«Harían falta mucho más que 5 semanas»

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MARCOS MÍGUEZ

UN PEQUEÑO PASO PARA EL HOMBRE, un gran paso para los papás. Estos son algunos de los afortunados gallegos que han estrenado las 5 semanas de paternidad, y así han vivido estos 35 días al lado de sus bebés

13 oct 2018 . Actualizado a las 16:33 h.

Es lunes y Jorge Castro está a punto de volver a trabajar. «Hoy es mi último día». Jorge es uno de los primeros padres gallegos que estrenó la baja de paternidad de 5 semanas. El pequeño Álvaro nació el 1 de septiembre, justo a tiempo para robarle una semana más al calendario. «Tenemos otra niña, Claudia, de 2 años y nueve meses».

Jorge vivió dos bajas diferentes: dos semanas con Claudia y cinco con Álvaro. Sabe bien lo que significan 35 días. «Después de pasar por las dos experiencias creo que harían falta mucho más que cinco semanas», asegura. «Con Claudia, por diversas circunstancias, casi no pude estar con ella. Vas con prisa, corriendo de un lado a otro, y cuando te das cuenta ya estás trabajando. Con Álvaro sí pude estar más y lo disfruté mucho», cuenta Jorge. «Es una gozada poder estar con él, puedes pasear tranquilamente con el niño. ¡Tienes tiempo hasta de quitarle los mocos! De vivir todos los momentos a su lado, los buenos y los no tan buenos», explica.

MARCOS MÍGUEZ

«QUIERO ESTAR CON ELLOS»

El tiempo vuela y tiempo es lo que necesitan los padres. «No se trata solo de si tienes que volver a trabajar, de si tienes abuelos con los que dejar a los niños, porque al final el trabajo con los niños no te lo va a quitar nadie, sino de que como papá puedas estar con tu hijo y con tu hija. Y en eso las cinco semanas han ayudado», cuenta mientras le da pequeños balanceos al carrito de Álvaro. «Aunque alguien pueda pensar que no hay tanta diferencia, hay más momentos para el bebé y al final te enteras un poco más de ser padre. De la otra manera casi ni te das cuenta», asegura. «Recuerdo que con Claudia, por ejemplo, me perdí la compra de su primera ropita. Hace unos días mi mujer me comentó ‘aquí tomaba café con Claudia cuando bajaba por la mañana’ y yo eso no pude vivirlo porque los bebés se suelen sacar más de paseo a partir de la segunda semana y ya tuve que volver a trabajar. Ahora, por ejemplo, estas cinco semanas pude estar las 24 horas del día con Álvaro, sacarlo a dar un paseo todos los días. Y aún así, el tiempo casi no te llega», relata Jorge.

REPARTO DE TAREAS

En casa, su mujer Belén y Jorge se reparten el trabajo. «¡Con dos hijos pequeños no te queda más remedio!», confiesa con una sonrisa este papá. «Nos vamos turnando e intentaremos hacerlo lo mejor posible. Por ejemplo, el pequeño está ahora con las tres tomas de biberón por la noche y nos vamos repartiendo para poder dormir algo. Cuando toca baño, mientras uno baña a uno el otro le da de cenar al otro», explica. Jorge se considera un afortunado: «Soy profesor y tengo unos horarios que me permiten pasar más tiempo con mis hijos. Puedo darles de cenar y acostarlos. Pero si pienso en otras personas, con trabajos que les obligan a estar más tiempo fuera de casa, creo que las cinco semanas no llegan a nada». «Hace unos días llevaba a la mayor a la guardería y vi como una madre tenía que dejar a un bebé y se me caía el alma a los pies. Realmente entregamos nuestra vida al trabajo y deberían promoverse bajas más largas», apunta Jorge. Está a punto de reincorporarse a su puesto. ¿Cómo lo llevas? «Realmente me gusta mi trabajo y hasta te diría que me apetece volver, pero le queda un papelón a mi mujer a partir de ahora».

ANGEL MANSO

«Son pequeños gestos que ayudan a la conciliación»

 

A Santi Ramos la aprobación de las cinco semanas de paternidad le vino como anillo al dedo. La nueva medida entró en vigor el 5 de julio y el pequeño Ézaro nació unos días después, el 23. «Estaba pendiente de la noticia y cuando vi que llegábamos a tiempo me alegré un montón», recuerda. Con su mujer, Lucía, tiene otro pequeño, Tiago, de dos años y siete meses. «Solo tuve dos semanas y por muy poco tiempo: justo en enero cambiaba para las cuatro semanas». Ézaro ni se inmuta: está en su carrito, durmiendo como solo los bebés saben hacerlo, con esa cara de felicidad absoluta, en compañía de su papá. «Es muy bueno», apunta Santi. El recién nacido lleva el nombre de la cascada gallega de O Pindo, «queríamos un nombre original y que representase a Galicia». Su padre compara las dos bajas: «En nuestro caso notamos mucho la diferencia. Mi mujer tuvo cesárea y durante los primeros quince días necesitó mucha ayuda para todo, para levantarse... La primera baja de paternidad resultó insuficiente». Con Ézaro las cosas cambiaron: «Todo mejora y estás relajado». Dos hijos requieren cuatro manos: «Nos vamos arreglando. Cuando teníamos solo uno se llevaba la atención plena. Pero cuando tienes dos las cosas cambian: uno más uno no suman dos. A veces se ponen a llorar al mismo tiempo o quieren estar con mamá o papá en el mismo instante. Como Ézaro toma el pecho, nos repartimos y yo me encargo más del mayor».

ATENCIÓN PERMANENTE

Entre las ventajas de las cinco semanas, Santi cuenta que la ampliación de la baja, les permitió, por ejemplo, cubrir sin problema el cierre de la guardería en agosto. «Son pequeños gestos que ayudan a la conciliación, pero todavía falta mucho. Por ejemplo, los horarios de los colegios no se ajustan a los del trabajo. También hay que pensar en los imprevistos. Si un día se pone enfermo, ¿con quién lo dejas? Las cinco semanas están bien, suponen una mejora, pero a partir de ese tiempo el niño sigue necesitando atención», apunta Santi. Aparece en escena el hermano mayor, Tiago, con su abuela: «Queríamos darle un hermanito a Tiago. Soy hijo único y para mí esto es como un regalo. Y lo lleva muy bien, lo cuida y le da un juguete cuando llora. Lo único que no le hizo tanta gracia es que heredara su sillita. Pero se lo explicamos y no hubo ningún conflicto». Santi ya está de vuelta en el trabajo: «Ahora estamos viviendo la segunda parte del problema. Mientras estábamos los dos nos repartíamos, compartíamos todos los momentos. Ahora es mi mujer la que tiene que afrontarlos».

PEPA LOSADA

«Lo ideal es que los dos cogiésemos 16 semanas»

El destino, y un cambio legislativo que entró en vigor el pasado 5 de julio, hizo que Pablo Yáñez Ramil (Vilalba, 1982) pudiese disfrutar ya de cinco semanas de paternidad tras llegar al mundo su hija Icía. Su pareja, María Amado Cabana, de Narón, daba a luz finalmente el 19 de julio tras un cambio en los planes médicos, explica él: «Con la niña, de casualidad cogí las cinco semanas. El parto estaba programado para el 4 de julio y entraba en vigor la ley de las cinco semanas un día después. Lo desprogramaron y fue eso lo que me salvó para coger las cinco semanas». «Y, además, no tuve ningún problema para hacerlo a nivel laboral. Ni el primero. Al contrario», señala. Hizo Magisterio. Actualmente está preparando oposiciones a Educación Infantil.

CON XAVI TUVO 15 DÍAS

Con Icía ha crecido la familia que Pablo y María empezaron a formar hace tiempo y en la que Xavi ha sido el primogénito. Cuando su primer hijo nació, hace seis años, recuerda su padre hoy, lo máximo que pudo coger de permiso eran quince días. Como es cierto que las tareas se multiplican en casa, y las responsabilidades y las obligaciones, exprimimos todo el tiempo del mundo cuando tenemos un bebé en nuestros brazos, seamos hombre o mujer. El permiso de maternidad en la actualidad es de 16 semanas y, para Pablo, sería el ideal para ellos y ellas, sin más tiempo unos que otros: «Sigo pensando que equiparar a 16 semanas a ambos era lo ideal. Lo defenderé siempre, ya no solo por descanso. Lo veo como una apertura para que la mujer tenga los mismos derechos. Quiero decir, nosotros tampoco damos a luz, la niña o el niño nace y los padres estamos dispuestos. El nuestro es un período de adaptación. Vosotras dais a luz y estáis en período de recuperación y sois el sustento y también necesitáis un período de adaptación”.

«Coger las cinco semanas lo tenía muy claro. Como hubo una cesárea que fue complicada, aún lo tuve más. Al nacer Icía, quien llevaba el peso de la casa era yo, aunque recibimos ayuda de nuestros padres, muy buena ayuda», dice. «Las cinco semanas son necesarias y con dos niños más, porque también hay que prestar atención al mayor», subraya Pablo.

Ana García

«Saíu de min, gústame atender ben os fillos»

Son pocos los padres que cogen la baja por paternidad y menos, todavía, los que asumen esas primeras semanas de crianza, porque en la mayoría de los casos las madres siguen siendo las piezas clave. No obstante, los hay. Son auténticos padrazos que han decidido cambiar los roles y que deben servir como ejemplo.

UN MUNDO NUEVO

María José Caamaño (1983) y Javier Torreira (1977), de Carballo, llevan 16 años de la mano y 8 casados. Hace 2 tuvieron a Andrea, y en julio llegó Manu para completar la familia. En ambos casos, María cogió la baja por maternidad, pero en este caso Javier decidió acompañarla en ese camino primerizo acogiéndose al permiso de paternidad, que desde el pasado 5 de julio se amplió de cuatro a cinco semanas. «Dende o primeiro momento saíu de min, porque encántanme os nenos e gústame atendelos ben. Todos os pais deberían facelo, tanto pola mamá como polos nenos, e por un propio, porque o tempo pasa moi rápido e vai ser unha experiencia que nunca vas volver vivir. Hai que gozala. Dan moito traballo, pero merece a pena. Á parte, eses primeiros días son os máis complicados e nos que máis atención necesitan», explica este padrazo, que asimismo asegura que en el trabajo no le pusieron ningún pero.

Entre los dos se reparten las tareas al 50 por ciento para que la jornada sea menos pesada: «Un día érguese un a dar os biberóns e outro día o outro», cuenta. No obstante, debido al horario laboral, Javier asume, más bien, las faenas de última hora del día centradas en Andrea, aunque alguna vez también le toque atender a Manu: «Chego de traballar, xogo con ela, báñoa, séntoa a cear, volvo xogar con ela, dúrmoa, dúchome eu, e se o outro aínda está esperto, cólloo tamén», dice entre risas. Esta última labor es la que mejor se le da: «Teño un don para adormecer os nenos», asegura con orgullo, mientras que lo que peor lleva son, precisamente, las pocas horas de sueño personales. Por lo demás, tiene todas las lecciones aprendidas, algo que es de gran ayuda para María, que está «encantada», al sentirse «máis liberada», incluso pudiendo prescindir de las abuelas.