blanco y negro es mejor hacer una serie en blanco y negro. Nadie lo había hecho, y eso es un plus, pero no solo por esnobismo, por una cuestión estética, sino que creo que se cuenta mejor en blanco y negro.

-¿Te gusta arriesgar?

-Sí, yo creo que hay que tomar riesgos en la vida, si vas por caminos ya asfaltados, vas más seguro, pero son más medianos.

-El otro día decías que la risa nos salva una y otra vez, ¿a ti te ha salvado muchas veces?

-Muchas, muchas, ahí hablaba de nosotros, de Anna y de mí, que afortunadamente lo que nos une es que nos reímos muchísimo, casi de las mismas cosas.

-Entonces en un momento de bajón, ¿prefieres que alguien te saque una sonrisa a un abrazo no?

-Sí. Yo creo que la risa nos salva siempre, es la consecuencia de una mirada inteligente a la realidad. Te tienes que reír, aunque haya cosas terribles. Para mí es lo que te salva, y por eso hago comedia, no lo hacemos como género, sino que es una mirada inevitable, es nuestra manera de ver la vida.

-Decías que te ríes mucho con Anna... ¿Es muy importante no olvidarse de disfrutar en pareja?

-Sí, sí, aunque sea para insultarnos. Siempre hay que tener un espíritu lúdico de compartir, si tienes que pasar tu vida al lado de alguien, que por favor te haga reír.

-Dicen los que te conocen que derrochas creatividad, ¿vas por la calle y a todo le ves posibilidades?

-Sí, cuando estás en procesos creativos tienes las orejas y los ojos más abiertos, todo te puede valer en un momento dado. La realidad es una parte muy inspiradora...

-¿Y quién te frena?

-Anna me baja bastante, y la realidad también te baja, porque después viene el tío Paco con las rebajas y vas viendo que no es para tanto, que es complicado proyectar todo lo que tú quieres, al nivel que tu quieres. Hace falta dinero siempre para hacer las cosas, el dinero también me frena. Pero bueno, con lo que tenga voy haciendo...

-Y tanto, ya está en marcha la segunda temporada de «La casa de las flores». Te tengo que preguntar por Paulina, confiesa: ¿tú también has intentado hablar como ella...?

-Hombre claro, el día que llegué a México y escuché a Cecilia hablar así le dije: ‘¿Pero tú vas a hablar así?’, y me dice: ‘El personaje habla así’. Le dije: ‘Me lo tenías que haber dicho, que ahora me tengo que acostumbrar a hablar contigo así’. La verdad es que era una apuesta de una pedazo de actriz como es Cecilia y es droga dura, porque al principio te da rabia, pero después quieres que salga todo el tiempo. Creo que es el triunfo también del riesgo. Es el caramelo de la serie.

-Y tu papelón de María José.

-Bueno, era un caramelo envenenado. Un papel bastante complicado y muy difícil. Yo lo he hecho lo mejor que he podido, pero era complicado. De hecho, al principio recibí muchas críticas por aceptar el papel, me temía lo peor, pero la gente lo ha recibido muy bien, incluso muchísimos colectivos de gente trans me han felicitado por haber hecho el personaje con ese respeto y huir de la risa fácil, de la parodia, de la burla... y hacer todo lo contrario, con la intención de visualizar y dignificar a ese personaje trans. Y estoy ilusionadísimo con hacer la segunda temporada, porque creo que esa pareja puede llegar muy lejos.