Todas somos multiorgásmicas

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¿ES UN MITO? Dicen que todas las mujeres tienen este maná, aunque no todas lo sepan. En realidad, «sabemos muy poco de la cantidad de placer que podemos llegar a sentir». Las sexólogas Nayara Malnero y Martina González Veiga responden, e invitan a no ponerse límites sin ponerse a prueba. «Si te centras en rendir, dejas de sentir». El relax es lo primero

28 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Todas las mujeres son mutiorgásmicas... dicen. ¿Qué hay de cierto en el mito?. «¿Mito, cuál es el mito?», encaja con ironía la sexóloga Nayara Malnero, autora del blog Sexperimentando. ¿Entonces, todas las mujeres son multiorgásmicas? «Sí», asegura. «No es un mito, es un hecho. Todas somos multiorgásmicas, o todas podemos serlo», puntualiza. Esta condición favorable a la multiplicación sucesiva de placer se da en la mujer porque en ella, explica, no existe el período refractario, que es el tiempo que pasa desde que se produce la eyaculación hasta que se vuelve a sentir excitación. «Los hombres se duermen después de tener sexo, las mujeres generalmente no, porque la relajación en ellos se produce de manera más brusca que en nosotras. En nuestro caso, va más despacio; al no tener ese período refractario, podemos tener otro orgasmo si hay estimulación», afirma. En cambio, ellos tienen período refractario que guardar ¡y no refresh! «Una vez que eyaculan, no pueden alcanzar otro orgasmo en la misma sesión. Los hombres que pueden conseguir múltiples orgasmos son los que practican la eyaculación retrógrada», explica. Pero dejamos el tantra para otra ocasión...

Conviene no sucumbir a la presión de las metas en la cama, aconsejan las expertas consultadas por YES. «Hay personas con vulva que pueden encadenar varios orgasmos, y hay otras que necesitan tomarse un tiempo para volver a experimentar un orgasmo. Hay personas que tienen varios orgasmos, personas que uno, y otras que ninguno, y una misma persona puede experimentar diferencias en sus relaciones. Como seres biopsicosociales, hay muchos factores que nos influyen a la hora de vivir un orgasmo. Y la satisfacción es subjetiva y multifactorial, es algo que no se puede medir en números», sostiene la sexóloga y terapeuta de pareja Martina González Veiga, al frente del centro Con Mucho Gusto, de Santiago.

Con las prendas deberían caer los números, remitir la ansiedad por el baremo, pero nos pueden las medias. ¿Cuál puede ser el promedio de orgasmos de una mujer en un día? «Es algo que depende de cada uno...», desliza Malnero. «Todos somos diferentes -afirma Martina González-. Tenemos sensibilidades y gustos distintos». Pero hay un ingrediente común en el bienestar sexual y el placer, y es el relax. «Es importante generar un entorno en el que la persona se sienta cómoda, tener en cuenta sus gustos y tiempos y gestionarlos bien. No somos máquinas, ni hay botones mágicos ni consejos que sirvan para todas. Lo mejor es no tomarse el orgasmo como una prueba. Si te centras en rendir, dejas de sentir», advierte Martina, que subraya que hay tantas maneras de vivir la sexualidad como personas. «Los hombres experimentan el placer de múltiples maneras, las mujeres también. Y no es cuestión tanto de sexos como de personas. Si lo pensamos fríamente es loco pensar que todo el mundo disfruta igual, ¿no?», plantea.

Las mujeres también podemos ser «eyaculadoras precoces», aventura Nayara Malnero, «pero para nosotras eso no sería un problema», pues no pondría en entredicho la conciencia de nuestra propia feminidad... ¿o sí?

¿Y si una mujer se duerme tras la primera «explosión», es atípico, implica esto que tiene un problema? «No, es normal. Nosotras también nos relajamos... Tener la posibilidad de encadenar varios orgasmos no quiere decir que tengas que tenerlos», aclara Malnero, quien sugiere, en cualquier caso, no ponerse límites.

Probar tiene su punto, y según las últimas noticias que tenemos, el punto G no existe. «Y esto se demuestra en la última revisión científica realizada en el 2015 centrada en la anatomía clínica del punto G. La existencia de un Punto G anatómico queda por demostrar», avanza Martina González. Así que quizá el doctor Gräfenberg se quede sin letra grande en el mapa erógeno de la mujer. Y caiga un mito.