El exmarido de Silvia Fominaya justifica el impago de la pensión de 5.000 euros al mes a sus hijos por la quiebra de varias de sus empresas

E. V. Pita VIGO

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

La modelo y presentadora televisiva replica que su exesposo exhibe fotos de sus relojes de lujo en Instagram, alquiló un hotel entero, se pasea en un BMW serie 8 y le compró dos caballos a su hija pequeña, con la que hizo viajes a Miami

12 sep 2023 . Actualizado a las 18:44 h.

El exmarido de la modelo y presentadora televisiva Silvia Fominaya, el empresario e industrial naval vigués Pablo G.A., alegó que la quiebra de varias de sus empresas le impidió abonar durante varios años la pensión de alimentos de sus dos hijos, la compensatoria de su exmujer y los gastos de la casa, lo que suponían 5.000 euros al mes. Cuenta que una factoría auxiliar del naval de Marruecos y otra de sus empresas en Portugal se hundieron «por la competencia asiática». Debido a los bajos precios entraron en pérdidas y no pudo pedir más crédito y la situación cambió drásticamente. «Una empresa de Marruecos que facturaba 35 millones bajó a 19, con 60 personas menos. Estuve cinco meses sin salario, era insuficiente para pagar la pensión, en mi empresa subsistimos con las ayudas del covid», declaró en el juicio que se ha celebrado esta mañana en el Juzgado de lo Penal número 3 de Vigo. Habrá una segunda sesión el 10 de julio.

El empresario añadió que pidió un préstamo de 25.000 euros para saldar las deudas con su exmujer. También recalcó que estuvo varios meses pagando los gastos de 300 euros al mes de un caballo que le compró a su hija pequeña, aficionada a la equitación.

Por su parte, la modelo Silvia Fominaya calcula que su exmarido «pagaba a golpe de sentencias». Dice que su marido está en mejor situación económica desde el divorcio porque «soy socia de algunas de sus empresas y veo las cuentas». 

Una de sus quejas de la exmujer es que el padre se quedó más de un año y medio con su hija tras unas vacaciones del 2020. En ese tiempo no pagó la pensión de su hija aunque sí la de su otro hijo. 

Fominaya reveló otras pruebas de la potencia económica de su exmarido: una novia lo echó de casa y él y su hija alquilaron un hotel entero en Tui. Además, exhibe fotos de relojes de lujo en su perfil de Instagram y conduce un BMW serie 8. La modelo explicó a la jueza que esos gastos, «que yo no me puede permitir», son excesivos y revelan su capacidad económica. Tiene información de que el hermano le vendió a su exmarido una parte de la empresa por un millón de euros, lo que evidencia que no tiene problemas financieros sino todo lo contrario. 

La presentadora televisiva denuncia otros gastos suntuarios que delatan los signos externos de riqueza de su exesposo porque él le compró dos caballos a su hija, uno de 9.000 y otro de 4.000 euros, e hizo viajes de vacaciones a Miami con su hija e incluso le puso un chófer a la menor, según desveló Fominaya en el juicio.

La modelo se quejó de que, a pesar de todo, ella le tenía que reclamar constantemente a su exmarido el pago de los gastos del gasoil de la calefacción y de agua caliente de la casa familiar en Tomiño. Recalcó que el padre ya no quiere pagar los gastos de los caballos de la hija «porque ahora ella está conmigo»,  y han tenido que alquilarlos para sufragar los costes de mantenimiento y de participación en los concursos y torneos de hípica de la menor.

Fominaya tuvo varios juicios con su exmarido por demandas en los juzgados de violencia de género en Vigo y Pontevedra. La defensa le preguntó si recordaba que el exmarido le ha regularizado la pensión compensatoria a partir del 2021 y ella admitió que incluso, tiempo después, le ingresó otras cantidades puntuales como 25.000 euros y 15.000. «Fíjate él lo que debía», le contestó a la defensa del exmarido.

El hermano del exesposo también testificó. Negó que el hotel que enseñó Fominaya en unas fotos a la jueza fuese un negocio hotelero y aclaró que es una casa particular o pensión de un conocido. Contó que él le vendió todas las acciones de una empresa a Pablo por un millón de euros y que los percibirá en plazos de 6.000 euros al mes. El hermano dice que se marchó de la empresa fundada por su padre tras una cadena de crisis mundiales en los años 2007 y 2015 y por la incompatibilidad con otros socios, ya que habían llegado a una situación de degradación. «La empresa exige muchas inversiones pero es indestructible, superó todo y superará todo», afirmó. El precio de un millón de euros por sus acciones le pareció justo. El fiscal le preguntó que si una empresa estaba en quiebra cómo podía valer un millón y le contestó: «¿No pagaría usted un millón por Pescanova?».

Un perito testificó que la situación económica del exmarido de Fominaya cambió mucho en la última década. Considera que, años atrás, hubo un reparto excesivo de dividendos de las empresas que supuso una descapitalización, incluso con pérdidas. Una auditoría alertó del problema de insolvencia y recortó las retribuciones por dividendos de los directivos conforme al mercado. En el 2020, se fijó un sueldo inferior a 140.000 euros anuales por directivo para entrar en una senda de normalidad. Según el perito, el exmarido pasó de ganar 6 millones de euros en el ejercicio 2015 a 200.000 euros anuales en el 2021.

Tras la declaración del perito, el juicio se suspendió hasta el 10 de julio por la incomparecencia de una novia del exmarido que iba a testificar.