La Navidad de Vigo cablea el arbolado urbano contra la normativa municipal

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

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La decoración con luces LED usa este año las ramas como soporte

30 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La campaña turística española más famosa desde «Tenerife tiene seguro de sol» es «Vigo, donde vive la Navidad». Pero la Navidad de Vigo no baja del cielo como el astro rey. La Navidad de Vigo llega en camionetas de Iluminaciones Ximénez y se descuelga por los balcones de las fachadas de los edificios singulares u ordinarios. Quiera usted, o no.

Este año, como novedad, la Navidad de Vigo usa los árboles urbanos como soporte para las luminarias. Los cables eléctricos se enroscan como boas constrictor en todo árbol que encuentran a su paso por el centro de la ciudad dejando a los ejemplares tan replegados como los abetos de plástico que se guardan en las cajas del trastero.

Los preparativos, anunciados a bombo y platillo a nival nacional como si de algo crucial se tratarse, comenzaron en agosto con la instalación de los cables de sujeción de los que luego colgarían las guirnaldas. Pero desde el mes pasado, los operarios han procedido a electrificar las ramas de árboles pequeños y medianos, e incluso el tronco en el caso de los de gran porte.

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Esta nueva forma de entender la decoración con bombillas led contraviene directamente la propia normativa municipal, que en el artículo 16 del capítulo IV prohíbe, para su buena conservación y mantenimiento: «toda manipulación sobre as árbores e prantas» así como «cravar puntas, atar escaleiras, ferramentas ... o calqueira outro elemento». Por lo tanto, si el Gobierno municipal aplicase en este caso sus reglas, tendría que multarse a sí mismo.

La invasión de la masa arbórea con cables e interruptores se extiende por todo el centro y se hace especialmente patente en zonas tan transitadas como la Gran Vía, donde además, los instaladores han ideado un sistema que consiste en atar los cables entre farolas y en su recorrido horizontal dejan bajar otros en vertical que caen sobre las ramas. El resultado estético es una maraña de maromas que sobrevuelan las cabezas de los viandantes.

El tendido se aprecia especialmente en zonas con ejemplares de tamaño medio, como en las calles del barrio de Churruca; y en otros árboles de gran tamaño, como los recientemente podados en la plaza frente a Roupeiro, que han sido rodeados desde los troncos.

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A la Alameda también han llegado los colgantes de luz cuando no hace ni cuatro meses que el Concello se acordó de retirar los adornos de plástico de la araucaria centenaria, trabajo que hizo a finales de junio.

El grupo Marea de Vigo pidió la inclusión de la Alameda como Bien de Interés Cultural para elevar su grado de protección al comprobar la ausencia de esta plaza en el registro de la Xunta, pero su propuesta fue ignorada. Si se aceptase, el gobierno autonómico podría intervenir. También podría hacerlo si las acciones sobre los árboles se produjesen sobre los que forman parte del Catálogo de Árboles Singulares del Concello de Vigo si se encuentran en un área BIC. De no serlo, solo podrían intervenir sobre ejemplares documentados por la Xunta entre los Senlleiros de Galicia.

Espacio público

La ocupación del espacio público es ya un hecho en la plaza de Compostela. A falta de veinte días semanas para la inauguración oficial de la Navidad de Vigo, el mercadillo Cíes Market copa el espacio con las casetas azules que albergarán decenas de puestos de comida, artesanía y artículos de regalo. Durante casi tres meses, los ciudadanos no recuperarán el uso de los centenarios jardines públicos tomados por las instalaciones montadas para dar cobijo a los negocios de los comerciantes.

La ordenanza municipal también se pronuncia sobre este tema en su capítulo VI: «Toda a cidadanía ten dereito ó uso e gozo das zonas verdes públicas».

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Los residentes de Rosalía tiemblan con la que se avecina y piden información

Los residentes del tramo de Rosalía de Castro más cercano a la calle Pontevedra ya están temblando con la que se avecina. Tras comprobar en las Navidades pasadas que la película navideña de Tim Burton (pero no solo antes, sino durante y después) se había hecho realidad cuando les tocó tener delante de sus casas las atracciones de feria, este año han comenzado la batalla por el descanso antes de que llegue la artillería. Así, la comunidad del edificio ubicado en Rosalía castro, 12, ha presentado al Concello un escrito en el que urge información sobre las medidas tomadas para salvaguardar los derechos que consideran se están incumpliendo al cercenar algunos que citan en un escrito entregado por registro, como «el derecho a la libertad de circulación, a la intimidad personal y familiar, o el derecho al descanso».

Se refieren en concreto a los edificios situados entre los números 4 y 18 de la citada vía pública y también solicitan que se les facilite información sobre el plan de evacuación y emergencias «por el altísimo riesgo» de que en el caso de que suceda un imprevisto de ese tipo, los coches de bomberos, ambulancias, etcétera, no podrían acceder. También solicitan saber de qué modo se resuelve el plan de higiene «para evitar que el público asistente haga sus necesidades fisiológicas o vomite en nuestros portales».

A todo trapo

La contaminación acústica y lumínica es otro de los problemas que traen de cabeza a los residentes. Por ello requieren información sobre el uso de bocinas y sirenas en cada atracción de feria, el despliegue de luces intermitentes y el uso continuo de melodías. El año pasado, debido a estas molestias, los vecinos de la zona protagonizaron protestas por los ruidos constantes, música a todo volumen y un retroceso en su calidad de vida durante un tiempo inasumible. Los habitantes de ese tramo de calle también tuvieron problemas para acceder a sus domicilios con sus vehículos, teniendo que dar rodeos de kilómetros por calles atascadas para llegar a sus garajes. «Si te toca durante unas fiesta patronales te aguantas, son unos días. Pero no hay ninguna fiesta que dure dos meses, eso no hay quien lo aguante», asegura Mari Luz, una vecina del barrio que asegura que el año pasado terminó «totalmente agotada de aguantar esta parafernalia y pide «compasión».