La poca lamprea del Miño aviva el temor a la competencia desleal de la francesa

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO A GUARDA / LA VOZ

SALVATERRA DE MIÑO

Oscar Vázquez

Las capturas cayeron 13,8 toneladas en A Guarda desde el 2018 y la flota fía sus expectativas a febrero y marzo. Policía Autonómica y Seprona vigilan el furtivismo

30 ene 2023 . Actualizado a las 15:07 h.

Jorge ha pescado tres lampreas en veinte días, vendidas a 50 euros cada pieza, pero no puede decir que le haya mirado un tuerto. Tampoco frunce el ceño: «Enero siempre es un mes malo, ya le pasó antes a mi abuelo y padre, ellos también se dedicaban a pescarlas. La temporada empezó el 3 de enero, y apenas hay capturas». El martes pasado, en la desembocadura del río Miño, entre A Guarda y Caminha, Jorge, de 36 años, exprimía su motor fueraborda de 25 caballos junto a otras diecinueve lanchas de pabellón español, menos cuatro, lusas. Entre todas, después de tres horas expuestos al frío, llegaron a puerto cuatro lampreas: tres se descargaron en A Guarda, la otra en Caminha. Jorge se estrena esta temporada en la pesca del vampiro del Miño, un animal más antiguo que los dinosaurios [su origen se remonta quinientos millones de años], con boca de alien que se alimenta de la sangre de otra fauna y que implica toda una liturgia gastronómica tras pasar por la quilla de los fogones.

«Invertí 10.000 euros en al compra de la lancha y el material. Tuve suerte, le compré todo a un marinero también de A Guardia que se jubiló. Esperemos que vaya bien, el año pasado no hubo mucha», explica Jorge, el debutante, que alude a la temporada catastrófica del 2022 que en el 2023 no debería repetirse. La del año pasado respondió a la falta de lluvia y escaso caudal que arrastraba el principal río de Galicia. «Este año llovió mucho en otoño, pero eso también es un problema. Baja con mucha agua dulce, que se adentra en el océano. Las lampreas es lo que buscan, y si la encuentra antes de la desembocadura, ya no necesitan remontar el río», detalla Jorge mientras recoge la red tras dos lances [en el argot implica soltar el aparejo]. Se calla un momento, piensa antes de retomar su discurso, y dispara el tabú que nadie ve pero del que todo el mundo habla a poco que se saque el tema: «Mucha viene de Francia, en camiones, pero eso es de dominio público. Pero ojo, yo nunca la he visto...», dice con una sonrisa a media hasta y encogiéndose de hombros.

Ya en el puerto, al finalizar la jornada y fondeando su lancha, habla la voz de la experiencia. Benigno Barreiro, que esta semana cumplió 60 años y se dedica a la pesca de la lamprea desde los 11. El martes no pescó nada, y desde el 3 de enero, cuatro ejemplares. «Nunca se cogieron buenas capturas hasta febrero, aunque eso depende de los ciclos biológicos, hay que decirlo todo. Enero suele ser malo, pero hay eneros mejores que otros, y este ha sido malo. Llovió mucho e hizo mal tiempo, que impide salir al río». Benigno tampoco esquiva hablar del secreto a voces que recorre la desembocadura del Miño y el puerto: «Es cierto que también la traen de Francia, allí apenas se come y desde hace unos 20 años llega para acabar mezclada con la gallega».

Hay un dato que resulta incontestable: la codiciada pesca de la lamprea en cada primer cuatrimestre del año ha ido a menos en el principal puerto gallego de esta especie, A Guarda, desde el 2018. Entonces se capturaron 19.682 kilos, por los 5.821 kilos del año pasado, que implica una caída de 13.800 kilos. Pero en los restaurantes, esa escasez no se ha notado nunca, tampoco en las fiestas gastronómicas oficiales. Lo explica otro profesional de la pesca, curtido, Anselmo. La madrugada del lunes al martes pasados hizo bingo en forma de dos piezas capturadas. Sus manos evidencian el trabajo de muchos años, y su discurso la carencia de pelos en la lengua: «Este mes llevo cinco con las dos de hoy [explicó el miércoles]. El año pasado no hubo, pero tampoco se notó la falta en los restaurantes. Aun así subieron los precios, a 120 euros se pagaba cada pieza. Pero a nosotros no nos pagaron más, son muy cucos».

La subida de precios, ante la falta de género en los últimos cuatro años, se constata igualmente en las cifras oficiales: en el 2022, en A Guarda se vendieron 5.821 kilos por 165.581 euros, mientras que en el 2019 se obtuvieron 167.005 euros por 10.342 kilos, o los 156.147 euros del 2020 por 11.064 kilos. Esta semana, la escasez de capturas coincide con la carencia de oferta en los restaurantes más afamados de la orilla gallega del Miño. Todos los grandes templos gastronómicos de As Neves, Salvaterra y Arbo reconocían, el martes por la tarde, no tener ejemplares para garantizar el servicio este fin de semana: «Llame el viernes para confirmar si hay lamprea, que a lo mejor viene hasta aquí y no tenemos ejemplares», era la frase más repetida al otro lado del teléfono. 

Ni tramas ni esquilme

La estacionalidad que supone la temporada de la lamprea cada primer cuatrimestre del año implica la vigilancia de los ríos en el sur de la provincia, principalmente del Miño y del Tea. La ejercen la Policía Autonómica y el Seprona de la Guardia Civil. Ambos cuerpos aseguran que la posible llegada de lamprea francesa a Galicia, principal productor en España de la especie, es un mantra que se repite desde hace años, pero sin que nunca se interviniera ninguna partida sospechosa de acabar comercializada por producto da terra. Sí se tuvo información de que una empresa de la comarca de A Louriña importaba lamprea pescada al otro lado de los Pirineos, e incluso se inspeccionó alguna partida, pero la documentación estaba en regla. Juan Cornide y José Rodríguez son pareja de uniforme y patrulla en la Policía Autonómica en Vigo, también pescadores fluviales. Conocen el terreno y la incidencia del furtivismo de esta codiciada especie en los meses que se demanda. El diagnóstico apunta a «una actividad minoritaria, protagonizada por gente de la zona que realiza capturas menores para ganarse unos euros. No hablamos de tramas organizadas que esquilmen los ríos. Sí es cierto que pueden ser varios que se avisan por teléfono cuando nos ven llegar. Sobre todo en el Tea, ahí es más común. Se pescan desde la orilla o metiéndose en el agua en zonas que no cubren demasiado. También está la gente de la zona que pesca para cocinar en casa, pero siempre son cantidades mínimas. Si los ríos de la zona están en buenas condiciones, llevan mucha lamprea, mucha», explican ambos agentes. «En el Miño ocurre lo mismo, hay furtivos. Las mejores zonas, si el cauce está en buenas condiciones, son entre Salvaterra y Caldelas de Tui, ya sea en barca o desde la orilla. También entre Chan de Vide y el pueblo de As Neves, o la desembocadura del río Mendo hasta Caldelas de Tui», dicen.

Otra fuente de suministro de lamprea se ubica al otro lado del Miño, en el río Lima. «En Portugal hay más tradición que aquí, muchas se crían en piscifactorías y se venden muy baratas, por 10 euros. Y una parte acaba en Galicia, es legal, lo importante, para no generar fraude, es que no se comercializa como producto gallego. Ya la que llega de Francia, si es que realmente llega, es un secreto a voces, pero nosotros nunca hemos visto nada de eso».

«Defendemos nuestro producto»

Carina Rodríguez tiene la oficina en casa, en un edificación anexa a su vivienda con tres piscinas acondicionadas para conservar vivas las lampreas que compra a los pescadores. Se ubica a 600 metros del puerto donde se descargan y todo se fiscaliza mediante una aplicación informática conectada con la Consellería do Mar: «Ha cambiado todo, nada que ver con el pasado», explica con la experiencia que le otorga haber visto a su madre levantar un negocio, y una reputación, durante 40 años en una empresa bautizada Casa Mercedes: «Por eso defiendo el productor de Miño, es cierto que viene de Francia y no podemos consentir que se comercialice como gallega. Me la ofrecieron alguna vez... sobre todo cuando no hay pesca en el Miño, pero siempre escapé de eso», explica antes de añadir: «No es bueno para nadie, tenemos que hacer que esto sea sostenible, que los precios sean competitivos. A los que traen la lamprea de Francia les interesa que los precios suban mucho aquí, que se pague cara, para ofrecer la francesa a precios bajos y darles salida en Galicia. Hay que ser competitivos para que no les compense traerla».

Oscar Vázquez

60 al día, ojalá

A pocos días de finalizar el primes de la actual temporada, las ventas evidencian falta de género. Carina lo explica con cifras: «Ahora mismo necesitamos 50 o 60 para satisfacer la demanda, pero no hay. El mal tiempo tampoco ayudó en enero, y la realidad es que los restaurantes no tienen género para ofrecer». Parte de la clientela de Casa Mercedes procede de Portugal, «allí hay más tradición que aquí, se consume mucha, y vienen a buscarla. Al final, toda se pesca en el Miño. Carina cruza los dedos para que el 2023 sea mejor año que el anterior, con escasez de lamprea: «Los precios en los restaurantes suben o bajan los precios en función de las capturas. Lo normal es que un marinero coja cuatro o cinco al día, pero por ahora no estamos en esa situación. Hace años, mucho años, podían llegar al puerto de A Guarda 100 lampreas cada día, pero de eso hace demasiado tiempo y no ha vuelto a repetirse».