Los «ochomiles» solidarios de Daniel

María Jesús Fuente Decimavilla
maría j. fuente GONDOMAR / LA VOZ

GONDOMAR

cedida

Recorre de un tirón las cimas del área de Vigo para conseguir juguetes

15 dic 2021 . Actualizado a las 23:08 h.

Los retos son para el gondomareño Daniel Fernández Cerzón la forma de expresar su solidaridad con las personas más desfavorecidas. El último lo afrontó en la madrugada del domingo y, a juzgar por el resultado, a estas alturas no hay obstáculo que se le resista. La gesta consistió en ascender las cimas más elevadas del área metropolitana de Vigo y, además, hacerlo sin tregua en un plazo aproximado de 17 horas.

Desde que partió de las inmediaciones de la casa consistorial de Gondomar a las 3.15 horas hasta su regreso a las 20.15 Daniel recorrió Montecastelo, Alba, Galiñeiro, Aloia, Santa Trega y Serra da Groba. En total 106 kilómetros y 2.750 metros de desniveles.

Como única compañía llevaba una mochila con líquidos, barritas, geles y frutos secos, que tomaba al parar cada 15, 20 o 30 kilómetros, los únicos descansos, ya que no dio una cabezada en todo el camino. Ni siquiera se atavió con una zamarra. Arregló con una camiseta térmica, cortavientos y guantes. Y no pasó frío. «Fui solo todo el recorrido, llevaba una aplicación con un contacto que me seguían en directo, familia y amigos», explica.

Una de las imágenes que más le impresionaron fue la del primer tramo de la noche al llegar a la cima del Montecastelo y ver las luces de los pueblos. También le dejó huella el amanecer desde el monte Aloia.

Para Daniel Fernández (30 años) las seis cimas del área son sus particulares ochomiles, cuyo objetivo no es otro que conseguir donativos para la cuenta de Gondoilusión. Se trata de una campaña promovida desde la Concejalía de Benestar Social del Concello de Gondomar con la colaboración de la asociación Mulleres Rurais para garantizar la entrega de juguetes a los niños de las familias más vulnerables.

«Intento prepararme cuando hago estos retos, aunque en esta ocasión no pude mucho por el trabajo y los estudios. Cuando puedo lo hago cinco veces a la semana, sobre todo, entrenamiento mental para estar tantas horas solo», comenta.

En esta ocasión, además de estar solo, pasó la noche en el monte, algo no apto para todos los públicos. «Casi no pasé miedo y curiosamente cuando tuve algo ya fue sobre las ocho de la mañana, al pasar por el monte Tetón, en Tebra. Había cazadores cerca, fue lo peor», indica.

Lo que le resultó más duro fue la subida a la Serra da Groba, al ser una ascensión de 15 kilómetros y la última del recorrido, cuando ya acusaba el cansancio de dejar atrás 90 kilómetros corriendo o andando.

Este era su reto número once. Antes hubo tres por la diabetes, enfermedad por la que murió su abuelo, otros tres por alzhéimer, y cuatro por el síndrome de Usher, una enfermedad por la que quiso sacrificarse desde que hace años conoció a una niña que la padecía. «Lo hago por visibilizar los problemas, muchas veces es lo que quiere la gente, que se suscite interés y se cree una asociación para reivindicar más atención. En este caso también quería visibilizar la contaminación de la montaña, me encontré aparatos eléctricos, cartuchos de cazadores...», dice.

Los donativos para los juguetes de esta campaña se pueden hacer en una cuenta bancaria de Gondoilusión o en las urnas colocadas en distintos establecimientos de Gondomar.