Tamara Abalde: «Me preguntaba si iba a tener que vivir con dolor toda mi vida»

M. V. F. VIGO / LA VOZ

VIGO

CEDIDA

Tras un año casi en blanco, una artroscopia revela que la baloncestista internacional viguesa sufre rotura de tendón

19 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La baloncestista viguesa Tamara Abalde (1989) acaba ser intervenida para resolver el problema de hombro que le hizo pasar prácticamente en blanco la temporada 2021/2022, en la que militó en el Ensino de Lugo. Mediante una artroscopia se ha descubierto que tenía «un cristo» —sintetiza ella—, una lesión mucho más importantes de lo que mostraban las resonancias. Pero ahora está en vías de ponerle solución y espera que esta dolencia no precipite el punto y final de su carrera.

—¿En qué punto se encuentra en este momento?

—Estoy recién operada, con el cabestrillo todavía. Cuando finalmente abrieron y me hicieron la artroscopia, encontraron que tenía dos roturas de tendón y me tuvieron que limar el hueso para abrirme un poco de espacio subacromial. Tenía un buen cristo en el hombro, peor de lo que parecía. La recuperación va a ser más larga de lo previsto, pero, al menos, por fin vamos a poder ponerle solución. En esas estamos.

—¿Cuándo comienza el problema?

—Venía arrastrando molestias desde hace varias temporadas. Tuve un episodio agudo en Vitoria (en la temporada 2020/2021) que me hizo parar, pero no tenía diagnóstico. Con la selección también me hice daño, pero pensábamos que era una molestia, esto y lo otro. Seguí hasta que en el primer amistoso de la temporada pasada hice un gesto y el dolor fue tan intenso que no pude continuar. Ninguno de los parches que íbamos poniendo funcionaba: fisioterapia, factores de crecimiento... Nada me ayudaba. Sentía mucho dolor por las noches y me impedía dormir. Llegué a un punto de no retorno hasta que tuve la suerte de que me vio la doctora Ibáñez, que es quien me acaba de operar.

—¿Cómo fue el camino antes de llegar a esta intervención?

—Probamos un tratamiento conservador. Lo intentamos y lo intentamos, porque en la resonancia no aparecía rotura. Quise jugar y no solo no iba bien, sino que empeoraba muy rápido. Fui incapaz de disputar cuatro partidos, volví a un punto de dolor que se me caían las lágrimas. Ahí fue cuando nos planteamos que no quedaba otra que hacer una artroscopia y ver realmente qué había. Así nos encontramos el destrozo.

—¿Diría que está siendo la lesión más latosa de su carrera?

—Había estado bastante fastidiada con otra de tobillo que fui arrastrando, que también terminó en cirugía y me hizo pasar un año en blanco. Pero quizás esta sea peor. Es el hombro derecho y es complicado. Ha sido doloroso y frustrante. Como pensábamos que era menos, era duro ver que no avanzaba, que el dolor seguía y perdía fuerza hasta el punto de no llegar al aro. Me preguntaba cómo podía ser. Llegué a pensar que mi cuerpo tenía miedo al dolor y me frenaba. Pero es que tenía el tendón roto.

—Así que le hizo dudar de sí misma.

—Sí, no sabía si mentalmente me estaba poniendo barreras, si mi cuerpo se protegía tanto del dolor que no era capaz de avanzar en la recuperación. Por eso aunque lo que se vio en la operación no son buenas noticias, por fin pude entender que todo tenía sentido y explicación.

—¿Está ahora en un momento más optimista?

—Sí, estoy tranquila después de la incertidumbre y centrada en la recuperación. Me siento serena, pensando que pase el tiempo que tenga que pasar, pero que lo voy a hacer bien para recuperarme. Por fin tenemos la causa, el motivo y esperemos que la solución. Es cuestión de tiempo.

—¿Qué plazos manejan?

—No está claro. Dependerá de cómo reaccione el hombro y de la evolución, pero estamos hablando de meses, no sé cuántos.

—¿Se marca el objetivo de volver a jugar?

—Ahora mismo, solo me planteo el objetivo de recuperarme por completo. Me cantaría volver a jugar, porque además, las últimas sensaciones que tengo son malísimas: de frustración, de dolor, de no poder disfrutar en la pista. Este proceso me ha enseñado a no hacer planes, a centrarme en lo que está en mi mano ahora y dejar que las cosas sigan su curso.

—¿Se le ha pasado por la cabeza la retirada?

—Me gustaría volver a sentirme jugadora, volver a sentirme yo en la pista y disfrutar. Eso pasa por volver a poner el hombro a funcionar. El tiempo dirá.

—¿De qué manera le ha limitado la lesión en su vida diaria?

—El baloncesto era mi trabajo y la actividad más exigente para el hombro, la que me producía más dolor, pero lo tenía en muchos momentos cotidianos en los que ni te paras a pensar: al volante, estirando las sábanas al hacer la cama, al peinarme... No podía dormir y me preocupaba más allá del baloncesto. Me preguntaba si iba a tener que vivir con dolor toda mi vida o qué.