«Influencers»: la cara oculta de las redes sociales

valeria salazar VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Creadores de contenidos de Vigo relatan los problemas psicológicos que genera la sobreexposición y la presión para tener miles de seguidores. Algunos se han puesto en manos de terapeutas

08 ago 2023 . Actualizado a las 00:01 h.

«En este estilo de vida, de popularidad y exposición, hay que tener la cabeza muy bien amueblada», comenta la psicóloga viguesa Victoria Romero. Esta especialista en la adicción a las redes sociales trató a dos influencers que actualmente residen en Andorra y comenta cómo ese mundo les «pasó factura» a nivel personal y familiar. La distorsión de la realidad es algo común en personas que utilizan las plataformas tecnológicas como «un universo alternativo», según comenta la experta.

M.MORALEJO

Los posibles efectos adversos de este estilo de vida se centran en la rama psicoterapéutica, lo que conlleva a la necesidad de una red de apoyo presencial. «Antes, cuando una persona tenía un problema para relacionarse, los padres lo detectaban o ellos mismos lo demandaban, pero ahora no, porque siempre hay alguien al otro lado de la pantalla y cuando necesitan tener cercanía no lo consiguen, las personas que podrían estar a su lado, al dejarlas en un segundo plano, acaban desapareciendo», explica Romero. Estos problemas son algo que también notan los influencers, y que destaca sobre todo la creadora de contenido Rosemary Molanes (Cangas, 18 años): «Es un sector en el que conoces gente pero que si no llegas a conocer a la persona físicamente no empatizas ni creas lazos».

Muchos influencers manifiestan la necesidad de mostrar solamente la parte comercial de sus vidas, dejando a un lado lo personal y manteniendo su privacidad. «Yo, de mi vida personal no cuento demasiado, sí lo que compro, por ejemplo, pero considero que hay que mantener un poco de privacidad en las redes», dice Molanes. Esta joven explica que lleva envuelta en este mundo desde los doce años, aproximadamente, y que ha llegado a crearse múltiples cuentas hasta que el año pasado consiguió triunfar en plataformas como Lifestyle. La influencer tiene un millón de seguidores en TikTok y 25.000 en Instagram, siguiendo su estilo de vida. Tras haber hecho un curso especializado en redes sociales, va a realizar un ciclo de Publicidad y Márketing.

Hache, influencer del sector de la automoción que tiene 29 años, utiliza el seudónimo como alternativa a su nombre real, Daniel Vázquez. Este vigués alcanza los 212.000 seguidores en Instagram y los 179.000 en TikTok. Sin tener una formación oficial sobre ningún aspecto concreto de automoción, se ha vuelto viral en redes por sus vídeos arreglando sus coches. Como figura pública, explica que al principio le embargó un continuo miedo por su exposición en redes, pese a mantener su vida personal al margen. «La gente te conoce, sabe dónde vives, te pueden seguir a casa y robarte el coche, por ejemplo, expones muchas cosas y enseñas todo sin querer», dice. A un amigo suyo de Barcelona que estaba trabajando con él, al llegar a su residencia habitual le robaron el coche, tras subir contenido juntos. «Le pasó a alguien muy cercano, porque es uno de mis mejores amigos, y claro me podría haber pasado a mí también. A mí, si me roban un coche me hacen el año», comenta.

La necesidad de popularidad es otro de los grandes problemas que acarrean las redes sociales, ya que, según comenta Hache, los jóvenes que se quieren dedicar a esta vida no son conscientes del trabajo que hay detrás. «No puedes empezar por lo bueno, tienes que empezar porque sea algo que te guste y luego ya vendrá», señala. Este vigués se fue de casa con 18 años y, gracias a que fue un autodidacta del diseño gráfico, logró conseguir una amplia cartera de clientes y trabajó en dos compañías del sector, hasta que hace dos años configuró su propia empresa. «No vivo puramente de las redes, cuando abrí la empresa la combiné con trabajos de márketing digital para otras compañías y comercios electrónicos, pero siguió evolucionando y ahora tira más para mis redes», explica.

El crecimiento acelerado de suscriptores en un mes llevó a que el influencer viviera momentos duros anímicamente, ya que en el primer mes alcanzó los 20.000 y 30.000 mil seguidores en Instagram, asegura. «Yo tuve mis altibajos en mi carrera profesional en redes, a lo mejor entre el primer año y el segundo dejé de subir vídeos durante seis meses», comenta. Debido a la naturaleza de su trabajo y a la existencia de estos momentos de decaimiento, el creador de contenidos decidió apoyarse en una terapeuta. Esta decisión es algo que recomienda la especialista Victoria Romero. «Creo que sí que deben de tener o apoyo psicológico o apoyo presencial de alguien importante en sus vidas que les haga poner los pies en la tierra».

IRENE GONZÁLEZ

Irene Pérez (Vigo, 42 años) es influencer de Lifestyle y cuenta con 480.000 seguidores en Instagram y casi 33.000 en TikTok. Vive a caballo entre su ciudad natal y El Puerto de Santa María. Actualmente trabaja como embajadora para la marca de cosméticos Ringana, lo que le aportó la solvencia económica necesaria para poder dedicarse a las redes sociales. La creadora comenzó subiendo recetas alternativas a la comida tradicional debido a una intolerancia alimenticia a la proteína de vaca y al trigo. Además, mientras fue funcionaria de prisiones estudió cocina, lo que le permitió realizar un contenido de mayor calidad. En el 2021, esta influencer alcanzó los 100.000 seguidores en Instagram, cifra que logró muy rápido y la condicionó.

Tras esta explosión en redes, Pérez comenta como tuvo que bajar el ritmo frenético que alcanzó ese año, porque le estaba empezando a afectar personalmente. «Estaba en ese bucle de crear y con el chip de estar en cualquier sitio y pensar cómo grabar para subirlo a Instagram o cómo hacer una foto para enseñar lo bien que estoy, y no estoy disfrutando del momento al final», explica. Además, comenta cómo pone un límite muy estricto con su vida privada, llegando a publicar contenido días después de haber estado en un lugar, y no de inmediato, ya que su repercusión y popularidad son cosas que pueden llegar a agobiarla. «Cuando compartes por redes automáticamente lo que estás viviendo, te expones demasiado. Yo, de hecho, siempre tardo unos días en enseñar dónde estoy. Es muy guay cuando te llegan recomendaciones, pero es abrumador. Yo me agobio y me asusta un poco que me insistan para vernos», comenta.

Esta sensación de agobio es algo común entre los influencers, según explica la doctora Victoria Romero. Viene dada porque en muchas ocasiones su popularidad en redes es algo fortuito. «Antes la gente no sabía quién era. Ahora, aunque no se acerquen, escuchas el cuchicheo y puede llegar a abrumar», comenta Molanes. La influencer explica que, pese a que el 99 % de los encuentros con seguidores son amables y positivos, su trabajo la condiciona a la hora de ir o no a ciertos lugares, por si están muy abarrotados de gente que la pueda reconocer.

«Personalmente, llevo sufriendo muchísimo tiempo tanto acoso, insultos, ciberbullying, amenazas, etc. Y a día de hoy tengo muchas secuelas psicológicas por ello», explica Jara Paredes, influencer de 21 años de estilo de vida (Vigo). Cuenta con 23.000 seguidores en Instagram y casi cien mil en TikTok. Esta creadora de contenidos explica cómo empezó en las redes sociales a los once años, una edad peligrosa según lo que cuenta la especialista en redes sociales. «Lo que entraña más dificultad es cuando están en la adolescencia porque son muy influenciables, hay que tener la cabeza muy bien amueblada, hay que conocerse bien y eso en la adolescencia no está bien definido aún», comenta.

La sobreexposición de jóvenes a las redes sociales cada vez es más temprana y les condiciona a la hora de relacionarse tanto consigo mismos como con su entorno, explica la psicóloga Romero. Jara asegura: «No me suelo juntar mucho con la gente de aquí porque tengo muchos miedos e inseguridades». También comenta cómo las redes le provocaron un sentimiento de desplazamiento, llegando a evadirse de ellas para evitar los comentarios críticos por su popularidad. «Los seguidores provocan envidias y comentarios muy tóxicos e hirientes de la gente que te rodea», dice.

«Yo quería llegar a ser influencer y me preocupaba en exceso por los resultados de los vídeos», dice Manuel Fernández (Vigo, 22 años). Este creador de contenido ha alcanzado los 83.000 seguidores en TikTok y los 6.000 en Instagram. El año pasado, antes de irse de Erasmus a Polonia, tenía una «obsesión» con las cifras, obligándose a grabar contenidos para que las aplicaciones no le penalizasen. Este influencer relata cómo el viaje al extranjero le ayudó a reconectarse consigo mismo, a centrarse en sus estudios y a darse cuenta de que la popularidad en redes no era algo que le importara tanto. «Mi objetivo principal es hacer un máster de márketing internacional en Madrid, no mis redes sociales», asegura. La especialista Victoria Romero resalta la dificultad de salir de este bucle en el que las redes sociales captan a los jóvenes, algo que Fernández logró hacer. «O eres una persona que ya estás muy asentada mentalmente, o es muy fácil perder el control», explica.

El joven explica en sus redes la importancia de la presencia de un psicólogo, del amor propio y la autoestima, debido a sus propias vivencias personales. «Aunque estés bien, y si te lo puedes permitir, yo el psicólogo lo recomiendo muchísimo», comenta. Además, Manuel Fernández explica que no lo considera un tratamiento al uso, ya que utiliza la terapia para mejorar, limar aspectos concretos de su vida o, por ejemplo, aprender a gestionar ciertas situaciones o sentimientos.