No sin mi suegra

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YA SÉ LO QUE ESTÁIS PENSANDO... pero haberlas haylas. No en todas las relaciones entre suegras y nueras hay placaje. Algunas salen juntas de compras, viajan y hasta juegan a las cartas. Nos ha costado encontrarlas, pero aquí están. Las que se llevan fatal, eso sí, aún no quieren dar la cara.

28 may 2018 . Actualizado a las 22:24 h.

La historia de Sheila Varela y Marisa Ruíz, nuera y suegra de Malpica (A Coruña) de 34 y 74 años respectivamente, podría ser la de cualquier otra familia española, pues es muy común que las abuelas cumplan un papel fundamental en la crianza de sus nietos. Pero lo que la hace distinta es el buen rollo que hay entre ellas, siendo el respeto siempre la base. Después de tantos años de relación y vivencia, nunca se han intercambiado ni una sola mala palabra.

LAS NIÑAS SON EL PILAR

Residen en la Costa da Morte, en la misma vivienda, junto con sus maridos y las pequeñas Martina y Leticia, de 2 y 6 años respectivamente. Estas niñas son la base de su más estrecha relación. Cuando nació la primera, los dos padres trabajaban de autónomos, cada uno en su empresa y en distintos lugares, por lo que fue Marisa la que les echó un cable, o mejor dicho, el cuadro eléctrico entero. Y cuatro años más tarde, la historia se repitió al nacer Martina.

«Practicamente criounas ela, porque eu estiven moi poucos meses de baixa despois dos dous partos e miña nai non podía facerse cargo, xa que tamén traballaba», dice Sheila, a lo que añade: «É duro non poder pasar máis horas coas túas fillas, pois só as vexo ao mediodía e de noite, pero mellor ca con calquera outra persoa están coa avoa. É por iso polo que vou tranquila traballar e me centro no que teño que estar».

Pero es aquí cuando entra de lleno el lema «No sin mi suegra»: «É certo que ser autónoma ten os seus beneficios neste sentido. Á parte, estou preto da casa. Pero, grazas a ela, puiden seguir coa miña vida e nunca perdín de traballar, que era algo que non quería deixar. Sen ela, non sería o mesmo», cuenta Sheila orgullosa sobre Marisa entre risas: «Ademais, edúcaas xenial. Máis ben que a que as consente son eu». Pero es que, más allá de las niñas, mantienen una relación envidiable: «Nunca discutimos en dez anos que nos coñecemos. Non todo é de cor rosa, pois somos diferentes, pero respectámonos», relata.

Y es que en el día y medio que esta madre coraje tiene para disfrutar de la familia hasta incluye a la suegra en sus planes: «Case todos os sábados polas tarde imos de compras, e os domingos, de paseo e a tomar algo». Pero aún hay más: «Algo que considero moi importante é que sempre lle podo pedir un consello, e non xa sobre maternidade, pois nese terreo é toda unha experta, senón sobre calquera outra cousa. Cando a necesito, está aí», expresa Sheila.

La clave de que con 40 años de diferencia de edad entre ambas se entiendan tan bien está en la mentalidad y físico de Marisa, según explica la malpicana: «É unha persoa xovial, moderna e de ideas moi abertas. Ata hai pouco, subía do baixo ao ático correndo». Y es que la suegra emigró muy joven a Inglaterra por motivos de trabajo, y más recientemente también ha vivido en Fuerteventura para ayudar a su otra hija en la crianza de sus nietos. ¡Es una mujer todoterreno! «Fun nai de moitos fillos ao longo da miña vida e a todos eduqueinos coma os meus propios. Outras van pasear e eu preferín botar sempre unha man, porque sei o que é crialos con traballo e sen axuda», expresa Marisa.

Ella es la que se encarga de prepararles la comida, llevarlas al parque y a las numerosas actividades deportivas, así como de darles de cenar, ducharlas y meterlas en la cama. ¡Ah! Y algo muy interesante. Al poco de nacer Leticia y Martina, ya les daba lecciones de vida en inglés.

Sobre su nuera, comenta: «Sempre lle quixen ben, porque nos entendemos de marabilla e aceptámonos a unha á outra. Iso si, o que ela me di, vai á misa». Y añade: «Sigo ao pé do canón. E cando non, vou tirando. Son moi liberal, e iso creo é fundamental na nosa relación».

«Somos amigas,imos xuntas de vacacións»

 

ANA GARCIA

María José Varela y Dolores Lorenzo dan pura envidia paseando por las calles de Carballo, su localidad natal y en la que residen en la actualidad. Son nuera y suegra, respectivamente, y mantienen una relación que traspasa la cordialidad. «Somos coma amigas, ela é fundamental», dice María José. Y es que la diferencia de edad entre ambas, 41 y 73 años, apenas la notan en el día a día. «Nunca discutimos a unha coa outra. Entendémonos estupendamente dende o primeiro día que nos coñecemos. Compartimos a forma de pensar e ambas somos moi tranquilas», añade Dolores.

Como explica la nuera: «A nosa relación baséase en todo». El lazo que más las vincula es que la suegra cuida del hijo pequeño de María José, Mateo, mientras esta última regenta una peluquería. Y también los viernes y sábados, el nieto mayor, Antón, los pasa con la abuela. Pero su amistad va mucho más allá. «Comemos xuntas de 15 en 15 días, cando non é todos os domingos ou entre semana, e como quente o sol, corremos para o campo», comenta Dolores. Por su parte, María José añade: «Incluso as vacacións do Nadal e do verán gozámolas en compañía». Su destino, el siempre tranquilo Laxe de la Costa da Morte. María José, su pareja y sus hijos en un piso, y Dolores y su marido en otro del mismo edificio. Pero lo cierto es que hacen «todo xuntas», asegura la suegra.

También comparten otras aficiones, como ir de compras. «María é un pouco máis moderna ca min, pero aconsellámonos a unha á outra». No opina lo mismo su nuera: «Dolores é moi xuvenil». El deporte podría ser otra opción, si no fuese porque a María apenas le queda tiempo después de la jornada laboral, y a Dolores es algo que nunca le atrajo. Sea como sea, su relación es perfecta. No les falta nada para completarse mutuamente. La suegra cuida de los nietos «encantada» y ameniza los duros días de trabajo de la nuera con varias visitas a la peluquería, y María, por su parte, le devuelve el esfuerzo decidiendo pasar sus días libres en su compañía.

 «Desde el principio hubo química entre las dos»

Suegra... ¿Y amiga? Leticia y Martha son la muestra de que sí es posible. Su caso escapa a ese tópico que proclama la incompatibilidad de este lazo familiar que tantas veces hace aguas. «¿Que qué tenemos en común?», dice Leticia. «Puues el amor por su hijo y nuestra meta de mantenerlo en línea», comenta entre carcajadas. El niño mimado de la casa (es hijo único) tiene suerte de ser la diana de los afectos de estas dos mujeres que enseguida conectaron. «Conocí a mi suegra en el 2009. Y desde el principio hubo química. Ella es una persona maravillosa, de mente joven y muy sarcástica». Leticia tiene 32 años, es abogada, y dejó su Galicia natal para embarcarse en una aventura americana. Nacida en Ferrol aunque criada en A Coruña, conoció a su marido Jason estando de vacaciones. Ella iba a visitar a su hermana, que estaba trabajando en un hotel en Bali. Él, natural de Los Ángeles, había elegido este mismo destino para hacer surf con sus amigos. La chispa prendió entre ellos. Era el 2008. Un año más tarde Leticia se graduó en Derecho y se mudó a L.A. para trabajar en el consulado de España. Una relación a caballo entre dos continentes que sellarían doce meses después en Ares (A Coruña). Amante de la naturaleza, Leticia vive en Orange County (California) como su suegra, con la que casi comparte más tiempo que con su propia pareja. De hecho, trabajan juntas. Martha, de 71 años, es dueña de una empresa de jardinería. Leti lleva los asuntos legales y la contabilidad. «Mi suegra fue mi mentora en temas de finanzas e inversiones». Comparten almuerzo a diario: «Es que nuestras oficinas están a seis metros de distancia». Esta gallega ha llevado a la costa oeste de los EE.UU. alguna que otra tradición española, como la comida familiar de los domingos. «Mi suegra no cocinó en su vida -confiesa- pero desde que tiene una nuera española se esfuerza bastante». Martha acogió a su nuera «con los brazos abiertos».

«Me incluyó en todos los planes, incluso los que hacía con sus amigas. Siempre me preguntaba si me quería unir», añade. Planes que abarcan desde ir al cine, jugar al póker y al continental (costumbre sagrada todos los fines de semana), ir de compras o viajar, una de sus pasiones compartidas. Juntas han ido ya a Londres, el Gran Cañón, Las Vegas, Arizona, San Francisco, Hawái, Madrid, Barcelona, y por supuesto, Galicia. Solo hay que verlas en la imagen para darse cuenta del grado de complicidad que han alcanzado. ¿Estará celoso Jason?