«Me da mucho vértigo convertirme en personaje»

YES

BENITO ORDOÑEZ

CON 50 KILOS de más, al poco de tener a su hija, se puso delante de la cámara para dar un paso de gigante: presentar «Sálvame». Un programa que ha dirigido durante 7 años y que, según confiesa, le ha dado todo. «En lo personal también. Allí conocí a mi marido, y por eso tenemos ahora a Alba». Un año después de haber sido madre y con 50 kilos menos, Carlota confiesa hoy en YES que es «otra mujer».

02 jul 2016 . Actualizado a las 09:43 h.

A Carlota Corredera (Vigo, 21 de julio de 1974) cuesta poco presentarla porque diariamente la siguen millones de espectadores desde hace siete años en Sálvame. La mayoría la conocen de sobra, primero por ser la directora de ese espacio que acuñó el neorrealismo televisivo, y desde hace unos meses porque se ha incorporado como colaboradora y presentadora. En la intimidad, los que hemos entablado una relación personal con ella sabemos que es una mujer cariñosísima, dispuesta siempre a echar una mano y tan responsable y exigente consigo misma como pocos periodistas. Hacer un programa de cuatro horas con tanta audiencia nunca es fruto de la casualidad, pero como Carlota es también parte de YES, empezamos charlando de lo que verdaderamente importa.

-¿Cómo está Alba?

-Enorme, enorme. Acaba de cumplir un año y le asoma un fuerte carácter. Cuando nació se parecía muchísimo a Carlos, hasta el punto de darte rabia, pero ahora ya no, es mezclada, y ya la veo mucho más parecida a mí. Es muy mandona [risas].

-¡Cuántas transformaciones este año!

-Yo, que soy muy supersticiosa como buena gallega, digo que Alba es el principio de todo. Porque si ella no llega a venir al mundo yo no hubiese sido jamás presentadora, pero al intentar conciliar la maternidad a los 40, que no es lo mismo que a otras edades, porque a lo mejor yo no vuelvo a tener más, me llegó todo en cadena.

-¿Descartas tener más hijos?

-No cierro la puerta, pero soy consciente de que este mes cumplo 42 años. A ver, mi amiga Anne Igartiburu ha sido madre a los 47, Ana Rosa también, pero bueno, hay poco margen. De todas maneras, yo he tenido tironazos de trabajar a ritmo inhumano, y cuando no le he dado tanta importancia al trabajo me ha cambiado la vida para mejor. Cuando intenté conciliar fue cuando surgió lo de colaborar y luego presentar. ¡Ahora soy la presentadora de los viernes de Sálvame Diario!, y poder estar el resto de la semana con ella es un lujo. Me considero una persona muy afortunada y, como no sé lo que me va a durar, intento disfrutarlo cada día. Pero Alba ha sido un talismán. Aparte del regalo que es ella, que ya es de otra liga.

-Justo cuando otras mujeres echan un poco el freno, tú te lanzaste.

-Sí, por eso. La última frase que escribí en YES fue: «Volveré, pero ya no seré la misma». Y es verdad. A raíz de su nacimiento han pasado muchas cosas y todas buenas. Dirigir Sálvame es un trabajo muy exigente, y si yo me hubiese incorporado cuando me tocaba, en diciembre, estoy segura de que me habría perdido tantas cosas que he podido disfrutar con ella.

-La prioridad era Alba.

-Sí, sí. Y lo sigue siendo. Ahora cuando me dicen: «¿qué prefieres dirigir o presentar?» Yo siempre digo: «si presentar significa estar cuatro días con Alba, prefiero presentar». Es un paso nuevo y mucha más exposición mediática, que no es fácil. Pero a cambio de ser más vulnerable al interés de la gente, tengo una ventana para desarrollarme como profesional.

-¿Presentar estaba en tu cabeza?

-Jamás. Nunca me he peleado ni he planteado esto. Lo han visto desde fuera. Yo no era algo que tuviera en mente. Todo ha sido muy espontáneo, un viaje que empezó desde que nos empezaron a pinchar a los directores. Si a mí Sálvame Diario no me hubiera puesto a anunciar ante la cámara lo que íbamos a hacer en el Deluxe yo no creo que hubiera presentado. Pero desde ese momento en que me expongo más, me arreglo para salir en pantalla, eso fue una ventana también para mis jefes.

-¿Qué crees que han visto en ti?

-Yo creo que el hecho de que a mí los colaboradores me respetan y se sienten más protegidos, me quieren y estoy de su lado. Por supuesto que a los demás presentadores también, pero si había que incorporar una cara, ellos sabían que yo eso lo tenía. Los colaboradores son el motor, los amos y señores del programa, y si alguien tiene que presentar tiene que ser alguien que los domine un poco. Que sepa rebajar sus tensiones.

-¿Hay alguien imprescindible?

-Los colaboradores. Más allá del núcleo duro hay una realidad, excepto Lydia Lozano y Kiko Matamoros, todos han tomado descansos y el programa ha seguido funcionando. Está sano. Ha tenido tres directores, varios presentadores... Esa marca depende de los colaboradores.

-Ahora eres personaje, sales en las revistas, habrá cosas que no podrás controlar. ¿Estás preparada?

-No lo sé, yo nunca he estado en este lado, sino en el de los periodistas. Yo creo que nunca se está preparado. Para mí es un camino nuevo, que de la mano de mi marido, Carlos, y de mi familia vamos pisando todo lo firme que podemos, pero te llevas sorpresas. Lo que me gustaría, a lo que aspiro, es que los medios estén interesados en mi trabajo, no en lo personal. Cuando surja resolveré. He salido de cosas tan grandes en mi vida ya que me parecería insultar a mi trayectoria pensar que yo eso no lo superaría. No será fácil, pero nunca se está preparado. Me da mucho vértigo convertirme en personaje, pero si es el precio que hay que pagar por dar los pasos profesionales que estoy dando, pagaré.

-En el 2011 me decías en una entrevista: «Siempre le digo a Jorge Javier que duraremos un par de años más» [risas].

-¡Llevamos cinco más! Aquí estaremos hasta que la gente se canse. Jorge siempre tiene dos preguntas, una en relación a su cuerpo: ¿cómo me ves, he subido, he bajado? Y otra: ¿cuánto le queda al programa? Yo solo deseo que siga, ahora que lo empiezo a presentar.

-Aquel día que fuimos a «Sálvame» Jorge Javier dijo: «Vargas Llosa hoy no ha venido, qué le vamos a hacer, menos mal que tenemos a Joselito». [Risas] Yo creo que ahora ya podría ir Vargas Llosa, ¿no?

-Ahora Vargas Llosa está más cerca, bueno, es que no puede irse de este mundo sin darnos una entrevista. Una entrevista de Jorge y Vargas Llosa me pone muchísimo. Y ojo, Jorge tiene otra entrevista que yo creo que sería brutal que es la de Isabel Pantoja. Sería maravilloso, yo esta mañana me lo imaginaba, ahora que está aislada, ese plató del Deluxe vacío, solo Jorge, ella y el equipo técnico, sin público.

-Sí, sí, en plan «Cinco horas con Mario»... Dramático. [Risas] ¿Qué es lo mejor de presentar?

-Para mí demostrarme a mí misma que puedo. Yo estoy muy agradecida por la confianza que han tenido en mí. Esa sensación nueva de cuando consigues otro reto es lo mejor. Por eso me flipan tanto las pasiones y los comentarios de la gente, porque yo cuando salgo a presentar no estoy pensando en toda la repercusión que tiene.

-Siempre hay gente que desdeña los contenidos de sociedad, tele, entretenimiento... Como si hubiera un periodismo de listos y otro de tontos. ¿A estas alturas necesitas justificarte?

-Pues mira, te voy a poner un ejemplo con una anécdota. Yo hace una semana coincidí con Cristina Saavedra, coruñesa, presentadora de informativos de La Sexta. Cris y yo somos compañeras de facultad. Y ella en un momento me dice: «Por cierto, ¿te han avisado ya del 25 aniversario de la facultad?». Y respondí: «nooo». En ese momento en caliente no me di cuenta, pero cuando llegué a casa pensé: «¿habrán sido capaces de convocar a unos sí y a otros no según el tipo de trabajo que desempeñemos?». Es más, no lo he averiguado, a mí eso me daría muchísima pena. Siempre digo con mucho orgullo que soy de la Facultade de Xornalismo de Santiago, y si no cuentan conmigo porque trabajo en Sálvame me parecería tristísimo. Pero no lo descarto. Yo no estudié periodismo pensando en trabajar en corazón, aunque he sido siempre muy consumidora de las revistas de corazón. Ha surgido así, he hecho muchísimas otras cosas y para mí lo importante es que cada cosa que te toque hacer en cada momento la hagas de la manera más profesional. Yo hago un programa de entretenimiento de cuatro horas cada día. Sálvame siempre será el programa más importante de mi vida, me ha dado todo, conocí también a mi marido... Pero a mí me gusta tanto mi trabajo, es tan vocacional, que nunca pensé en eso ni en tirar la toalla.

-Te plantaste delante de la cámara con 50 kilos de más. Hay que echarle valor.

-Fui una inconsciente, pero me ilusionó tanto la oportunidad y que los jefes apostasen por mí, que ellos confiasen en mi trabajo. Dejando al margen que mi imagen era antitelevisiva, cómo iba yo a decir que no. Esa falta de autoestima delante del espejo que yo tenía, porque lo pasé fatal, no estaba a gusto, la compensaba toda esa gente que tiraba de mí: estilistas, peluquería, mis jefes... Yo ni siquiera me miraba en el monitor, aunque me revisaba en casa los errores porque soy superperfeccionista. La única manera de superarlo era olvidarme de cómo estaba físicamente. Solo decía: confía en ti, confía en ti y tira para adelante.

-¿Cómo se adelgazan 50 kilos?

-Cuando reaparecí en la tele una marca me planteó hacer una dieta. En ese momento les dije que no, y yo intenté adelgazar con la doctora de siempre: seguía unas pautas de alimentación, tenía un entrenador, un fisio para hacer drenaje. Y así bajé 20 kilos. Luego llegó un punto en el que sentí que estaba preparada para hacer la dieta que me planteaba esa marca, porque era un reto fuerte. Entonces me puse en sus manos y me quité los 30 restantes. Todavía no estoy en mi peso. Me gustaría quitarme 10 kilos más. Pero no depende de mí, sino de mi médico.

-¿Has pasado mucha hambre?

-No he pasado hambre porque si no la dieta fracasa, pero claro que no comes todo lo que te gusta. Hay muchas renuncias. Pero más allá de la estética, además trabajando en televisión, de lo que fui consciente es de que tenía una hija de meses que necesitaba que yo estuviera ágil. Yo soy una persona muy responsable, y cogí un sobrepeso descomunal en el embarazo, no por comer lo que me dio la gana, ojo, pero tengo muchos problemas: riesgo de trombo, tiroides... No podía estar así.

-Júrame que seguís sin guionizar una pelea en el programa.

-Te lo juro, te lo juro. Lo que pasa ahí es de verdad, no hay engaño. Puedo avisar antes a alguien de que le voy a sacar algún tema feo pero los follones que hay, sus reacciones, son totalmente naturales. Además, cuando viene algún invitado e intenta montar un pollo se nota enseguida que está forzado. Eso no funciona. El público quiere eso que los colaboradores dan.